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IMAGEN: DANIEL MORETTI | LAMULA.PE

"Habría que modernizar ese socialismo"

Yehude Simon vuelve a aparecer para reconocer sus errores y analizar los temas de fondo que repercuten en el país.

Publicado: 2014-05-09

Tras protagonizar una controversia que intentaba salpicar al Presidente de la República -la 'bomba' sobre una supuesta paternidad oculta, ya descartada- el congresista Yehude Simon ha intentado mantener un perfil bajo. El episodio sólo le sirvió para entrar al campo de las murmuraciones y, tras ser considerado como una cortina de humo, revivir en la mente de la ciudadanía su vinculación con el aprismo, grupo político con el que colaboró en su etapa de primer ministro, que cerrara desafortunadamente a raíz de los sucesos en Bagua (2009).

En conversación con lamula.pe, Simon formula una autocrítica sobre sus decisiones, a tal punto de considerarse “99% defectuoso”, a la vez que enfatiza en el valor político de dialogar con todos y sin prejuicios.

Muchos políticos critican su ‘falta de consecuencia’. Usted ha respondido más de una vez que no se debe priorizar el interés protagónico partidario, sino la visión país. Pero, ¿se puede colaborar realmente con un gobierno que no tiene la misma estructura programática?

La clase política no sabe dialogar. Es decir, siempre existe el cálculo. Si yo respeto al señor Toledo por ser presidente de la República, me vuelvo toledista. Si yo respeto al señor García por ser presidente de la República, me vuelvo aprista. Y si yo no ataco al señor Humala, soy humalista. Aquí, tanto la prensa como los políticos, se han acostumbrado a que uno tenga que eliminar al rival.

Por eso a mí me acusan de siempre estar con el poder. Pero yo te pregunto, ¿qué he sacado de ‘haber estado con el poder’? En principio, cuando apoyamos a Toledo, yo ya era presidente regional. Cuando García ganó, yo ya había ganado al APRA y al propio García por segunda vez. Sólo necesitaba el hospital regional. Cuando fui primer ministro, García me lo solicita a mí y además el país estaba en una situación complicada.

Como primer ministro de Alan García, según su propia declaración, al final usted se distanció del gabinete por la forma en que la exministra del Interior, Mercedes Cabanillas, actuó frente al conflicto de Bagua. ¿No es ésta una forma de rehuir a su propia responsabilidad?

Sobre la exministra Cabanillas, si bien su sector estuvo involucrado, nadie dio la orden de matar. Fue una cuestión propia de los policías que se encontraron en esa localidad. Mi error fue el no haber ido al lugar de los hechos para tratar de calmar las cosas. Lo de Bagua fue un episodio lamentable.

"SI NO VOY, MI PARTIDO DESAPARECE"

Una de las propuestas recurrentes de su partido es repotenciar la agricultura. ¿Cómo ha avanzado el país en esta agenda?

Yo creo que los gobiernos han sido ciegos. El presidente Toledo tuvo una serie de buenas ideas pero al final no aterrizaron porque nunca se hicieron realidad. Al presidente García le faltó mucho una mirada agraria. Estuvo más en el desarrollo cortoplacista para aprovechar los recursos y hacer obras de infraestructura, lo cual es importante pero siempre hubo el abandono del agro. Y lo más triste es que creo que este gobierno no le ha puesto la mirada como debe ser al pequeño y mediano agricultor. Si no hay desarrollo del agro, el Perú va a pagar las consecuencias. Ya no hay mundo rural. Del 55% del Perú antiguo, de los años 40, hoy tenemos entre el 8% y 10%. ¿Quién va a producir alimentos? ¿El Perú va a crecer solamente con la agroexportación?

Usted no cuenta con el respaldo de una bancada o de colegas suyos para generar proyectos que respondan a esa línea de interés de su partido.

Es triste. Yo estoy en la Comisión Agraria y ahí me doy cuenta de que la mayoría de ellos piensan como uno. Marisol Espinoza, vicepresidenta de la República, Tomás Zamudio, vocero nacionalista, y algunas personas del fujimorismo piensan igual. Sin embargo, se aprueban proyectos y en el Pleno no se ven. Esto no es un problema de derechas o izquierdas. Esto es un problema de realidad nacional. Entonces, para mí es terrible estar solo.

Era uno de los riesgos de involucrarse en la fallecida Alianza Por El Gran Cambio.

Claro, la alianza fue por una razón estratégica: Si no voy, mi partido desaparece. Y nosotros somos –tú lo puedes investigar- el partido más pobre de este país.

¿A pesar de la presencia que tiene en Lambayeque?

