Banalización del mito
La muestra "Inkarri: el descuartizador del progreso" de Sebastian Burga y Jose Aburto se apropia del popular mito inca como un mero ejercicio estético.
El mito de Inkarri, siendo parte de la tradición oral posterior a la conquista, cuenta con muchas versiones recogidas por diferentes cronistas. La forma más difundida es la que recogió José María Arguedas dentro de su trabajo en el campo de la antropología: Inkarri es el dios supremo del mundo andino, creador de todo el mundo conocido y fundador del Cuzco. Su nombre es una contracción de las palabras Inca y rey . Con la llegada de los españoles, Inkarri es apresado, torturado y finalmente muerto a manos de los españoles. Los fragmentos del cuerpo de Inkarri son dispersados en los cuatro territorios que conforman el Tahuantinsuyo y su cabeza es enterrada en el Cuzco. El mito supone que la cabeza está viva y se encuentra regenerándose para unirse a su cuerpo y posteriormente restaurar el Tahuantinsuyo.
Este mito implica, entre otras cosas, que el orden del mundo ha quedado alterado y que urge una restauración. El Inkarri ha sido objeto de numerosos estudios y ha sido utilizado también como un referente dentro de el trabajo de artistas nacionales con múltiples objetivos y aún más variados resultados. El caso más reciente es la muestra Inkarri: el descuartizador del progreso que presentan Sebastián Burga y José Aburto, miembros del colectivo Extravía, en la galería Enlace de San Isidro.
Burga y Aburto utilizan desde hace buen tiempo ,el termino hoax, que viene del inglés y se traduciría como "engaño" o "estafa", para referirse a sus proyectos. En 2010 ganaron el concurso Centro abierto con su proyecto El choclo Colón que planteaba, en clave de farsa, la demolición del Teatro Colón y la construcción de un edificio de departamentos en su lugar. La idea detrás del proyecto era discutir el impacto del boom de la construcción en Lima y su relación con el patrimonio histórico material.
En esta ocasión la dupla se apropia del mito del Inkarri con el objetivo de cuestionar la idea de progreso que se maneja en nuestro país y sus consecuencias para la sociedad y el medio ambiente. En este nuevo hoax, a través de diferentes soportes como la escultura, la animación y el afiche, los artistas proponen el resurgimiento del mítico Inkarri, esta vez en forma de un robot con reminiscencias estéticas de los animes de los años 70 (véase para más referencias a El vengador y Mazinger Z).
A mi modo de ver, las carencias de la muestra son varias. En principio funciona bastante bien como un ejercicio de diseño o en todo caso como un divertimento. Pero la propuesta no va más allá de eso. El problema surge cuando se asume que el simple hecho de mencionar o incluir de algún modo ciertos temas es lo mismo que discutirlos. Ni las implicancias que podría tener un mito como el de Inkarri en nuestros días, ni la discusión de los temas que supuestamente debaten la piezas, están presentes. Los afiches de la muestra son una superposición de ideas que no logran conjugar un discurso coherente.Esto no quiere decir que la única función del arte sea confrontarnos con determinadas ideas o discursos, el arte es en muchos casos algo carente de funcionalidad y/o discurso de forma evidente. Y eso no lo hace menos válido. Sin embargo, cuando la premisa es la reflexión sobre determinados discursos, aproximarse a ellos de manera tan ligera (o nula) es un despropósito.Las únicas piezas que encontramos en la sala: la cabeza, los afiches y el video, no logran generar en el espectador una inmersión dentro del discurso que están planteando. La distancia entre las piezas en términos de significación es tal que no se especifican sus determinaciones. ¿Nos encontramos ante una campaña publicitaria o una arenga de naturaleza social y política? Esta ambigüedad impide que se implemente una discusión tangible de la realidad que el proyecto, en principio, busca confrontar con el público.
Incluso la idea de un robot como encarnación de un ser mítico, que podría haber sido efectiva como vehículo de reflexión sobre el papel de la tecnología en el imaginario social, termina por desinflarse. Insisto: el robot de Burga y Aburto es un ejercicio de combinación de estéticas, no una forma de discutir sobre la idea que como colectividad tenemos del progreso. La alusión a determinados referentes estéticos prehispánicos y su superposición con temas de debate actual resulta en una exploración que termina por banalizar su punto partida.
Inkarri: el descuartizador del progreso
de Sebastían Burga y José Aburto
Galeria Enlace
Av. Pardo y Aliaga 676, San Isidro
Lunes a Sábado de 11 a.m. a 8 p.m.
Hasta el 15 de septiembre.
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