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foto: melissa cosmópolis

La poesía es el viaje de una persona

Paul Forsyth ha recurrido a un gesto cada vez menos frecuente para dar a conocer su más reciente poemario: ha decidido obsequiarlo. Sobre este hecho y su mirada sobre la escritura conversó LaMula.pe con él.

Publicado: 2014-05-24

Estamos en las instalaciones del CPEC, el Centro Peruano de Estudios Culturales. Se nos invita a pasar a una oficina en el segundo piso de un edificio ubicado en Surquillo. Es aquí donde sostendremos la conversación con el poeta Paul Forsyth (Lima, 1979).  

Si nos ajustamos a las coordenadas cronológicas correspondientes, la obra de Forsyth debe ser considerada como parte de la promoción del 2000. Su primer libro, Laberinto (2006), quedó finalista en el Concurso Nacional de Poesía que organizaba la Pontificia Universidad Católica del Perú. Luego, como parte de la Colección Underwood, iniciativa editorial impulsada por esa misma casa de estudios, publicó el poema largo Llamarás mi nombre (2009). Será hacia mediados del año pasado que edite su libro más reciente, El Oscuro Pasajero (2013).

Forsyth es poco dado a participar continuamente en recitales (aunque en los últimos meses ha sido invitado a los que organiza el grupo Durazno Sangrando), de modo que esta es una oportunidad para conocer más de su trabajo creador.

Escribir, escribir, escribir 

¿Cómo hay que concebir hoy en día al escritor? ¿Se lo puede considerar aún como un visionario, una suerte de iluminado que destaca de algún modo entre la masa de individuos grises, o es tan solo alguien más entre los hombres, alguien que escribe, sí, pero no alguien especial? Paul me dice que no entiende mi pregunta y suelta una risa de inmediato.

Como me podré ir dando cuenta conforme transcurra la conversación, a Paul estas etiquetas, estas ideas preconcebidas, le desagradan. De allí que, antes de preocuparse por determinar su naturaleza como escritor —se trate o no finalmente de un ser sobresaliente—, prefiere concentrarse únicamente en la escritura.

Entre si es un don innato o un oficio adquirido en el tiempo, Forsyth encuentra a la poesía como una suma de ambos factores: “Mira, creo que es un poco inconveniente verlo de una u otra manera, ¿no? Quizá, tratar un poco de tener un poco de la otra. Algo de oficio tiene que haber, en el sentido de que tiene que llevarte a metas muy concretas. Tienes que saber qué quieres decir también. Tienes que saber más o menos cómo armar lo que quieres decir y a dónde quieres llevarlo”.

foto: melissa cosmópolis

Sin embargo, su mirada no se detiene únicamente en ese aspecto. Y es que, al fin y al cabo, el escritor, el poeta, se encuentra inmerso en el mundo junto con otras personas: “En relación a lo social, a los demás, no sé qué tan diferente sea. Entiendo que escribir es una suerte de modo de vida. Finalmente es un viaje personal y que un escritor, un artista, privilegia. Lleva su atención hacia ello. Es una labor poco difícil, además. Porque no hay dinero, pero sí hay mucho tiempo invertido”.

Una labor —reconoce— que requiere de determinación y voluntad: “Tienes que ser persistente con lo que quieres. Ya, digamos, escribiste un libro o dos, pero ¿cómo te mantienes haciéndolo? ¿A dónde vas? ¿De qué fuente bebes ahora?”. Y luego agrega: “Lo que sí siento que se olvida la gente es que es un viaje personal. Uno saca el libro, al final te agarran a patadas. Por lo general nos olvidamos que es el viaje de una persona. Es tu huevada y salen a hablar sandeces, gratuitas además. Eso no se olvida”.

Precisamente porque la poesía para Paul —y lo siguiente creo que podría extenderse sin problemas al resto de manifestaciones artísticas— viene a ser un viaje personal, es un proceso en el que tanto los ascensos como las caídas son experiencias valiosas, puesto que lo forman y consolidan en el tiempo: “No me arrepiento de absolutamente nada de lo que he escrito. O sea, es parte del viaje. Hay mucho de ejercicio. Hay mucho de oficio. Tienes que trabajar harto. No puedes esperar un gran poema, un buen poema, un lindo poema, en un día. Tienes que intentarlo, escribir, escribir. Noventa por ciento de ripio, y tratar de exprimir a esa chamba algo interesante. Pero ese ripio es muy necesario. ¿Cómo arrepentirme de eso? Cada libro es eso, un salto de ripio en ripio, un salto de experiencia en experiencia, un marco evolutivo personal”.

