Con poco más de un siglo de funcionamiento, el Sydney’s Doll Hospital es un lugar donde los juguetes dañados, por el paso del tiempo o por un desagradable descuido, pueden ser restaurados y, así, recuperar su forma, y —para beneplácito de sus dueños— su vigor. Por más que se trate de seres inanimados, las emociones que despiertan en sus propietarios los dota de una calidez que parece sugerir que son para ellos "más reales" que otras personas.

Jason Reed, fotógrafo de la agencia Reuters, visitó el Sydney’s Doll Hospital y recogió una serie de escenas que permiten ver el esmerado trabajo de sus empleados, y que también sacan a la luz un fenómeno interesante: que la fragilidad de la materia —que podrá ser intervenida, reparada, corregida una y otra vez— será un factor superable siempre y cuando esté motivada por la necesidad de recuperar la armonía perdida.

Por otra parte, la similitud —lejana, aludida— entre este espacio y un genuino hospital se confirma ante el lente de Reed, de modo que las imágenes de las extremidades de los muñecos, en pleno proceso de rehabilitación, no dejan de despertar en el espectador cierto escalofrío que contrasta, sin embargo, con la ternura que escapa de los ojos de los clientes que al ver de regreso a sus juguetes, ven en ellos a parte de su infancia.

A continuación, una selección del trabajo de Reed:

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