El otro Cipriani
Frente a años de falta de transparencia económica, el Vaticano toma medidas con sus finanzas
En una escena de la saga de El Padrino, la tercera parte para ser exactos (y la más floja de la serie por cierto) se escucha a un mafioso que realiza transacciones con ‘un’ banco del Vaticano decir: “…¿es que acaso seguimos en la era de los Borgia?”
La institución financiera aludida en la frase del largometraje era el banco Ambrosiano, cuya quiebra en 1982 fue motivo de escándalo económico y mediático. Entre otras cosas, se acusaba a la organización bancaria italiana de lavado de dinero, tráfico de armas a favor de grupos de ultraderecha en Latinoamérica, financiamiento de publicaciones fascistas en Italia y desvío de fondos vía operaciones de ultramar (Bahamas y Sudamérica) para blindarse de cargas impositivas y normativas del país de la bota. Esta última maniobra tenía como fachada al banco Ambrosiano Andino, filial de la institución en Sudamérica cuyas oficinas se acuartelaban en el Perú, exactamente en sucursales en la ciudad portuaria de El Callao y en Lima, la capital.
El décimo mandamiento
El banco Ambrosiano estaba indirectamente relacionado con el banco del Vaticano, conocido como el Instituto para las Obras de la Religión (IOR) a través de su director por esos años monseñor Paul Marcinkus alias “el gorila” por su contextura física, arzobispo estadounidense cuyo polémico rol en la caída del banco llevaron a las autoridades italianas a vincularlo con delitos financieros y el secuestro y posterior desaparición de la hija de un funcionario de la Santa Sede. Violaciones a la ley que libró debido a su estatus diplomático. Las pesquisas también inculparon a Marcinkus –en su calidad de director del IOR- de oscuros negocios con capos de la mafia siciliana como el banquero Michele Sindona, arrestado en 1980 en Estados Unidos por delitos que iban desde lavado de activos provenientes del tráfico de heroína, pasando por asesinato y terminando en secuestro. Sindona fue extraditado a Italia, muriendo envenado por cianuro en su celda en 1986 en tanto el purpurado estadounidense falleció en Arizona en el 2006.
Desde Italia a través del banco Ambrosiano, entre fines de los años 70 e inicios de los 80 se transferían cantidades de dinero ingresadas ilícitamente bajo la modalidad de ‘préstamos’ al brazo financiero del Estado peruano conocido como Banco de la Nación, éste los convertía en operaciones back to back (préstamos contra una prenda en depósitos) a favor de la organización financiera italiana. Este formato de crédito usaba como garantía el dinero previamente trasladado y colocado por el banco Ambrosiano en el banco estatal del Perú, para luego -con el producto back to back- el capital otorgado (o parte de él) sea devuelto limpio de polvo y paja a las arcas de la institución en Europa, bajo concepto de restitución de la fianza. Se prestaban a ellos mismos con el visto bueno del agente financiero del país sudamericano.
Ni el más avispado auditor o departamento de inteligencia financiera, habría descubierto el ardid.
...a través del banco Ambrosiano, entre fines de los años 70 e inicios de los 80 se transferían cantidades de dinero ingresadas ilícitamente bajo la modalidad de ‘préstamos’ al brazo financiero del Estado peruano conocido como Banco de la Nación
Los artificios financieros del Banco Ambrosiano habrían dejado toda una ‘escuela financiera y de negocios’ en el Vaticano, específicamente en el IOR, el banco del Vaticano. Sin embargo, de aplicarse con éxito los planes de ordenamiento financiero de la actual gestión jesuita, estas artimañas tendrían los días contados.
El lado oscuro de la fuerza
‘Pezzonovante’ es una palabra que tiene cierta recurrencia en las novelas de Mario Puzo, autor de El Padrino; no tiene un significado concreto en español, tampoco en italiano. Al parecer Puzo la extrajo de cierta jerga o slang ítalo-americano para alimentar la atmósfera de folclore mafioso en sus relatos. Sin embargo, el sustantivo sirve para graficar a un ‘peso pesado’ o ‘pez gordo’ de la política, economía, banca, empresa, mafia y cómo no de la Iglesia Católica.
