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"Seguiré escribiendo mientras tenga algo que decir"

Ganador de los Juegos Florales de Barranco (2013), Mateo Díaz es otra de las voces más recientes de la poesía peruana, a quien no hay que perderle el rastro.

Publicado: 2014-03-08

1. 

Es probable que el nombre de Mateo Díaz (Lima, 1989) aún no sea del todo conocido. Apenas tiene un libro publicado: Av. Palomo (Paracaídas Editores, 2013). Durante su etapa universitaria, cuando estudiaba Literatura en San Marcos, se encargó —junto con otras personas— de la organización de la serie de recitales 'Ese puerto existe'. Y a fines del año pasado fue elegido como ganador de los Juegos Florales de la Municipalidad de Barranco por el poemario Libro de la enfermedad.

Y aunque apenas hayan bastado unas pocas líneas para sintetizar una trayectoria que tiene poco más de un lustro de iniciada, es posible detectar uno de los patrones que viene repitiéndose, de uno u otro modo, entre varios de los creadores literarios contemporáneos.

Se trata del hecho de que la intención de dedicarse a la escritura derive —por una necesidad vital— en promoción cultural. Ya que, ante la falta de espacios adecuados para la difusión de la producción de las promociones más recientes, la tarea de generarlos resulta insoslayable. Sobre todo cuando se es parte de una institución más tradicional como lo es la universidad, ya sea para estudiar Literatura o alguna otra carrera. Sucede que una gran cantidad de personas accede entusiasmada a ella, pero más temprano que tarde descubre que las direcciones propuestas en las aulas no apuntan sino a la investigación o a la crítica especializada.

La experiencia de 'Ese puerto existe', para el caso de Mateo, es ejemplo de ello. La dinámica de este evento consistía en celebrar un recital que permitiera reunir en una misma mesa a autores inéditos —previamente seleccionados de una convocatoria abierta de poemas— con autores de mayor recorrido y experiencia en el circuito poético local. El objetivo no solo consistía en mostrar el trabajo de los nóveles o el de estrechar lazos con los poetas de mayor edad, sino en el hecho de demostrar que, pese a todas las dificultades y estrecheces, persistía el afán por evitar que la poesía se hundiera en las tinieblas.

2.

Resalto este aspecto porque contrasta con su actitud como creador. Es casi como si hubiese tenido que cargar con dos identidades debidamente diferenciadas la una de la otra.

De un lado el promotor cultural, que tiene que coordinar fechas y reuniones, preocuparse por conseguir los ingresos para alimentar la actividad, preocuparse, también, porque la publicidad física y virtual esté distribuida en los lugares correctos, así como mostrar la cara cada vez que sea necesario. Y del otro, el escritor, que cree más en lo que lee que en lo que realiza por sí mismo, que vive entregado a su fe por la literatura, pero que a la vez es escéptico de la eficacia de la palabra.

De allí que esta conversación en dos tiempos apunte a ese aspecto, a su ser escritor. Pese a que para Mateo el serlo no tenga nada de especial y lo mágico esté, más bien, en ser un lector: "El escritor es un lector privilegiado de una obra: la propia. Eso puede ser algo bueno o una tortura, como para Flaubert, quien jamás estaba conforme con lo que escribía".

Bien. No se podrá creer en que el escritor sea alguien con características distintas al resto. Se puede decir que es un sujeto más. Pero una vez ante la página en blanco existe algo que lo guíe, ¿Mateo Díaz tiene alguna regla sobre la escritura? ¿Escribe siguiendo algún tipo de dogma propio? 

"No sigo exclusivamente ningún dogma o regla (ni siquiera la abolición de las reglas que es, por supuesto, otro dogma). Los manifiestos o artes poéticas son útiles para reflexionar sobre la escritura, ayudan indirectamente en la escritura, pero no sirven como recetas o fórmulas".

3.

Entonces, ¿cuál fue la operación seguida que dio por resultado los dos libros que ha escrito? Luego de reflexionar sobre el proceso que experimenta cuando escribe, Mateo responde así:

"Trato de que la obra madure en el interior antes de pasarla al papel. Al comienzo, lo que maduraba era solamente la idea. Con el tiempo, he terminado haciendo poemas enteros en mi cabeza antes de haber escrito una sola palabra. Ahora, nada de ello quita el proceso de corrección que le sigue, a veces más largo que la 'gestación' del poema mismo".

Que el autor tenga en claro el modo como trabaja, aunque solo lo describa en unas pocas líneas, revela que ha sido una preocupación previa y por tal motivo es capaz, ahora, de identificar cada una de las actividades que intervienen en el proceso creativo. Entonces, cuando se refiera a la escritura de su segundo libro, Mateo dejará ver que no cesa de reflexionar en torno a la naturaleza de la poesía:

"Escribí los poemas del Libro de la enfermedad entre fines del 2011 y fines del 2013. Fue un proceso más largo que el de Av. Palomo, que solamente me tomó un año. Otra diferencia con el poemario anterior es que lo escribí transversalmente: es decir, escribía cada sección de la obra simultáneamente. Supe que estaba listo cuando pude concretar el plan que había proyectado. Entre poema y poemario siempre existe una tensión entre ambos elementos, el poema que busca su individualidad y el poemario que persigue una síntesis. Con el tiempo, creo que tiendo a darle más libertad al poema. Lo único que sé del siguiente proyecto es que probablemente tendrá esa dirección"

Después de haber sido elegido ganador de los Juegos Florales de Barranco la atención del resto se fijó sobre su persona. Así que, tras el vaivén de felicitaciones y comentarios suscitado tras la noticia, es inevitable preguntarle ¿en dónde está la literatura? 

"Entre lo que uno escribe y el momento en que sale a la luz (no me refiero necesariamente a la publicación de un texto, también cuando uno comparte un texto con un amigo, un lector) hay un abismo de incomprensión, de silencio. Particularmente uno siente la necesidad de que el otro encuentre en la obra lo que uno creyó dejar ahí, cosa que nunca sucede. Sin embargo, en esa incompatibilidad, en ese vacío, hay algunas palabras que quedan, que dialogan con lo que uno ha escrito. No más, tampoco menos, eso es lo que ha quedado de ese y todos los años anteriores".

Preguntar sobre el futuro a alguien que recién está iniciando su carrera en la literatura puede ser una especie de trampa. Saca a la luz una versión del autor sobre sí mismo y su obra y, simultáneamente, existe una suerte de autoevaluación. Mateo, pese al espaldarazo que puede significar en nuestro medio, tan desacostumbrado a honrar a sus creadores, un concurso como el de Barranco, prefiere tomárselo todo con calma. 

"Escribiré mientras tenga algo que decir. No creo en la escritura como modo de vida o como 'forma de ganarme la vida'. Ahora, sí creo en el modo de vida de la lectura. Sospecho que siempre seguiré leyendo".

4.

A continuación una breve selección de la obra de Mateo. Los poemas pertenecen a su primer libro, Av. Palomo, y si se desea leer algo más de él, acá hay otra muestra:

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Escrito por

Paulo César Peña

Literatura. Historia. Arte. Lima. Y también dibujo ciudades en mis ratos libres. @dinamodelima


Publicado en

Redacción mulera

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