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"En muchas situaciones, los derechos de autor son un impedimento a la cultura"

La Mula conversó con George Yúdice, una referencia obligada en la gestión y política cultural a nivel mundial, quien estuvo en Lima participando en el seminario de industrias culturales "Lima Creativa".

Publicado: 2014-06-14

George Yúdice es profesor de estudios latinoamericanos y director del Observatorio de Industrias Creativas de la Universidad de Miami. Es considerado uno de los principales teóricos mundiales sobre la industria cultural, y una referencia imprescindible en los estudios culturales sobre América Latina.

Yúdice es autor de libros como On Edge: The Crisis of Contemporary Latin American Culture (1992), Cultural Policy (2002) – cuya versión en castellano, Política Cultural, fue publicada en 2004 –, y El recurso de la cultura: Usos de la cultura en la era global (2002). Actualmente se encuentra en nuestra capital invitado a participar en "Lima Creativa", el primer seminario sobre industrias culturales organizado por la Municipalidad de Lima. 

Los temas centrales de su ponencia en este encuentro, que tuvo lugar el pasado lunes 9 de junio, fueron la crisis actual de los derechos de autor y los nuevos modelos de negocios culturales, asuntos clave en un entorno como el peruano, dicho sea de paso, en el que los fenómenos de la piratería y la corrupción de las sociedades de recaudación plantean, para la creación local, serias amenazas que se vienen a sumar a las ya existentes en el resto del mundo.


Los derechos de autor fueron ideados, en principio, para proteger la actividad de los creadores, pero hoy da más bien la impresión de que generan cada vez más situaciones en las que la creación es encorsetada frente a intereses corporativos. ¿Cuál su posición respecto a este tema?

Yo creo que el derecho de autor se diseñó para otra época, una época pre-digital, pero incluso en ese entonces ya generaba problemas. En la segunda parte del siglo XX, y mucho antes también, ha habido innumerables casos de abusos por parte de grandes discográficas y casas editoriales, sobre todo en el tema de la adquisición irregular de los derechos de las creaciones de músicos y autores. 

En la actualidad el problema es que el derecho de autor funciona efectivamente como un impedimento en varias situaciones. Partamos del hecho de que en la época digital mucha gente compone remezclando. Hay un documental sobre derechos de autor que se llama Good Copy, Bad Copy (buena copia, mala copia) que examina varios casos de músicos que han tomado, digamos, uno o dos segundos de un tema para crear algo nuevo y han tenido toda clase de problemas…

Es lo que le pasó por ejemplo al grupo de hip hop N.W.A., que tomó un extracto de dos segundos de una canción, lo modificó, lo estiró para ajustarlo al ritmo de su propia canción, y fueron procesados y tuvieron que sacar la música. Fueron procesados por millones de dólares por solo dos segundos de una pieza. Y eso es algo que no solo sucede en la música, sino que también le ha pasado a numerosos videastas y cineastas, procesados por combinar en su creación elementos de otras fuentes. Ese es un obstáculo a todo un modelo de composición; un modelo que existía antes, sin duda – se le llamaba “pastiche” –, solo que hoy es un tipo de manejo con el que interfiere directamente la ley.  

Además hemos llegado a un punto en el que las grandes empresas quieren eliminar, en el caso de Estados Unidos, una cláusula fundamental dentro del derecho de autor que se llama fair use (uso legítimo, o uso razonable), y que es un uso que hacen periodistas, críticos, parodistas, de cualquier material para criticarlo, o para usarlo de una manera literaria, artística o cómica. Eso se permite hoy dentro de ciertos límites, pero es un derecho del que las grandes empresas se quieren deshacer.

Hay otra cuestión que es que con los nuevos servicios de streaming como Spotify o Pandora, con los que uno puede escuchar música desde su celular, uno ya no descarga o compra el fonograma sino que paga una tarifa fija al mes para escuchar toda la música que uno quiera sin publicidad. Ahí el problema es cómo se distribuye el dinero y los montos ínfimos que se manejan: las empresas que tienen los derechos de las canciones reciben en promedio algo así como 0,004 centavos de dólar por reproducción, y el artista termina recibiendo solo el 10% de esa cantidad.

También hay otros problemas. Por ejemplo, hay nuevas empresas que no respetan derechos o evaden responsabilidades a la hora de proporcionar vínculos a sitios de descarga ilegal de música o películas. Entonces, la cuestión es si los motores de búsqueda como Google son responsables o no por lo que pasa en esos servicios. Ahí el problema es nuevamente que la ley no se ajusta a la realidad que tenemos. No se trata de procesar a Google ni tampoco de no querer pagarle al músico o a algún cineasta, sino de repensar el derecho para que funcione en este entorno, donde todo el mundo está pinchando links para descargar cosas.

