Este 2014 el grupo Chaski celebra el 30 aniversario de Gregorio (1984) y el 25 aniversario de Juliana (1989), dos clásicos del cine peruano. Por ese motivo LaMula.pe entrevistó a René Weber, guionista de Juliana y de la nueva película que la agrupación empezará a rodar en las siguientes semanas.
(Fotos: Ana Cabrera)
Un pasadizo y una escalera que nos lleva directamente al segundo piso, a un ambiente amplio y confortable con una gran ventana desde la cual se puede ver el mar de Magdalena. Llegamos muy temprano para ver a René Weber, quien nos recibe con un apretón de manos como el que te daría un amigo que no ves hace mucho tiempo. Esa familiaridad no es solo una percepción. René es parte de la Historia del cine peruano, una parte que no ha renunciado a seguir trabajando teniendo como premisa el compromiso social, más allá de un fin comercial, fin unívoco, pareciera, a estas alturas. Y sin embargo…
- René, ingresas a Chaski en 1985, inicialmente para trabajar en el proyecto de difusión popular…
- Cuando yo ingreso eso ya estaba funcionando. María Elena Benitez y Javier Portocarrero hacían una labor extraordinaria como pioneros de este proyecto de distribución alternativa. En aquel entonces se trabajaba con los proyectores de 16 m. y en 1985 tuvimos más de 100 mil espectadores con ese sistema.
- ¿Lo realizaban en ese momento ya en provincias y en zonas periféricas de la ciudad?
- En ese momento era Lima y no solo en la periferia. Tampoco es que se hiciera exclusivamente para el sector pupular. También lo hacíamos para colegios, asociaciones y todo aquel que requiriera el servicio que ciertamente no era gratuito, pero sí tenía un costo simbólico.
- Pasaban películas latinoamericanas y sus documentales, para ese entonces los más celebrados eran "Miss Universo en el Perú" (1982) y "Encuentro de hombrecitos" (1987), esta última, producción en la que participaste.
Claro, no sé si has visto también Sueños lejanos (2007), un documental que hicimos con los mismos niños veinte años después. El filme intenta responder qué pasó con ellos. Después de todo el Perú cambió mucho en esos 20 años. Después de esta producción hemos seguido teniendo contacto con ellos, más con el Negro [Edward Centeno] que con el Gringo [Roberto Velásquez].
- Ustedes son de los primeros que apelan, al menos en Perú, a guiños de cierto neorrealismo, haciendo estos docuficciones e incluso en sus películas en que trabajan con actores no profesionales.
- Ricardo Bedoya señalaba, en su libro Cien años de cine en el Perú, que para él Gregorio es muy neorrealista y tiene mucho que ver con las películas iniciales de Vittorio de Sica, y en cambio cuando habla de Juliana responde a un momento posterior, del trabajo de De Sica a partir de los años 50, menciona incluso la película Milagro en Milán, y cosas que escapan al neorrealismo, como en el final mismo de Juliana.
- A ese respecto, hubo sentimientos encontrados en relación a ese final, un final un tanto elusivo, onírico, que ciertamente calza con las proyecciones que puede tener un niño pero que se oponía a lo que venía siendo la película hasta ese momento. En esos últimos ocho minutos de Juliana vemos otra película, ¿por qué ese giro?
- Yo diría que ese giro, como dices, es propiciado por los mismos niños de la película. Esto es interesante contarlo porque había, digamos, la parte de la dirección, producción, la parte “clasemediera” que era la gente de Chaski, y por otro estaban los niños, que eran de extracción popular. Los primeros hablábamos de hacer un final dramático…
- …Como en el de Gregorio, que es un final abierto.
- Totalmente abierto. Claro que no es muy optimista, ciertamente. Como decía, queríamos darle un final muy dramático. Pero los chicos, que convivieron con nosotros durante varios meses en una casa en Barranco, tenían una visión mucho más optimista de la vida que nosotros. Estamos hablando de los años ochenta, pleno terrorismo, hiperinflación, Alan García, etc. El pesimismo reinaba en el Perú, pero los niños de la película veían el futuro con un gran optimismo. Es ahí cuando surge la idea de hacer “algo distinto” y creo que no estuvo mal dentro de la coyuntura.