Tradicionalmente el Vaticano tuvo un pletórico historial de ‘pezzonovantes’: durante siglos se ha hablado de las componendas y prebendas políticas y económicas que se enraizaron de tal forma en los pasillos palaciegos de la plaza de San Pedro como en los de Castel Gandolfo, que es muy complejo dejar esa atávica tendencia a la corrupción, amor por el poder y dinero por parte de los pezzonovantes vaticanos acostumbrados durante centurias a hacer y deshacer no sólo en la Santa Sede sino en sus respectivas curias, utilizando a la Iglesia como cómplice gratuita.
A pocos días de cumplir un año como Papa, el pequeño jesuita argentino de orejas grandes, ojos astutos y manos chicas como de ratón ha tenido que enfrentarse a siglos de dominio de estos peces gordos y resolver sus entreveros a paso ligero en 12 meses.
El diario El País menciona en un informe de medianos del año pasado a propósito del despido del banquero Ettore Gotti Tedeschi (mayo de 2012), presidente del IOR desde septiembre de 2009, destitución que reveló una retahíla de corruptelas en manos de altos funcionarios de las finanzas vaticanas lo siguiente: “En la historia del banco de Dios, de su tormentoso pasado de banqueros ahorcados bajo puentes de Londres, hijas de funcionarios del Vaticano raptadas misteriosamente y capos de la Mafia enterrados en una cripta de Roma reservada a cardenales, hay una fecha reciente que, vista ahora, a la luz de las últimas detenciones relacionadas con el Instituto para las Obras de Religión (IOR), se revela crucial. Aquel día, 24 de mayo de 2012, el banquero Ettore Gotti Tedeschi, presidente del IOR desde septiembre de 2009, fue despedido. Pero no de cualquier manera, sino a través de un comunicado con olor a ira y azufre que buscaba destruirlo personal y profesionalmente. Daba a entender el comunicado que Gotti Tedeschi (…) antiguo colaborador de Benedicto XVI, había perdido la cordura y podría estar involucrado en la fuga de los documentos secretos de Joseph Ratzinger. De hecho, su expulsión del paraíso se produjo un día después de la detención de Paolo Gabriele, el mayordomo del Papa”
...las componendas y prebendas políticas y económicas (...) se enraizaron de tal forma en los pasillos palaciegos de la plaza de San Pedro como en los de Castel Gandolfo, que es muy complejo dejar esa atávica tendencia a la corrupción, amor por el poder y dinero por parte de los pezzonovantes vaticanos...
¿Quiénes fomentaron la defenestración de Gotti? ¿Qué mano oscura estuvo detrás de este descrédito? ¿Qué explotó después de la salida de Gotti de las finanzas vaticanas?
Aquí la historia inicia un intrigante hilo.
Posterior a la cesantía, el banquero decidió contarlo todo. Pero no por venganza ante el despido: muy al estilo surrealista italiano fue por una casualidad. Poco después de mayo de 2012, cuando los carabinieri (agentes de la policía italiana) fueron a casa de Gotti por otros asuntos o preguntas de rutina, éste los espero en actitud y olor a muerte. Como extraído de un relato de Mario Puzo, trascendió que Gotti les dijo a los policías “…pensé que venían a matarme”. De pronto, las autoridades –como suele pasar en Italia- se llevaron en desorden y alboroto 47 archivadores con documentación del vaticano. Antes de este hecho, Gotti ya había elaborado un informe con fechas, mails, agendas, fotocopias, apuntes a mano y notas sustentando por qué lo habían sacado en su afán de hacer transparentes las operaciones financieras de la Santa Sede. Anota El País que “El banquero sospechaba que detrás de algunas de las cuentas cifradas del banco se ocultaba el dinero sucio de empresarios, políticos y hasta de jefes de la Mafia. Gotti Tedeschi tenía pensado entregar el documento a su secretaria para que, en el caso de que fuese asesinado, se lo hiciera llegar a tres amigos: su abogado, un periodista y el mismísimo papa Ratzinger”
¿La desventura de Gotti? Aspirar a que las finanzas vaticanas se adecuaran a los estándares internacionales contra el lavado de dinero y tráfico de armas. Ahí empezó su calvario y fue el botón que activó la alarma para que los pezzonovantes movieran el hilo de la madeja que los protegiera tanto a ellos como a sus intereses; dejando a un Papa intelectual, enfermo y cansado, sin margen de maniobra que poco o nada pudo hacer por su viejo amigo y colaborador Ettore Gotti. Papa que pocos meses después abdicaría al trono pontificio.
