Piketty o cuando los números no ‘le cuadran’ a ‘alguien’
¿Es casualidad que el economista francés se enfrente a medios conservadores a propósito de la desigualdad económica?
La balacera contra Thomas Piketty parecería seguir una línea fija: sus modelos matemáticos y estadísticos no calzarían con sus conclusiones, por tanto, su hipótesis respecto a que la inequidad económica se ha acrecentado en los últimos siglos carecería de valor…al menos cuantitativo.
Pero es flojo este bombardeo: ¿acaso la desigualdad en términos de riqueza es un hecho que deba cuestionarse cuantitativamente y en el tránsito poner en duda esos números? ¿Es la inequidad entre ricos y pobres tema de perplejidad? ¿Qué sectores o quiénes se encuentran tras este discurso de medios conservadores? Yendo más allá, Piketty ya advirtió al inicio de su controversial libro El Capital en el Siglo XXI que el modelo podría ‘quedarse corto’ porque la divergencia de la riqueza versus el lento crecimiento económico (léase: desempleo, falta de inversión, carencia de gasto y débil consumo y demanda agregada) podría ser mayor o peor.
¿Qué se oculta tras la reacción mediática contra el postulado del economista francés? Por su parte, ¿qué reacción habría considerado Paul Krugman, el Premio Nobel de Economía (2008) que ‘apadrinó’ al galo y de paso a su libro?
Piketty con ‘p’ de pánico
Al dársele una lectura seria al libro del investigador de la Escuela de Economía de París, se cae en cuenta de inmediato que el objetivo del libro es detectar que la brecha de desigualdad patrimonial entre ricos y pobres ha regresado a niveles de principios de siglo XX, vale decir, ha crecido en términos de portafolios personales. ‘Detectar’ no señalar, acusar, denunciar, tirar dedo. Otro tanto, quedaría la impresión que el grueso estudio de Piketty es eso: una exposición de hechos más con sabor a libro de historia económica sustentando en cuadros y gráficas estadísticas que sólo muestran series históricas de portafolios familiares o unipersonales, que un libro técnico, de modelos econométricos, de estimadores temporales o ecuaciones bidimensionales y tablas dinámicas de intrincados procesos lógico-matemáticos.
En El Capital en el Siglo XXI lo único ‘intrincado’ podría haber sido la encuadernación, el pegado, el diseño de la tapa (austero por cierto) y la distribución en librerías en su tramo impreso y el empaquetado y traslado en su ruta vía Amazon. También podría haber sido compleja la búsqueda de data (esto no es sarcasmo), pero ahí estarían las declaraciones de impuestos a las ganancias de capital en portafolios de inversión de individuos y familias ricas en una épica investigación de larga data. Laborioso Piketty y equipo si se toma en cuenta que las series se remontan a años previos a la Primera Guerra Mundial, llevando la pesquisa aún más atrás, al siglo XVIII.
Piketty en efecto diría tan sólo: existe mucha riqueza en manos de pocos. ¿El 80% de los patrimonios globales en manos del 1% de la población? Sonaría lógico. ¿Qué quedaría para el asombro entonces?
...quedaría la impresión que el grueso estudio de Piketty es eso: una exposición de hechos más con sabor a libro de historia económica sustentando en cuadros y gráficas estadísticas que sólo mostrarían series históricas de portafolios familiares o unipersonales, que un libro técnico...
¡Vamos! Que si Piketty ha propuesto en el estudio una sobretasa para los ricos del mundo, que si el economista sugiere un nuevo rol del Estado en detectar esos patrimonios y fiscalizarlos para que generen empleo y no sean una masa crítica ociosa de herencias, que si el galo recomienda un incremento en la presión tributaria sobre estos fondos, que si el especialista promueve que parte de estos patrimonios sean destinados a acelerar el Gasto Público vía expendio de Inversión y con esto dinamizar el crecimiento, desarrollo y viabilizar una salida a las crisis sistémicas del modelo capitalista…¿eso asusta? ¿Thomas Piketty suena a un Juan Velasco Alvarado expropiador y estatista? A modo de talk show: ¡Qué pase el marxista de Piketty al plató!