¿Es posible hacer una reingeniería global de todo este ámbito del derecho cuando hay tantos intereses de disqueras, productoras y editoriales de por medio? ¿O tenemos con este sistema para rato?

Yo creo que tendremos, a la vez, el derecho de autor por mucho rato y el caos en torno a esto. Se requeriría un cambio, pero es difícil. Se puede hacer país por país; ya China lo hace a su modo, impidiendo que operen Google y Facebook. Pero los chicos siempre encuentran una manera de llegar a estas redes, de la misma manera que si uno está en Perú y quiere ver un programa de televisión norteamericano puede acceder a un servidor que simula estar en Estados Unidos. Siempre hay una manera de hacer eso.  

La solución para todo sería que las empresas y los gobiernos conviertan (por iniciativa propia o por una ley que los obligue) el acceso a la cultura en algo parecido a un servicio público, como sucede con el agua o la electricidad. Es decir que uno tendría por ejemplo un contador en casa que registraría cuánto usas y pagarías en función de eso, o habría una tarifa plana como con los servicios de streaming. Se necesitaría de mucha voluntad política para llegar a eso pero en realidad sería lo más fácil, porque los usuarios han cambiado: ya no son los usuarios de los años 60-70-80, cuando uno sabía que tenía que comprar el fonograma o grabar uno mismo sus casettes. Las personas ahora ya no quieren esperar, ni tener que moverse mucho para conseguir lo que quieren; si yo en este momento quiero escuchar una canción, entro a Spotify y ya. El usuario se está acostumbrado a que todo libro, música, película, serie de televisión, le llegue inmediatamente, y el en el futuro ya no va a querer molestarse por ir a buscar su entretenimiento, lo va a tener todo disponible. Que sería lo bueno: que uno pueda tener acceso a lo que uno quiera con tal de que haya un sistema justo que reconozca quién ha creado algo y reciba su compensación, y también que sea fácil para el usuario.

"Ninguna persona que hace piratería en la esquina puede importar ilegalmente 100 millones de DVDs. Es una mafia la que logra hacer eso, como sucede con los armamentos y las drogas"
¿Cuál es su posición sobre la piratería, un fenómeno que tiene tanta pegada en el Perú? ¿Rescata algún aspecto de esta práctica?

Hay aspectos negativos de la piratería que es importante tener en cuenta. En primer lugar, como la piratería no es un negocio legítimo, no es un emprendimiento (digamos al nivel de los puntos de venta), que atraiga una inversión para mejorar la calidad del producto. Los piratas que uno ve en la calle son gente más o menos humilde que ha puesto un negocio, pero los que realmente se benefician de esta práctica son las mafias. 100 millones de DVDs vírgenes llegan al Perú cada año... ¿Pero cómo es que llegan? Ninguna persona que hace piratería en la esquina puede importar ilegalmente 100 millones de DVDs. Es una mafia la que logra hacer eso, como sucede con los armamentos y las drogas.  

pasaje 18 de polvos azules, la meca de la piratería en el perú. foto: vice.com

Esos son problemas, pero lo que tiene de bueno la piratería es que le da acceso a la cultura a mucha gente que quiere ver cine, escuchar música, etc. En realidad, la piratería es un resultado inevitable de una situación en la que las grandes empresas incurren en malas prácticas y manipulan los precios, etc, de tal suerte que todo es muy caro. No hay una política de las grandes empresas para que la gente de bajos ingresos pueda comprar una película; si el producto costara dos soles, sería otra cosa. Para una persona de bajos ingresos, pagar 15 o 20 dólares por una película es una locura.

Desgraciadamente no se le está dando suficiente atención al derecho de los ciudadanos a tener acceso a la cultura. Por eso me parece necesario que se instaure otro sistema de distribución como el que te describí, y que incluya además políticas de discriminación positiva para que quien no tiene fondos pueda tener un acceso. Desde luego, eso es pensar en términos socialdemócratas y tenemos pocos gobiernos de ese tipo en el mundo...

En nuestra región, especialmente, hay muchas resistencias ideológicas a ese tipo de situación...
Así es, pero es una locura porque existe la piratería. Si uno quiere resolver ese problema tiene que promover una alternativa, un tipo de acceso más democrático a la cultura, o de lo contrario podemos estar seguros de que la gente va a buscar el acceso ilegalmente. Sería mucho mejor tener un sistema para todo el mundo que uno que requiera la piratería.
¿Usted considera que una alternativa como la licencia creative commons, en este contexto, es realista? Se lo pregunto porque hace poco hubo en Lima un festival de cine creative commons, con películas que uno podía copiar libremente. ¿Qué rol vienen a jugar ese tipo de iniciativas en el campo de la creación?

