Inclusive una institución como la Iglesia Católica tiene que amoldarse al ritmo de los tiempos. Prueba de ello ha sido el encuentro que protagonizaron el cardenal Gerhard Mueller, jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y el reverendo Gustavo Gutiérrez, fundador de la Teología de la Liberación, durante la presentación del libro del primero, ayer en la Ciudad del Vaticano. 

La Congregación, que tiene por función cuidar de que los sacerdotes no se aparten de las doctrinas principales de la Iglesia, cuando estuvo bajo el mando del excardenal Joseph Ratzinger (posteriormente Benedicto XVI), durante los años 60 y 70, se enfrentó a la corriente que surgió en Latinoamérica. 

Desde la perspectiva de la instancia eclesiástica, la Teología era considerada una visión sesgada de las Escrituras porque aparentemente establecía lazos directos con el marxismo y hacía un llamado a la insurgencia armada.

Fue así que se emitieron dos instrucciones para exigir la clarificación de la posición de la doctrina de Gutiérrez y compañía: La Libertatis Nuntius (1984), que condenaba la orientación marxista de la Teología de la Liberación; y La Libertatis Conscientia (1986).

El sacerdote peruano, de 85 años, fue recibido entre aplausos cuando se acercó al podio para referirse a la parábola del Buen Samaritano. El libro de Mueller, Pobres por los pobres: la misión de la Iglesia, cuyo prefacio ha sido preparado por el Papa Francisco, cuenta con la intervención de Gutiérrez en dos capítulos.

Para los defensores de la Teología, esta se ajusta de manera adecuada con las directrices que el propio pontífice tiene respecto a los pobres. 

Lee también en La Mula:

La teología de la liberación retorna a Roma

Gustavo Gutierrez: "Decir que no se debe cambiar el modelo económico es tener una visión minúscula de la realidad"