Originario de la etnia huitoto y ganador de la beca Pasaporte para un artista, Brus Rubio (Pucaurquillo, 1984) es uno de los cuatro pintores que expone su obra en la muestra fotográfica Imaginario e imágenes de la época del caucho, curada por María Eugenia Yllia y Manuel Cornejo Chaparro.
En lo que cuenta a LaMula.pe, Rubio perfila al artista como un eterno auto–didacta, y al arte como un permanente proceso de aprendizaje, como una pasión por aprender, como una constante conversación entre lo local y lo universal. Brus Rubio está instalado en el lugar donde las culturas se encuentran, y desde esta doble condición de pintor e indígena, y como antes hiciera José María Arguedas, ofrece una particular mirada sobre el mundo contemporáneo.
- ¿Qué te llevó a pintar?
- La motivación viene de mis padres. Mis padres pintaban para vender a los turistas. Yo no me atrevía. Me dedicaba a ir al colegio. En sexto grado de primaria ya tenía ciertas tendencias al arte, pero nunca me imaginé seguir desarrollando ese interés. En el 2002 concluí la secundaria y quería continuar estudiando, emprender mis propias actividades, para que la mentalidad no siga empobreciéndose, aprovechar mis potencialidades.
- ¿Cuáles eran esas potencialidades?
Dentro del pueblo indígena siempre se habló de revalorar y rescatar costumbres. Y yo les preguntaba, ¿cómo? Si todo es discurso…el problema era pasar a los hechos. Ahí fue cuando pensé que podía pintar. Para pintar tuve que abandonar el pensamiento del colegio. Tuve que acercarme a los ancianos, investigar en las historias, las canciones. Me introduje dentro del mundo de las historias. Fue un encuentro conmigo mismo y con mi pueblo. El colegio era aburrido. Mucho te habla de la ciencia, de los doctores y las enfermeras. Yo me veía ajeno a eso. Hice una crítica de mi propia situación. Sufrí para volver a ser parte de mi propio pueblo. Me dediqué a investigar con los mayores las canciones, rescatar las palabras de los líderes indígenas. De allí comencé a hacer esas palabras realidad. Sacarlas a la luz.
Mi padre me contaba que muchos antropólogos venían, hacían escritos. Yo siempre fui crítico con esos personajes, mantuve mi distancia. ¿Qué vienen a hacer al pueblo? ¿Por qué siempre están escribiendo? Y pensé: ¿por qué nosotros no podemos hacer pinturas? ¿Por qué no expresarnos de esa forma? Esa idea me motivó, y fue la que desarrollé. Mi idea era ser un activista, defender mi pueblo, mi cultura.
Al principio hacía mis pinturas para vender a los turistas. Pero luego a través de uno de esos antropólogos salió la oportunidad de participar en una exposición. No tenía nada para exponer. Me di cuenta que no podía seguir pintando igual. Tuve que desarrollar mis propios materiales, tintes naturales, yanchama, dedicarle mi tiempo todo el día. Cuando me propusieron participar en la exposición, tenía que cumplir con el compromiso, hacer las pinturas, tenía que acumular obras y explorar diferentes temas. Yo estaba muy interesado en pintar. Yo decía: este va a ser un paso, pero tienen que haber muchos pasos más, muchos pasos más. Tengo que crecer desde aquí, me decía: no puedo perder el tiempo jugando pelota, conversando en la calle con la gente. Esas son tonterías, en cualquier momento se las encuentra. Pero cuando uno asume responsabilidades siempre consigues lo que quieres.
- ¿Has recibido algún tipo de formación artística?
No, nada. Por eso era un desafío para mí. Tenía ciertas inclinaciones. Miraba muchas pinturas clásicas en los diccionarios. De allí sacaba algunas imágenes. Por ejemplo, me gustaban mucho los barrocos: los angelitos, los cuerpos de las personas. También: la mitología griega. Van Gogh no me gusta. Manet sí. Miraba allí. Me gusta mucho leer, me gusta mucho la filosofía. Sabía que el diccionario es un nido de palabras que te activa la mentalidad. Conocí a los artistas en los diccionarios. Mi meta era dar a conocer a mi pueblo, nuestro propio pensamiento, por medio del arte: nuestra mitología, nuestras historias y nuestras canciones. Lo otro era hacer pequeñas críticas y proponer mi concepción de mi pueblo. Criticar su aculturación, esa era mi preocupación.
