El circo de Julio Rosas
¿Por qué permitimos que se utilice la sede del Congreso de la República para discursos homófobos y condecoraciones vergonzosas?
¿Ya estaban extrañando a Julio Rosas? Pues regresó con fuerza. Sí, el mismo parlamentario fujimorista que, al parecer, un día amaneció y dijo 'mira, pues voy a ser congresista para salvar a este país de tanto desviado enemigo de la familia'. La frase, desde luego, no es más que una suposición, pero con el accionar de semejante 'joya' ya nada nos sorprende.
Esta mañana utero.pe nos regaló las últimas perlas de este pastor evangélico que al parecer pretende convertir el Congreso en una sucursal de su iglesia, utilizando sus instalaciones para brindar conferencias que, con títulos eufemísticos ("Ética y Moral en la Educación", "El desarrollo de los derechos humanos en la Constitución Política de los EEUU y la legislación internacional", etc.) pretende esconder un discurso monotemático: la homosexualidad es un peligro y debemos revertirla.
Los ilustres personajes a los que Rosas dio tratamiento de Premio Nobel responden a los nombres de Michael Brown y Mat Staver, quienes tras el fracaso que supuso su lucha contra la decisión del gobierno de Barack Obama de promover la equidad de derechos a las personas LGTBI en los Estados Unidos, llevan sus brillantes teorías a países algo más 'influenciables', donde puedan encontrarse con algún tonto útil que les abra la puerta de un auditorio importante. Un congreso, por ejemplo.
Una estrategia que al parecer ya ha rendido frutos en países como Uganda, donde todo indica que representantes de grupos evangélicos trataron, a través de charlas, de influenciar en la decisión de las autoridades africanas.
En el ojo de la tormenta se encuentra sobre todo una serie de ponencias llevadas a cabo en Uganda en 2009 por un grupo de activistas anti-homosexuales estadounidenses. Las conferencias, que se extendieron durante tres días, estuvieron dirigidas a una selecta audiencia de personalidades influyentes de la política ugandesa, incluidos legisladores. El tema: la "agenda gay" occidental, incluyendo la extraña noción de que los activistas gays en el extranjero han puesto los ojos en África para "reclutar" a nuevos adherentes.
Pero, más allá de esto ¿cuál es el verdadero problema en los circos montados por Julio Rosas en el parlamento? Pues precisamente ese, que se trata del Congreso de la República, no un cine o teatro de antaño convertido hoy en un locutorio con línea directa al cielo. Se trata de la sede de uno de los tres poderes del Estado, y este es un Estado -mira tú, te apuesto que no lo sabías- LAICO.
Traduciendo, que el señor Julio Rosas y los otros 129 inquilinos del legislativo tienen derecho de creer libremente en Dios, Alá, Buda o Gokú si les provoca y hace felices, pero no pueden utilizar sus instalaciones como plataforma para promover las ideas basadas en sus creencias particulares, porque C-O-N-S-T-I-T-U-C-I-O-N-A-L-M-E-N-T-E el resto de peruanos no estamos obligados a profesarlas.
¿Es la primera vez que sucede? ¿Ha visto recién nuestro ilustre congresista la luz divina? No, don Julio es cliente antiguo. Ya el año pasado transformó la sala Mohme en un demostración pública del poder curativo que tiene, según dice, la religión sobre los homosexuales. Algo que no pasó desapercibido porque evidenciaba la estrategia del fujimorista: convocar a una charla o conferencia sobre un tema específico -en ese caso el derecho a la identidad de una 'ciudadana' que quería volver a ser 'ciudadano'- para terminar en lo mismo: no a la homosexualidad.
¿Ser elegido congresista de la República da derecho a usar su edificio para lo que les de la gana? ¿Es parte de la función parlamentaria utilizar sus instalaciones para temas totalmente ajenos? Y para que el señor Rosas no piense que lo agarramos de piñata, desde hace años la falta de un punto específico en el reglamento del Congreso que regule dicha utilización nos ha regalado otros ejemplos igual de criticables, como el día en que las exintegrantes del selección nacional de voley -cuando Gaby, Cenaida y Cecilia eran 'amiguis'- dieron una conferencia (con el fondo clarísimo de "Congreso de la República") para darle duro al exentrenador Carlos Aparicio, quien días atrás había señalado en una entrevista que Man Bok Park les daba su 'tatequieto' y su cocacho allá por los ochenta. ¿Relevante como para usar el parlamento?
En noviembre pasado, se le dio micrófono abierto a una serísima Tilza Lozano y a un arrinconado al olvido Julio Andrade para hablar acerca de la prevención del VIH. Buena intención pero pobres oradores que no dijeron nada particularmente relevante o desconocido respecto al tema, haciendo que el fondo de la conferencia quedará relegado por el 'alboroto' que la señorita provocó en el hemiciclo solo semanas antes de que contara su vida amorosa por 50 mil solsitos en un programa televisivo.
Y si vamos a hablar de condecoraciones, Julio Rosas no es el primero en eso de subir a pedestales a quien le da la gana. En 2009 una Magaly Medina que se reencontraba con la calle tras pasar dos meses en prisión era condecorada por La Comisión de la Mujer y Desarrollo Social por 'su labor emprendedora y representativa de la mujer peruana'. La causante, Karina Beteta.
Olga Tañón recibió un diploma de distinción en el 2009 'en mérito a su figura de mujer trabajadora, su trayectoria artística y en reconocimiento a su sensibilidad humana registrado en sus obras de carácter social'. Como si no hubieran más de un centenar de peruanas anónimas con dichas características. Aunque no vamos a negar que más de uno vió la decisión con cierta simpatía esperando que la cantante les dedicara una partecita de "es mentiroso" a sus anfitriones.
Y así un largo etcétera que encuentra algún oasis en la sensatez de Carlos Villagrán para negarse a formar parte de otro número circense, -oh, casualidad, del señor Julio-, en agosto de 2013, pero que evidencia que efectivamente el problema no es de los homenajeados sino de los 'homenajeantes.
Claro, pero que no nos sorprenda si Julio Rosas sale a defenderse diciendo que el reconocimiento fue a título personal y que el Congreso no tiene ni un ápice de culpa en que él sea el presidente del club de fans de los amigos homofóbicos que tuvieron a bien visitar nuestro país. Pero, como no contaba con nuestra astucia, resulta que internacionalmente se recogió la noticia de la visita del estimado Mat Staver informando que había recibido la "Medalla de Honor del Congreso de la República". En inglés y en español, tal cual. Es decir, en nombre de todos los peruanos.
¿Esto no debería hacernos reflexionar sobre hasta qué punto aguantamos los sinsentidos de nuestros mal llamados 'padres de la patria'?. Sobre todo cuando se da tribuna a aquellos que recorren medio planeta con un discurso de odio y rechazo a seres humanos por el único delito de ser quienes son. Vamos, que por mucho menos casi fusilan al alcalde de Arequipa por querer condecorar a Mickey Mouse. ¿Qué cosas, no?
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Escrito por
Esperando un mundo regido por la igualdad con base en las diferencias. @ginnoceronte
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