- ¿Crees que el éxito comercial que tuvieron Gregorio y Juliana, con más de un millón y medio de espectadores, tiene que ver con el hecho de que mucha parte de la población por primera vez se sentía representada en estas películas?
- Estas películas impactaron más de lo que hubiéramos pensado. Y es que la gente “común y corriente” se vio reflejada. Por ejemplo, el afiche de Gregorio impactó mucho. Ahí entendimos que la gente de alguna forma se sintió reflejada. Asunto que, por otro lado, era parte de lo que queríamos lograr.
- ¿Cómo era percibido por el gremio el trabajo que ustedes realizaban en esos años?
- Creo que bien. Siempre hay conflictos al interior de todo gremio, claro; pero en líneas generales apreciaban lo que hacíamos. Por ejemplo, Lombardi, que en ese entonces era un referente del cine peruano, manifestó, y lo ha hecho públicamente en más de una ocasión, que le gustaba nuestro cine. Otros exponentes también se han pronunciado con respeto y cariño al referirse a nuestro trabajo.
- Pero en el 91 se desintegra el grupo, ¿tuvo algo que ver la coyuntura política?
Yo creo que no. Algunos lo interpretaron así, pero creo que fue más un tema de problemas internos. Se fueron Alejandro Legaspi, Javier Portocarrero, Susana Pastor, me fui yo, y cuando se fue Stefan Kaspar ya fue imposible que el proyecto continuara.
- Hasta el 2004-2005…
- Así es. Stefan, así como con el primer grupo, tuvo la iniciativa de volver a activar Chaski en esta segunda versión. Convocó a los miembros originales y nos convenció de embarcarnos nuevamente en el proyecto pero pensándolo desde una nueva perspectiva. Y es que el primer Chaski había crecido mucho, creció mucho y era inmanejable. Ahora estamos haciendo algo más pequeño.
- Están a una semanas de empezar el rodaje de su nuevo largometraje. En esta ocasión trabajarán con actores profesionales, ¿a qué se debe?
- Se debe a que ya la película que tenemos en mente es mucho más complicada. En ese sentido Gregorio y Juliana literalmente fueron un juego de niños.
- La película se desarrolla en pleno conflicto interno.
- Sí, está situada en una provincia de los Andes entre 1981 y 1983 y me imagino que habrá muchos a quienes no les guste, pues, en términos de objetivo, lo que buscamos es mostrar que hubo una guerra, la llamada “guerra sucia”, en la que ninguno de los bandos enfrentados respetó los derechos humanos. Nosotros pensamos que hay que hacer películas sobre ese momento de nuestra historia porque todavía no hemos superado su alcance, como sí lo hicieron otros países donde hubo algún tipo de enfrentamiento. Nosotros creemos que no hay que olvidar sino recordar para que no se repita.
- Se han hecho películas con este tema y muchos libros, algunas solo pensadas porque era la “tendencia”, lo que vendía, pero solo unas cuantas han sabido entregar algo de calidad estimable.
- Hay muchas, La boca del lobo (1988) fue una producción muy valiente. Se dice que Alan García la vio muchas veces en Palacio porque había una reacción muy fuerte de los militares, quienes se veían puestos en evidencia en la película. Esa es una de las mejores que se han hecho sobre el tema. Las otras películas creo que han sido muy sesgadas. Nosotros queremos darle una tónica diría que casi de triller político, con la finalidad de hacerla atractiva para la gente, con acción antes que reflexiva, lenta. El plan es hacer algo que en alguna medida involucre a muchos tipos de público.
- ¿Dirías que Chaski sigue haciendo cine comprometido?
- Claro. Yo creo que esta última película es muy fuerte. Las películas anteriores eran más amigables, a pesar de que tocaban temas sensibles del Perú, pero esto que venimos trabajando es mucho más complejo y sí, sin duda se trata de cine comprometido.
- ¿Hasta cuándo o hasta dónde seguir haciendo cine?
Yo no hago cine, el cine me ha hecho a mí.
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