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despejando el humo. foto: elvendedordehumo.com

Fondos locales de inversión: ¿vendedores de humo? Parte II

Los fondos de patrimonio locales y sus falencias ante los nuevos retos de la economía.

Publicado: 2014-02-20

Haga el siguiente ejercicio mental: usted se encuentra en medio de un estanque, parado en una diminuta peña a escasos metros del borde u orilla. Está rodeado de caimanes merodeando alrededor que cansados de comer los mismos peces del río, desean variar la dieta con usted, además no ven alimento desde una semana pues los peces migraron a otros estanques más ricos en plancton. A estas alturas, usted es lo único ‘comestible’ y diferente que los reptiles han visto desde hace siete días. Se le da para sostener en una mano, un filete de carne de 800 gramos y en la otra un puñal del mejor acero. ¿Qué usa primero contra los caimanes? ¿el filete o el puñal? Considere que con el filete de carne, usted puede distraerlos por un momento, pero no a todos, siempre habrá uno más avispado que verá en usted un premio mayor que un filete de menos de un kilo que el reptil tendría que compartir con sus congéneres de sangre fría. Tome en cuenta también que con el puñal, podrá trenzarse en épica batalla con los invertebrados, llevarse al bote a uno o dos máximo pero no a todos lo que provocaría llegar a la orilla con un brazo menos, pero vivo para contar el episodio. 

Exagerado o no, esto podría graficar lo que sería un mercado de capitales poco profundo como el peruano: el hombre en la peña es el inversionista; los caimanes son las administradoras que no ‘nadan’ en un mercado tan rico en dinero, opciones o activos financieros representados por los peces susceptibles a ser anexados a la cartera de inversiones; la carne simboliza una apuesta por parte del inversionista en un vehículo financiero más seguro, de menor riesgo como el de renta fija pero no del todo convincente por el lado del rendimiento potencial pues éste puede ser pequeño por el riesgo medido y plazo más corto; el cuchillo o puñal, personifica una inversión más riesgosa por ser volátil como la renta variable y de mayor plazo porque el inversionista demoraría más en llegar al canto del estanque (ojo que la demora es porque se está evitando que un caimán mate al inversionista), la ganancia potencial sería mayor con un costo alto, hay un brazo en juego que sería en la fábula, parte del capital colocado.

A modo de moraleja, se podría decir que el estanque mencionado o plaza mercantil le faltaron tres cosas esenciales para que un mercado de capitales funcione como reloj y todos (inversionistas, administradores y agentes) puedan actuar con libertad y transparencia; esos elementos faltantes como se vio en la primera parte son: liquidez, diversificación y regulación. No es líquido porque no hay muchos peces en el estanque, no es diversificado porque el inversionista tan sólo tiene carne o una solución extrema, un puñal a lo Tarzán y no hay regulación porque a quién diablos se le ocurre meterse a un estanque pletórico en reptiles hambrientos sin el permiso de un eficiente guardaparques que lo evitara.


Identificando oportunidades  

Es cierto que en un mercado poco profundo como el local, la búsqueda de oportunidades de inversión es un ejercicio agotador, demanda mucha energía por parte de los operadores de fondos y otros administradores de patrimonio. Si a lo anterior se suma una recelosa política de inversiones en instrumentos que propone (más bien impone) la Superintendencia de Banca y Finanzas en su capítulo de Superintendencia de Mercado de Valores, la tarea se torna titánicamente épica, tanto como salir de un estanque con caimanes a cuchillazo limpio.

Sin embargo, ¿todo el peso recae en los escurridizos y arteros reptiles? ¿en esta situación las administradoras y sus ‘oscuras pasiones mercantilistas’ llevan la culpa? Sin querer estigmatizarlas la respuesta es sí, pero sólo en parte porque otro tanto como cuota de desliz la llevan los mismos inversionistas.

Es cierto que en un mercado poco profundo como el local, la búsqueda de oportunidades de inversión es un ejercicio agotador, demanda mucha energía por parte de los operadores de fondos y otros administradores de patrimonio.

Un documento realizado entre mayo y setiembre del 2013 en Lima: estudio elaborado por una consultora, donde se analizaba e identificaban oportunidades para mejorar la oferta de valor de una institución financiera peruana en el segmento de gestión de patrimonios, puede otorgar algunas pistas respecto al tipo de cliente al que se enfrentan las administradoras. En este documento se encontraron conclusiones fascinantes con relación al perfil de inversionista de una docena de instituciones vinculadas a la gestión de carteras, que no dejaron tan mal parados a los caimanes.

1. El tipo del inversor es principalmente conservador.

2. No muestran propensión al uso de productos más sofisticados: tales como préstamos back to back o fideicomisos u otros vinculados a la economía real.