Escribir (y regalar) libros

Paul desconfía de la inspiración. Reconoce su existencia, pero no considera que sea una condición necesaria para poder escribir: “Creo que es un prejuicio cuando se convierte en una excusa. ‘Pucha, no estoy inspirado, no la hago, no es el momento’. ¿Por qué no todos los momentos son proclives de eso?”.

De igual manera concibe al afán de alcanzar la perfección, cuando este se convierte, antes que en un aliciente, en un obstáculo: “Siento que por lo general hay mucho apego por lo que uno escribe. Es frecuente el caso de estas personas que escriben diez poemas y vienen cosechando y trabajando diez años. Y dices: ‘Huevón, no seas bravo. Déjalo ir’. Esta necesidad de perfección es un prejuicio”.

Paul indica que los poemas que integran El Oscuro Pasajero fueron escritos en 2009. Tras el respectivo período de correcciones (“Lo he revisado un millón y ya no quiero ni mirarlo…”), se animó a publicarlos no solo como una sana práctica de desapego, sino también para poder darle cabida a nuevos proyectos.

Me comenta, además, que este poemario se regala. Hay que reconocer que no es una práctica común en estos días (el año pasado hubo otro caso, también una excepción a la norma, un libro del poeta Rafael Espinosa). No, aunque sea, cuando se trata de una edición que no luce artesanal y que se nota que ha habido una inversión en su impresión. Entonces, resulta inevitable preguntarle ¿por qué? ¿Por qué preparar un libro y luego solo obsequiarlo?

foto: melissa cosmópolis

Forsyth recuerda que cuando editó su primer libro, también creía que debía regalar sus ejemplares. Pero reconoce que en ese entonces se trataba de una especie de idealización. Sin embargo, indica, ese gesto, el de ofrecer gratuitamente el libro, ahora, en cambio —a lustro y medio de su debut literario—, viene a ser una genuina actitud realista.

“Si tú estás esperando que tu libro se venda es para que después que se lea, que es tu verdadero objetivo. Porque tu libro si no se lee, se muere. Lo más lógico es, simplemente, cortar el problema de la plata. Tomando en cuenta que acá no vas a hacer dinero. A no ser que inviertas tu dinero para sacar el libro y, no sé, lo verás de vuelta en diez o quince años. ¿De qué te sirve en quince años ese dinero? Entonces la idea es llegar un poco más rápido a los lectores. Obviamente”.

La poesía —sobre todo la nacional, y en especial la de aquellos autores aún no consagrados por el canon— es uno de los nichos comerciales más endebles en el Perú, ya que tiene un público muy escaso, comparado con otros géneros literarios, como la novela, por ejemplo. A esta situación hay que sumarle el hecho de que el circuito editorial sigue siendo bastante precario en muchos de sus aspectos. Entre ellos, el de la promoción adecuada del autor.

La postura de Forsyth al respecto es muy clara: “que la promoción [del libro] sea el mismo libro”.

Sin el apoyo de un agente literario —figura típica en otros países— y sin el de una editorial —que pueda mover su nombre entre los medios— el hecho de que el escritor sea uno que opte por apartarse de los recitales y los festivales, de las reuniones sociales, de los compromisos, tendrá como resultado evidente que termine invisibilizado.

Al respecto, Paul comentará: “Eso significa que el escritor tiene que fajarse todo el tiempo que va a tomarle realmente hacer eso, ¿no? O sea, incurrir en los aspectos que quizás no tienen que ver con escribir y que más bien tienen que ver con promoción de tu escritura y que son incómodos, difíciles, usando los contactos... a lo que yo voy es que eso exige mucho tiempo. Tiempo que es precioso... sobre todo si tienes una mujer y una hija. Tienes que chambear”.

Proyectos a la vista

Pese al panorama, Paul Forsyth cree que aún es posible hacer cosas por la literatura peruana. Es así que está armando un nuevo sello editorial con el poeta José Miguel Herbozo. El nombre de este proyecto es Celacanto. “Vamos a empezar con libros de poesía. Lo que nos guste. Lo que consideremos bueno. Lo que quieran nuestros amigos”, afirma risueño.

Un proyecto en el que el tema del dinero no tenga que ser un impedimento para nadie. “Es una actividad que vamos a hacer por placer, por el gusto de seguir, de participar en producción de libros bacanes, de libros interesantes de literatura en el Perú. Básicamente ese es el fin”.

A continuación, un video que registra un recital del poeta.

Y aquí, otro de sus textos.

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Escrito por

Paulo César Peña

Literatura. Historia. Arte. Lima. Y también dibujo ciudades en mis ratos libres. @dinamodelima


Publicado en

Redacción mulera

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