Al mejor estilo de relato de Mario Puzo, trascendió que Gotti les dijo a los policías “…pensé que venían a matarme”
Pero, ¿quiénes eran estos pezzonovantes que usaron a Gotti-Tedeschi como cabeza de turco?
De acuerdo a El País, después que la Guardia Di Finanza (policía fiscal italiana) presentará en el 2010 ante la justicia un sólido caso por sospecha de blanqueo por 23 millones de euros depositados en cuentas cifradas del IOR y posteriormente bloqueadas por la fiscalía de Roma, el banquero empezó a tener roces con el entonces director del banco Paolo Cipriani, que no supo dar explicación valedera del origen de los depósitos encriptados del 2010; con el presidente del comité de vigilancia del banco Carl Anderson, cabecilla de la multimillonaria sociedad católica de derecha los Caballeros de Colón, exmiembro del Gobierno de Reagan y quien apostó por el poco transparente Cipriani cuando las papas quemaban; la animadversión también provino por parte del secretario de Estado de la Santa Sede en esa época, el poderoso monseñor Tarcisio Bertone que estaba muy cómodo con Cipriani al frente del IOR y quien dijera -osado él- en 2010 “…estudios científicos demuestran que no hay relación entre celibato y pedofilia, sino entre homosexualidad y pedofilia”
Ante el despido de Gotti, los peces gordos de la curia se quedaron tranquilos y todo siguió la línea temporal normal, aquella historia que venía de tiempos del Papa Borgia y que se asentó con los remiendos financieros del banco Ambrosiano. Regla que El País describe así: “Una normalidad que incluía escenas como la vivida en el aeropuerto romano de Ciampino el pasado mes de febrero (del 2013). Un abogado llamado Michele Briamonte, investigado por asuntos relacionados con el IOR, y un sacerdote, Roberto Lucchini, asistente del secretario de Estado Tarcisio Bertone, aterrizaron a bordo de un jet privado y ya se dirigían a la salida cuando agentes de la Guardia de Finanzas —la policía fiscal italiana— les pidieron que abrieran sus maletines. Se negaron, hubo un tira y afloja, blandieron sus pasaportes diplomáticos —a los que luego se supo que no tenían derecho— y salieron del trance sin problemas”.
Ante el despido de Gotti, los peces gordos de la curia se quedaron tranquilos y todo siguió la línea temporal normal, aquella historia que venía de tiempos del Papa Borgia y que se asentó con los remiendos financieros del banco Ambrosiano
El prelado Nunzio Scarano, quien ostentaba un cargo importante dentro de la contaduría vaticana contribuyó a raudales a esta regularidad. Motejado como “monseñor 500” por su recurrente costumbre de llevar en ‘duro’ 500 euros en su cartera porque de acuerdo a The Times “…gusta del ‘resplandor’ que otorga tener billetes de alta denominación en su billetera”, le hacía un flaco favor con estas excentricidades a la imagen del IOR. Otro tanto añade El País, que lo retrata de la siguiente manera: “Nadie, al menos en público, se atrevía a poner el grito en el cielo porque, además de la cartera llena, dispusiera de pisos de 400 metros y varias cuentas corrientes sin que sus compañeros en la Administración del Patrimonio de la Santa Sede (…) se extrañaran. Simplemente porque la normalidad no extraña”
Sin embargo, el uso y costumbre se deshizo hacia el mes de junio del año pasado, cuando el monseñor 500 fue pillado intentando transportar 20 millones de euros desde Suiza a Italia (¿lo habrá aprendido en la escuela de negocios ítalo-peruana fundada en el peruanísimo Banco de la Nación?).
Como la historia actúa en ocasiones como polvorín, “La detención se produjo 48 horas después de la creación de una comisión de investigación sobre el IOR, y apenas un par de días antes de la destitución del (…) mencionado Paolo Cipriani, el director general del banco…” señaló El País.
En efecto, el ‘otro’ Cipriani no pudo más: junto al escándalo de los 23 millones de euros del 2010 y este de 20 millones acaecido en 2013 el director y su segundo dimitieron en seguida. ¿Y monseñor 500? En la cárcel de Regina Coeli.