Financial Times (FT), medio conservador y probablemente más cercano a banqueros ‘family office’ (administradores de portafolios familiares), fondos patrimoniales, unidades de Wealth Management y posiblemente inmediato a fortunas heredadas, descargó el último fin de semana contra el libro, mejor dicho, contra los números del trabajo del economista francés.
“El tema central de la obra del Prof. Piketty es que las desigualdades en riqueza están regresando a los niveles vistos por última vez antes de la primera guerra mundial. La investigación (del informativo) socava esta afirmación, que indica que hay poca evidencia en las fuentes originales del profesor Piketty a confirmar la tesis de que una proporción creciente de la riqueza total está en manos de unos pocos ricos”, aclara Chris Giles, editor de economía del FT.
¡A por Piketty!
Para el blog que Giles tiene como plataforma en el FT, estás serían las seis cuestiones (de forma y fondo) que se deben saber para estar ‘en forma’ con el libro de Piketty:
Primero:
El medio aclara que no se trata de un ataque ad homimen y que no tiene que ver con una posición política determinada. “Muchas personas en la web han sugerido que los artículos (contra los cálculos del libro) eran un ataque premeditado contra el profesor Piketty, sugiriendo que los motivos del FT estaban en hacer un acoso o seguir una agenda política. Al FT le gusta hacer olas - es una organización de noticias– pero, la verdadera motivación es mucho más mundana y claramente documentada”, menciona Giles.
“¿Acoso?” “¿Agenda política?” Todo parece indicar que el FT –a través de su editor de economía- se está metiendo él sólo un balazo al pie con estas ‘aclaraciones previas’.
Segundo:
Chris Giles detecta un tramo inicial de error dentro de la numerología de Piketty. Compara las cifras de la Oficina de Estadísticas Nacionales del Reino Unido (ONS en sus siglas en inglés) y las esgrimidas por el profesor francés. Éste propone que en el top ten de las fortunas en Inglaterra, el 71% concentra la riqueza de la economía británica, en tanto que para la ONS, sería el 44%. ¿Por qué? Todo sería materia de procedimientos y metodologías donde las matemáticas y estadísticas no serían un universo maniqueo de matices blancos o negros, más bien de salpiques grises. Giles de alguna manera desliza la idea de que Piketty es de aquellos científicos sociales que no otorgan relevancia a sus números en tanto sus conclusiones o teorías lleguen a buen puerto. Algo así como “soy economista y hago lo que quiero”.
El mismo Giles, en amague de descargo y justificación a su posición aclara: “Muchos analistas económicos, entre ellos Simon Wren Lewis y Steve Pressman han escrito que los errores y ajustes son una práctica habitual en la economía empírica. ‘Es una especie de secreto sucio y oculto’, escribió el profesor Pressman, explicando que rara vez es intencional (…). Mi sensación es que tienen razón y que me preocupa porque me gustaría ser capaz de confiar en la investigación económica que difundo”.
En otro tramo Giles se envalentona y dice, como héroe de película de acción clase B,: “Los economistas académicos se han metido en problemas (con él, se entiende) si los datos no son documentados…”.
No se justificaría a Piketty, sólo se diría que entre su enfoque y el de la ONS habría detalles metodológicos objetivos más que subjetivos que detectar y que no necesariamente darían para la bravata o pataleta, menos de un editor del que –aunque no vendría a cuento- no se tiene certeza si es o no economista.
Tercero:
A propósito de la medición y su metodología, el blog vuelve a montar el caballo y picar espuela a galope tendido contra Piketty. Giles propondría que el uso de un promedio simple para medir la riqueza de tres naciones europeas top como Inglaterra, Francia y Suecia no basta porque ¿qué hay del resto de Europa y de los Estados Unidos? Habría que ponderar, vale decir, usar un promedio ponderado que mida la proporción poblacional con los patrimonios del segmento de los más ricos.
No son economías similares, con poblaciones parecidas e ingresos iguales sería el mensaje del escurridizo editor del FT.
“Una crítica que FT hizo fue que el prof. Piketty no debería haber tenido un promedio simple de sus datos como para que Gran Bretaña, Francia y Suecia representen a Europa”, se lee en el blog de Giles.