He hecho una pintura que dice: ‘Autonomía negada’. Es una pintura que expresa cómo podríamos frenar estas cosas ilegales, si las instituciones se nos acercan de arriba para abajo, y no van de nuestra propia realidad para arriba. Allí hay una contradicción. Cómo nosotros podemos frenar cosas que desde Lima ya vienen programadas. Es una lucha de contradicciones en la que nos ponen. Las ONG mismas son parte de esa concientizacion que maneja a nuestros líderes. Por eso digo: autonomía negada. No es nuestra propia autonomía. Por ejemplo: el IBC. Si tu le preguntas a Richard Smith o a Margarita Benavides ellos saben quién es Mauricio Rubio, saben que es el papá de Brus Rubio. Ellos saben que soy bien claro y radical. Por eso parto de mi arte como hijo y nieto de líderes, pero que expreso mi propio pensamiento. Claro, eso no les gusta.
- Me contó María Eugenia [Yllía] que ganaste una beca
En el 2012 gané Pasaporte para un Artista. Estuve en París. La ciudad era bonita. Fue como una curiosidad, pero yo sentía que ya la tenía dentro de mi cuerpo. Cuando llegué a Francia, me pregunté, ¿esto es lo que nosotros imitamos? ¿es lo que queremos para un pueblo? Esta es la ciudad vieja, toda la gente estructurada. ¿Qué hay más? Mi mentalidad cambió. Me di cuenta que el arte que venía haciendo hasta el momento era un conjunto de opiniones antropológicas y linguisticas. Pero el arte es otra cosa, es universal. Pensé que lo que había venido haciendo era vanguardista. Que tenía que incluir en mi obra todo. No debía vender a mi pueblo como era antes, sino como el que vive en la actualidad. Que eso se supiera, que no se tergiversara la realidad. Con ese pensamiento vine, y eso es lo que estoy haciendo ahora. Que no nos folkloricen las ideas. Es lo justo. A partir de ese punto de vista, sin perder el pensamiento mitológico, describo como es mi pueblo ahora. La Amazonía no es sólo un mito. Es una realidad. La selva no es lo que piensan los académicos, los antropólogos, que estamos con plumas y desnudos. Tiene su propia realidad.
- ¿Fuiste a museos?
- Cuando fui al Louvre casi no vi muchas pinturas. Fui directo a la Mona Lisa. Una pintura pequeña, y todo el público a su alrededor. La pintura más famosa, más universal. Yo me quedé mirando nomás, no dije nada. Cuando me di cuenta, a mi alrededor habían cosas mucho más interesantes que el propio rostro de la Mona Lisa. Me llenó el espíritu mirar esas obras históricas de los grandes maestros. Me llenó de inspiración también para hacer muchas cosas en la Amazonía. No hablaba mucho. Me tocaba observar y hacer comparaciones tanto con las obras del museo como con lo que miraba de los alumnos de arte en Iquitos o en Lima. Era el aprendizaje que estaba haciendo. El arte es amplio, me dije. El pueblo no es sólo folklorizable. Hay muchas cosas para expresar, pero sin vender una falsa imagen.
- Pintarías algo que no estuviera vinculado con los huitoto
- Desde luego va a estar vinculado porque soy huitoto.
- Digamos, pintando algo que no sea una representación de tu pueblo, de la Amazonia. ¿Te ves, por ejemplo, pintando Lima?
Los limeños tienen pensamiento de selváticos. Buscan la naturaleza en los parques. ¿Por qué están allí los árboles, en el Parque Kennedy, y bajo ellos los gatitos, la gente? Necesitan de la naturaleza y los árboles, aunque también tengan otras necesidades. Desde un punto de vista mitológico: podría pintar a un un niño bajo un árbol y el propio árbol que esté lleno de niños y globos. Y alrededor, papás, mamás, y enamorados disfrutando del espacio libre del parque. Otro tema que podría hacer es que en cada esquina del árbol, lo orinan lo cagan. Aquí en Lima veo a los parques protegidos por su entorno social, y que los árboles necesitan también de la sociedad que se refugia bajo su sombra. No es sólo una sombra. Es la sombra de un árbol. El árbol no te va hacer ninguna crítica, te conecta, te hace sentir tranquilo. Y por eso veo que toda la gente en los parques está tranquila, paseando.Pienso en la sociedad como un cuerpo vinculado a los árboles. El Palacio de Justicia, el Palacio de Gobierno, por ejemplo, quisiera invadirles con selva. Con selva le quiero invadir. Plantarles árboles en el medio. Tengo que equilibrar a la ciudad con la naturaleza, porque soy bien huitoto, bora, originario.
Ni yo niego ni a mí me niegan.
Por eso puedo conversar contigo o con cualquiera.
Más sobre la obra de Brus Rubio y otros artistas huitoto en la exposición fotográfica “Imaginario e imágenes de la época del caucho”, curada por María Eugenia Yllia y Manuel Cornejo Chaparro.
Sala del Tercer Piso del Ministerio de Cultura
(Av. Javier Prado Este 2465 San Borja)
De martes a domingos de 9:00 a.m. a 5:00 p.m., hasta el 28 de septiembre
Ingreso Libre
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Exposición fotográfica "Imaginario e imágenes de la época del caucho"