Francisco: el jesuita contraataca
A mediados de la semana pasada, el diario oficial de la Santa Sede L'Osservatore Romano informó que el Papa Francisco a través de una iniciativa o norma papal de su despacho (llamada con acierto de motu proprio) creó una Secretaría Económica y un Consejo para la Economía. En corto, estableció –quizás por primera vez en 2,000 años de historia de Iglesia- el primer ‘ministerio de economía’ vaticano. El mismo que estará compuesto por 15 miembros: ocho eclesiásticos y siete laicos, siendo presidido por el cardenal George Pell, arzobispo de Sidney de tendencia progresista nombrado como Prefecto de economía del Vaticano, A.K.A. ‘ministro de economía’ de la Santa Sede.
Las atribuciones de este nuevo estamento de la Iglesia Católica irían en orden con lo establecido normalmente para este tipo de instituciones:
- Elaboración del presupuesto anual.
- Planificación financiera.
- Gestión de los recursos humanos.
- Creación del puesto de ‘revisor general’ o contralor.
- Confirman el papel de la Administración del Patrimonio de la Santa Sede (APSA), como banco central del Vaticano con todas las responsabilidades de un ente emisor cualquiera.
- Reforzamiento de la Autoridad de Información Financiera (AIF), como órgano observador de las actividades económicas de la Santa Sede.
Tanto la APSA y la AIF son entidades autónomas pero de mutua vigilancia, complementan la labor del revisor general evitando ser ‘juez y parte’ al momento de auditar los destinos y gestión de recursos de ayudas a pobres y marginados.
Como se precisó, en junio del año pasado y a raíz del escándalo de los dineros suizos de monseñor 500, el Papa ya había nombrado una comisión investigadora.
De momento, el IOR está presidido por el banquero alemán Ernst von Freyberg, barón de Freyberg.
Bergoglio: el sastrecillo valiente
La renuncia de Cipriani (del ‘otro’) a raíz de la detención de monseñor 500 fue una sorpresa para el mundo, no por la dimisión y arresto del funcionario y el prelado respectivamente, sino por la actitud del nuevo Papa. El País lo refrenda así: “…aquello sí sorprendió, pero no tanto por los delirios de riqueza de un sacerdote corrupto, sino por la actitud del papa Francisco. Al contrario que sus predecesores, Jorge Mario Bergoglio no miró para otro lado”.
Poco después de la renuncia de Cipriani y arresto de monseñor 500, la fiscalía de Roma emitió un informe que validaba los temores de Gotti-Tedeschi (de paso exculpó a éste de todo cargo) respecto a una completa orfandad de controles dentro de las finanzas de la Santa Sede, austeridad de información y regulación económica-financiera que podría haber traído dinero poco transparente a las arcas de San Pedro.
La renuncia de Cipriani (del ‘otro’) a raíz de la detención de monseñor 500 fue una sorpresa para el mundo, no por la dimisión y arresto del funcionario y el prelado respectivamente, sino por la actitud del nuevo Papa. El País lo refrenda así: “…aquello sí sorprendió, pero no tanto por los delirios de riqueza de un sacerdote corrupto, sino por la actitud del papa Francisco. Al contrario que sus predecesores, Jorge Mario Bergoglio no miró para otro lado”
Podría decirse que el Papa Francisco logró en 12 meses lo que en 2,000 años de 266 papados precedentes no consiguieron: publicar los estados financieros del banco de la Santa Sede.
Por primera vez en la historia se sabe que el IOR reflejó 86.6 millones de euros en utilidades netas, 6,300 millones de euros en activos, de los cuales el 50% son fondos patrimoniales gestionados para terceros y el banco posee 13,700 cuentas (¿cifradas?) del clero, empleados y ex funcionarios. ‘Banquito’ interesante que bien podría ‘pechar’ en activos o depósitos al Banco de Crédito, Scotiabank, Interbank y BBVA Banco Continental. Incluso a su antiguo ‘asociado’, el Banco de la Nación.
El País se hace pregunta: “¿Qué ha cambiado para que el Vaticano y los fiscales italianos actúen casi al compás? Apenas nada. Que el nuevo Papa va diciendo en público que ‘San Pedro no tenía cuenta en el banco’, que ‘jamás vio un camión de mudanza detrás de un entierro’ y que quiere ‘una Iglesia pobre y para los pobres’…”
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Economista, periodista, docente. Corresponsal para Latinoamérica de iForex financial news, consultor y analista. Sígueme en @eduardo_recoba
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