Nosotros no tenemos dinero. Nadie nos da dinero. Nuestras campañas salen de los bolsillos de algunos simpatizantes, pero es ridícula comparado a lo que gastan todos. Y dar el gran salto a nivel nacional también ha sido importante; hemos sacado en el proceso electoral de Lima Metropolitana, sin que nos conozcan, 204.000 votos. Todo esto sin plata. En ese sentido, creo que hay que saber diferenciar al empresario del político. El empresario busca utilidades económicas para él, mientras el político debe servir. Ahí están los ejemplos de Barrantes, Haya de la Torre, Belaunde y el propio Javier Diez Canseco.

Algo que quizás no entendieron los ministros…

Yo te aseguro que así le ofrecieras a un ministro 10.000 soles, ¿quién no quisiera servir a su país? Ser ministro de Estado es un galardón para la carrera política, además de demostrar lo que uno es capaz. Pero haberse subido el sueldo y dejar el salario mínimo vital ahí, es una ofensa a todo lo que significó la campaña electoral del presidente Humala.

De repente, con razón, Economía dice que subir el salario mínimo vital significaría la quiebra del pequeño y mediano empresario pero, entonces, ¿por qué se subieron el sueldo ellos? Es decir, para los trabajadores nada porque puede afectar al pequeño y mediano empresario, lo cual no deja de tener razón alguna, pero para ellos sí 30.000 soles que también irán a los viceministros, alcaldes y presidentes regionales a futuro. Entonces, eso ya termina siendo ofensivo, pues. Si un congresista es criticado por su sueldo, que sale líquido entre 8.000 y 10.000 soles pero en bruto casi 15.000 soles, imagínate a un ministro que se sube de 15.000 a 30.000 soles.

Sin embargo, los congresistas también pasaron por un cuestionamiento similar, con los aumentos de los bonos de representación. Si bien usted fue uno de los que se negó a aceptarlos, a nivel institucional, nadie queda bien parado.

El Congreso está completamente desprestigiado. Por supuesto que, al tener un discurso diferente, me gané los odios de todos mis compañeros del Congreso. Pero alguien me enseñó, y ese fue el padre Lanssiers, lo siguiente: nunca escuches a cinco, escucha a todos. Felizmente en nuestro caso se dio marcha atrás, porque político que no escucha está perdido.

Ahora, bien, yo soy un hombre con muchos defectos. De repente un 99% soy defectuoso. Pero hay un 1% que ayuda, el cual es saber escuchar. Y saber corregir. Nunca dejaré de cometer errores. Pero lo importante es tratar de con toda humildad reconocer mi error. Entonces, eso te permite desarrollar otras virtudes. La principal virtud que tiene que tener el político es escuchar, escuchar, escuchar y no creerse Dios. En función a lo que tú escuchas, tomas decisiones.

HUMANISMO A LA PERUANA

¿Por qué el humanismo peruano se diferencia tanto del de otros países? Su agrupación recoge la idea de una ‘economía solidaria’ o de ‘capitalismo popular’, mientras otros humanismos, además de ser internacionalistas, rechazan categóricamente el modelo neoliberal.

Para explicártelo, te contaré una anécdota que tuve en Sullana. Hace 10 años trabajamos con un grupo de compañeros humanistas para crear la Vivienda Popular, sin que le cueste un centavo al Estado. La idea era no invadir tierras, sino hacerlo todo dentro de la legalidad. Y ellos lograron venderle la idea al sector D y E; acumular un pequeño capital para comprar unas hectáreas en Sullana. Se logró comprar casi 64 hectáreas, tanto al Municipio de Sullana como al Ministerio de Agricultura y por ahí empezó la capacidad que tiene nuestra gente, desde la sociedad civil, para desarrollar la economía solidaria que nosotros planteamos. Después de 10 años, han construido las primeras 300 casas, de 120 metros de extensión. Al Estado no le costó ningún centavo, te lo reitero. Y la gente pobre lo ha conseguido con su propio esfuerzo. Uno aprende que no tenemos que echarles la culpa de los problemas necesariamente a los gobiernos, sino también a nosotros, que no somos capaces de independizarnos del Estado y sentir que podemos hacer nuestro propio desarrollo.

Desde su experiencia como diputado en los 80s, presidente regional de Lambayeque, premier con García y hoy como congresista, ¿cuáles son los cambios sustanciales que encuentra en el país?

Yo veo que este Perú camina, ciertamente. Pero ese desarrollo que tiene, a muy corto o mediano plazo, cuando la realidad nos golpee y nuestras materias primas desaparezcan, nos daremos cuenta que hemos construido muy poco. Y el mundo rural, que es el mundo que preocupa, figura como la ‘cenicienta’. El Perú ha cambiado en un aspecto, sí. En la política, nuestras ideas de izquierda del pasado tienen que quedar en el pasado. Sin tener vergüenza de ellas. A mí me dicen muchas cosas pero yo no tengo vergüenza ni reniego de mi pasado. Habría que modernizar ese socialismo, que lo hizo Brasil con Lula y Ecuador con Correa. El Perú todavía no lo ha hecho, a pesar de la inmensa oportunidad que tuvo y espero que tenga el presidente Humala.

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