“Lo mejor de todo sería tener un conjunto de datos micros completos para tomar una muestra europea combinada, pero como eso es imposible lo de la ponderación es necesario”, sentencia.
Piketty no usaría una media ponderada porque sus series son históricas, datan de hace 70 u 80 años o más. Son tomadas en base a líneas de tiempo y en éstas la población cambia, muta, vive más o vive menos, se traslada o migra. Simple: la anomalía matemática surgiría en un modelo que intenté ponderar variables tan diversificarles como esperanza de vida, longevidad, guerras, crisis económicas, mortalidad infantil, etc. El promedio simple sería el último recurso y quizás el más válido en términos matemáticos. De nuevo, cuestión de metodología y en este caso, sentido común. ¿O acaso Piketty trabaja para Superintendencia de Banca y Seguros peruana fijando tablas de mortalidad de 115 años para afiliados a administradores de pensiones?
Cuarto:
Giles reclamaría respecto a que Piketty usó en sus cálculos temporales, declaraciones de impuestos para mensurar la riqueza, al menos en formato impositivo y sobre todo en Estados Unidos.
“En su respuesta a FT, prof. Piketty hace referencia a una presentación de un nuevo documento de Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, para estimar la riqueza desde los registros de impuestos”, declara el blog.
Aquí podría tener un punto Giles, sobre todo porque el sistema de recaudación para cada economía podría tener incoherencias y faltas propias de un registro burocrático y poco eficiente. Sin embargo, Piketty habría recurrido a esta fuente porque ahí se detectarían de manera más oportuna las ganancias por rentas de capital por inversiones en activos financieros en un contexto donde justamente El Capital en el Siglo XXI es un estudio referido al incremento de los patrimonios habida cuenta las ganancias potenciales en intangibles invertidos o heredados desde inicios del siglo pasado. Si un contribuyente en 1917 habría declarado cuánto ganó en una jornada bursátil o en un paquete de bonos heredado de sus abuelos, el estudio podría –estadística y matemáticamente- haber detectado el incremento de este portafolio y por ende, de la riqueza de este individuo, pero estaría en función a cómo esta persona haya declarado ante Hacienda el usufructo. Empate en todo caso entre Giles-Piketty.
Quinto:
Donde el FT vía su editor económico ganaría (en condicional), sería en el hecho de que el economista francés no podría haber estimado en su totalidad la riqueza y con esto su incremento en el último siglo.
¿Cómo sería esto? Sencillo: si Piketty lograría divisar ese tramo patrimonial en activos financieros o vehículos de inversión y la riqueza acumulativa a propósito de estos ya sea un incremento en la valorización de los portafolios o carteras heredadas, habría un componente en sus cálculos que no podría haber diversificado, los activos tangibles.
Es decir, ¿qué hay de las casas, mansiones, casas de campo o playa, terrenos, yates, caballos árabes, autos de lujo, joyas, palacios, castillos, departamentos, títulos de nobleza, obras de arte, patronazgos, mecenazgos, etc.?
Más allá de eso y volviendo a los patrimonios en activos financieros pero más actualizados, ¿qué hay de las cuentas encriptadas en bancos de Ginebra, Luxemburgo, Lichtenstein, San Marino, Panamá, Islas Vírgenes, Gran Caimán, Bahamas? ¿Qué hay de los fondos administrados por las unidades de Banca Patrimonial o Wealth Management de las instituciones financieras?
Por esto último es que Piketty diría que su cálculo podría quedarse ‘corto’ porque como señalaría el francés en el mail que le enviará a Giles ni bien éste requirió una aclaración el fin de semana último: "En realidad es muy posible que mis propias estimaciones no tomen plenamente en cuenta la riqueza offshore o en paraísos fiscales, algo que profundizaría la desigualdad”.
¿Se dijo que el FT ganaría? No lo parece porque Piketty reconocería y aceptaría astutamente una limitante en su cálculo que podría ser un bumerang para el FT.
Sexto:
“La principal crítica del trabajo de FT viene The Economist (Ryan Avent) y del New York Times (Justin Wolfers y Neil Irwin) y es que aunque el FT ha encontrado problemas con los datos del prof. Piketty, no importa realmente” escribe Giles en su blog.