Creative commons funciona para quien no quiere que lo suyo sea usado para lucrar; es una protección para los derechos, digamos, morales del autor. Pero en cuanto a ganancias, si yo soy un cineasta y me paso un año entero haciendo una película y he tenido que usar fondos propios con alguna inversión y quiero tener un retorno, o al menos para recuperar el esfuerzo que le metí, creative commons no ayuda. A lo mucho, la licencia puede proteger a los creadores de que un estudio o una televisora use su creación de una manera contraria a sus deseos.  

Evidentemente, un estudio de Hollywood jamás usará creative commons porque gastan 200-300 millones de dólares para hacer una película y necesitan ganar, qué se yo, 800 millones para justificar la inversión y poder hacer nuevos proyectos de ese tamaño. Por eso es que ellos controlan el mercado y tratan de procesar a todos los que copian ilegalmente, por el tamaño de la inversión.

Qué es lo que los ciudadanos y los creadores perdemos cuando se generan políticas de protección a los derechos de autor cada vez más restrictivas?

Hace un rato te di ejemplos del tipo de prácticas de sampleado y remixeo que están siendo reprimidas por las políticas de derechos de autor. En documental que mencioné, Good Copy, Bad Copy, hay un ejemplo interesante de un Dj llamado Danger Mouse que hizo un álbum al que tituló Álbum Gris en el que mezcló visual y auditivamente el Álbum Blanco de los Beatles y el Álbum Negro de Jay Z. En su momento, cuando lo colgaron en Internet hace como 8 años, fue lo más escuchado hasta que lo sacaron y procesaron a este músico.  

portada del "grey album" de danger mouse

Danger Mouse no ganó un centavo, pero las empresas que tienen los derechos de los Beatles y de Jay Z no perdían nada con la existencia del Álbum Gris; al contrario, su lanzamiento renovó el interés en el Álbum Blanco y en el Álbum Negro. Tenemos entonces una situación perversa con todo ese involucramiento de abogados y la complejidad y el costo de obtener los derechos para reutilizar partes de una obra. Yo una vez intenté, por ejemplo, citar dos versos de una canción de los Beatles en uno de mis libros y me querían cobrar mil dólares por eso. Al final tuve que parafrasear los versos porque no iba a pagar un monto así, es una locura para un ensayo académico. Indudablemente, hay cada vez más trabas innecesarias para la creación.

En el caso de los usuarios, sobre todo si son de bajos ingresos, esas condiciones extremadamente restrictivas terminan orientando al público hacia la piratería. Además hay un problema muy serio con la forma tan compleja con la que se manejan los derechos con las sociedades de recaudación, donde a menudo hay mucha corrupción… Tengo entendido que aquí en el Perú pasa eso con APDAYC… en España incluso metieron preso a Teddy Bautista, el presidente de la SGAE. Es decir que son sociedades que no distribuyen equitativamente lo que reciben, o que se quedan con el dinero cuando no queda claro quién tiene el derecho del material.

Finalmente yo creo que el derecho de autor va a seguir siendo necesario, alguna forma de derecho, porque es justo proteger a los creadores, pero la manera en que se ha sistematizado ese derecho es el problema. Y es un problema porque hasta los niños cogen cosas, las combinan, y crean cosas nuevas así. 

"¿Sabes que más del 70% de todos los contenidos en Internet los generamos nosotros, los usuarios? Sin embargo no tenemos protección"

Ahora, hay un ejemplo muy interesante de una publicidad de Coca Cola titulada “Razones para creer”, lanzada en 2010-2011 en plena crisis española. Como es una publicidad de Coca Cola, fue ideada para que la gente se sienta bien, y usaron noticias de un abuelo que donó un riñón a su nieto, cosas de ese tipo, y luego entraron a las manifestaciones del 15M, de los indignados, y cogieron twits y los pusieron en su publicidad. Desde luego, no se compensó a ninguno de los autores de esos twits.

¿Sabes que más del 70% de todos los contenidos en Internet los generamos nosotros, los usuarios? Sin embargo no tenemos protección. Uno de los mensajes que sale en el comercial de Coca Cola es “Otro mundo es posible”, que es una frase que viene del Foro Social Mundial de Porto Alegre. Es un lema de izquierda que se apropió la Coca Cola sin ningún problema. Ironías aparte, podemos ver que todavía hay varias cuestiones que el derecho de autor no contempla. Internet ha creado una serie de fenómenos que van mucho más allá de la piratería o de la descarga ilegal; inevitablemente, los nuevos derechos tendrán que ser distintos.


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Escrito por

Alonso Almenara

Escribo en La Mula.


Publicado en

Redacción mulera

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