Los que faltan
Las Abuelas de la Plaza de Mayo aún buscan a 400 nietos. Ya han identificado a 114.
"Quiero decir gracias a todos, gracias a Dios, gracias a la vida. Porque lo que yo quería era no morirme sin abrazarlo y pronto lo voy a poder abrazar". Estas fueron las palabras que Estela de Carlotto pronunció, ayer martes, en la sede de la asociación de las Abuelas de la Plaza de Mayo.
Después de 36 años, las Abuelas han recuperado 114 nietos secuestrados. El último de ellos ha sido Ignacio Hurbán, quien ha descubierto, gracias a una prueba de ADN, que es hijo de Laura de Carlotto y Walmir Oscar Montoya, dos guerrilleros de Montoneros secuestrados y asesinados durante la dictadura militar (1976-1983).
La propia Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, entiende que el proceso de recomposición de la identidad es muy complejo. Por eso mismo, no quiere presionar a Guido para el esperado encuentro: "Cuándo él lo considere oportuno, nos fundiremos en un abrazo", señaló.
En su edición de hoy, El País informa que aún quedan 400 nietos. Hasta julio de 2012 habían recuperado 105. Cuando se anuncia una nueva localización en los medios de comunicación, las llamadas aumentan en la asociación.
De Carlotto señala que uno de los problemas principales de los nietos para averiguar su verdadera identidad es el cariño que le tienen a sus "padres adoptivos":
“Hay chicos que no vienen porque tienen cariño y como una especie de deuda por quienes los criaron; porque ellos les pasan esa sensación de cómo ahora me vas a denunciar, si yo te crié y yo te di de comer. Y los chicos, por reciprocidad, dicen que no vienen porque no quieren que lleven a la cárcel a quienes los robaron. Y se acercan a veces cuando ellos mueren. Y a veces es un poco tarde, porque el abuelo real, la abuela real, se mueren también".
Por lo pronto, la jueza federal argentina María Servindi ya ha indicado que se iniciarán las investigaciones para saber cómo Guido de Carlotto fue arrebatado de los brazos de su madre para luego ser llevado a Olavarría (308 kilómetros al sur de Buenos Aires) y ser entregado al propietario de unos campos.
A pesar de la difícil situación, las Abuelas de la Plaza Mayo, no desfallecen en su objetivo de reunirse con sus nietos. Al mismo tiempo, brindan un ejemplo a los diferentes países de la región sobre la importancia de luchar por los Derechos Humanos y, sobre todo, la responsabilidad de no olvidar los crímenes que han cometido las dictaduras latinoamericanas.
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He publicado dos libros: Estación (2011) y Hemiparesia izquierda (2017). Escribo y tomo fotos.
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