“Esta es una cuestión de juicio. No hay duda de que los datos que el FT ha cuestionado se relacionan con sólo seis temas del libro del prof. Piketty, no su teoría, ni sus números en la distribución del ingreso (…). Mi punto es que si alguien afirma haber encontrado una contradicción fundamental del capitalismo, predice que el resultado es una creciente proporción de la desigualdad de la riqueza y utiliza los recientes aumentos aparentes en los últimos años de desigualdad de la riqueza como sustento de que su teoría es correcta, los datos se deberían encontrar en el núcleo del argumento del libro. Sin el aumento de la desigualdad de la riqueza de todas las economías avanzadas, yo diría que el prof. Piketty tiene una teoría sin las pruebas necesarias”.
Es decir, ¿qué hay de las casas, mansiones, casas de campo o playa, terrenos, yates, caballos árabes, autos de lujo, joyas, palacios, castillos, departamentos, títulos de nobleza, obras de arte, patronazgos, mecenazgos, etc.?
Ya de retorno a la redacción del FT, se cerraría con un editor cuyo discurso iría por decir que “…una vez que el FT limpió y simplificó los datos, las cifras europeas no muestran ninguna tendencia hacia el aumento de la desigualdad de riqueza a partir de 1970”.
“Un especialista independiente en la medición de la desigualdad comparte las preocupaciones de la (redacción) del FT” diría Chris Giles en tono aparentemente enigmático pues en su blog, tampoco se ha detectado al mentado ‘analista’. ¿Contrataría la patronal financiera global -vía el FT- a una firma consultora en estos menesteres? Dos meses después de lanzado el libro y medios liberales a la caza de un libro que señala al capitalismo no como la ‘madre del cordero’ de la desigualdad pero si como una variable importante que la explica, da para la reflexión. Piensa mal y….
Más allá de eso y volviendo a los patrimonios en activos financieros pero más actualizados, ¿qué hay de las cuentas encriptadas en bancos de Ginebra, Luxemburgo, Lichtenstein, San Marino, Panamá, Islas Vírgenes, Gran Caimán, Bahamas? ¿Qué hay de los fondos administrados por las unidades de Banca Patrimonial o Wealth Management de las instituciones financieras?
La montaría contra el galo, el liberal y pro economistas financieros Wall Street Journal también. Localmente, el impacto ha sido variopinto tirando para tímido y poco analítico, pero con un común denominador: que el libro de Piketty pondría en debate el capitalismo pese a que ese no sea el punto substancial sino subyacente. Destacaría la opinión de profesor Jorge L. Daly para El País y la revista Poder del mes de mayo.
Lo dicho: The Economist fue la sorpresa y saltó en defensa del ecónomo galo; lo mismo que el The New York Times vía al blog de Paul Krugman.
Súper Krugman a la defensa
Sin embargo, quien sí estaría en el lado ultramontano de la palestra a favor del economista francés sería el Premio Nobel de Economía estadounidense y profesor de la Universidad de Princeton Paul Krugman.
No sería para menos, Krugman de alguna manera ‘apadrinó’ a Piketty hace un par de meses cuando El Capital en el Siglo XXI saliera al mercado. Con frases como “el libro de la década”, Krugman dejaría en claro que el libro no sólo contaba con su visto bueno conceptual e ideológico, sino metodológico.
“Gran revuelo ha causado en la blogosfera el ataque de Chris Giles sobre el Capital de Thomas Piketty en el siglo 21. Giles encuentra algunos errores claros, a pesar de no tener mucha importancia; más significativo, cuestiona algunos de los supuestos e imputaciones que Piketty utiliza para hacer frente a los datos (…); Piketty tendrá que responder a estas preguntas en detalle, y vamos a ver lo bien que lo hace”, aclara el Nobel desde su blog en el New York Times.
Krugman confiaría en su ahijado pues más allá de las críticas a los números de éste, la conclusión es evidente: la riqueza vía patrimonios heredados que poco o nada hacen en el segmento de generación de empleo vía Inversión o Gasto privado-Público, han aumentado y su brecha respecto a los que menos tienen se ha profundizado, sea el método que se use para calcular este margen.
“…lo que tenemos, como Piketty subraya, es la evidencia de las encuestas tipo Forbes, que muestran la riqueza en alza en lo más alto. Y tenemos otras estimaciones de concentración de la riqueza, como Saez-Zucman, que utilizan métodos completamente diferentes pero apuntan a la misma conclusión”.
Lo dicho, la metodología y sus enfoques diferentes no tendrían por qué invalidar o apoyar una tesis cuya verdad subyacente sería arrolladora. La evidencia empírica no develaría que Piketty impondría una sistemática, sólo usaría una distinta.
Por otro lado, se desprendería que el profesor de Princeton no desearía entrar al debate matemático-estadístico por ser éste –presumiblemente- pretencioso y poco ‘democrático’ para lectores legos en la materia. “El punto es que lo de Giles está resultando ‘demasiado’; si su intento de volver a trabajar a Piketty (y sus números se entiende) lleva a la conclusión de que no ha pasado nada respecto a la desigualdad de la riqueza, lo que realmente muestra es que él (Giles) está haciendo algo mal”, afirma el Nobel.
Sin embargo Krugman no dejaría de ser objetivo: “Nada de esto absuelve Piketty de la necesidad de responder a cada una de las preguntas individuales. Pero cualquiera que pueda imaginar que la noción respecto a que la creciente desigualdad de la riqueza puede ser refutada, es casi seguro que va a salir decepcionado”.
Piketty: ¿softmarxista?
El Nobel no divorciaría a la política a propósito de la andanada del FT y otros medios conservadores y la suspicacia en torno a sus observaciones y quiénes están tras de ellos (lo mencionado: ¿bancos? ¿Fondos patrimoniales? ¿Unidades de Wealth Management?), con las conclusiones y recomendaciones macroeconómicas propuestas por el profesor francés en su libro.
“…los conservadores están aterrorizados. Así James Pethokoukis del American Enterprise Institute advierte en National Review que el trabajo del señor Piketty debe ser refutado, porque de lo contrario ‘se extenderá entre la clerecía y remodelar el paisaje económico y político en el que se libran todas las batallas políticas en el futuro’..." menciona Krugman en otro tramo de su contenido bloguero.
“Lo realmente llamativo sobre el debate hasta ahora es que la derecha parece incapaz de montar cualquier tipo de contraataque sustantivo a la tesis del Sr. Piketty. En cambio, las respuestas han sido todo sobre los insultos -en particular-, afirman que el Sr. Piketty es un marxista, y también lo es cualquier persona que considera la desigualdad de la renta y de la riqueza de una cuestión importante”.
El economista estadounidense de alguna forma ya habría detectado que los patrimonios heredados y no trabajados, habrían creado una suerte de nueva oligarquía que sería foco de observación y de estudio. Esta ‘meritocracia’ ociosa que no generaría empleo, empresa o inversión sería el nudo gordiano macroeconómico e ideologizado para Krugman y estaría detrás de la puñeta de la prensa conservadora: “Durante el último par de décadas, la respuesta conservadora a los intentos de hacer que los ingresos crecientes en la parte superior (de la sociedad) sean un tema político ha implicado dos líneas de defensa: (…) la negación de que los ricos son una realidad, (…) y que los ingresos crecientes en la parte superior son una recompensa justificada por los servicios prestados (a la nación). No llame (a los ricos) el 1 por ciento; los llamaremos ‘creadores de empleo’...”
Sin llegar a ser simplista, el Nobel afirmaría que toda esta agenda conservadora política tendría que ver con el temor a un estamento impositivo que grave con más impuestos a los ricos y les exija de paso un incremento en su participación a través del Gasto privado y público y su incidencia sobre el empleo.
“Entonces, ¿qué es un conservador?, ¿un temeroso de que este diagnóstico puede ser utilizado para justificar mayores impuestos a los ricos? (El conservador) Podría tratar de refutar el Sr. Piketty de una manera sustancial, pero, hasta ahora, no he visto ninguna señal de que eso ocurra. En cambio, como ya he dicho, todo ha sido insultos”, afirma Krugman.
Al final, los ricos también lloran…porque o no quieren gastar o no desean generar empleo: ¿a eso le temerían?
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Economista, periodista, docente. Corresponsal para Latinoamérica de iForex financial news, consultor y analista. Sígueme en @eduardo_recoba
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