3. Tendencia a inversiones on shore (en casa).

4. Anteponen un consultor o asesor financiero local en desmedro de uno extranjero. No por ser los inversionistas xenófobos ojo, es sólo por comodidad.

5. Preferencia porque este consultor sea mayor y no junior.

6. Predilección porque el consultor tenga conocimientos más sólidos en macroeconomía. Desean un consultor formado en teoría económica que uno con un máster en negocios.

7. Mayor comunicación real: evitar uso excesivo de email y brindar información relevante para la toma de inversiones con mayor periodicidad.

8. Deseo por charlas informativas y educación económico-financiera.

9. Los productos de mayor tenencia son: plazo fijo, certificados de depósitos, papeles Comerciales y deuda corporativa. Todos instrumentos de renta fija, por tanto, de riesgo moderado.

En contraposición, por supuesto que habían clientes con perfil más agresivo en el estudio, mayor tolerancia al riesgo y visión de mediano a largo plazo. Pero no era la tendencia predominante. Lo importante o el grueso de la muestra eran los clientes más tímidos y cuidadosos en cuanto a sus inversiones.

Frente a esto, es complejo delinear una estrategia comercial que pueda provocar en los usuarios de fondos y gestión de patrimonio un clima de mayor diversidad en cuanto a instrumentos ofrecidos por los proveedores de servicios financieros.

Si a esto se suma la poca cantidad de peces en el estanque, el mercado local se encuentra en un escenario parecido al del ‘dilema del prisionero’, una fábula matemático-económica más o menos parecida al ejemplo del estanque.

Los caimanes no son del todo los ‘malos de la película’, no del todo, un poco nomás porque muchas veces la experiencia empírica demuestra que el comportamiento de la demanda es definido por una oferta un tanto limitada. 

...es complejo delinear una estrategia comercial que pueda provocar en los usuarios de fondos y gestión de patrimonio un clima de mayor diversidad en cuanto a instrumentos ofrecidos por los proveedores de servicios financieros.

Más allá de este levantamiento de información, lo relevante es que las instituciones encargadas del manejo patrimonial vía fondos pueden recoger experiencias y sobre todo identificar oportunidades en un mercado donde la demanda tiende a solicitar productos más austeros en rentabilidad, pero a la vez con riesgos y plazos moderados porque no hay otras alternativas. A ser caimanes creativos entonces.

Llama la atención un punto: el de la asesoría y el perfil del asesor. Existe una necesidad porque el consejero sea local, pero con una capacidad de consultoría que vaya más allá de las finanzas y los negocios del día a día que trate sobre el precio de cierre de determinada acción o bono. Un asesor que transmita a su cliente, al inversionista seguridad de conocimiento económico, no sólo teórico sino práctico y puntual. “Qué ocurrirá en el mercado de bonos o acciones si el Banco Central sube o baja la tasa de referencia”, sería una premisa más importante para un inversionista o partícipe de un fondo, que el hecho de que el consejero financiero tenga un estudio de post grado en negocios o MBA. Todo indica que las crisis globales han hecho mella en el imaginario popular del inversionista común, y esto lo han capitalizado en conocer más de economía, específicamente en macroeconomía que actualmente es clave en tiempos de turbulencia financiera.

“Qué ocurrirá en el mercado de bonos o acciones si el Banco Central sube o baja la tasa de referencia”, sería una premisa más importante para un inversionista o partícipe de un fondo, que el hecho de que el consejero financiero tenga un estudio de post grado en negocios o MBA.

Sin embargo, esto es un desafío para las instituciones financieras locales cuya ‘cultura’ de educación y aprendizaje para la alta dirección de funcionarios es poco prolija.


¡Fuera humo! ¿Y los nuevos productos?  

Junto a una asesoría con mayor pericia en teoría económica del consultor, habría que completar el estanque con peces de otros colores y otorgarle a nuestro personaje mayores ‘armas’ que un pedazo de carne y un cuchillo. Anotando que trabajar en la profundidad, diversificación y regulación del mercado no basta: existe un interés por parte de la demanda en un asesor ducho en macroeconomía.

De momento, se volverá la mirada en dirección al abanico de posibilidades a considerar en el mercado local que aún están en pendiente:

a. Fondos en infraestructura: la brecha de infraestructura en el Perú –en función a la fuente y consenso- podría llegar desde los US$60 mil millones hasta los US$80 mil millones. Ahí se detecta un interesante mercado de fondos en carreteras, redes, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, comunicaciones, salud, educación, entre otros proyectos algo más tangibles que bonos y acciones quienes reflejan un enjuto rendimiento como se precisó en la primera parte.

b. Fondos inmobiliarios: la demanda efectiva insatisfecha de viviendas sólo en Lima y el Callao asciende a poco más de 390 mil hogares. Es la demanda con capacidad de compra y que se encuentra concentrada en unidades de formato austero cuyos precios oscilan entre los US$30 mil y US$80 mil. Nuevamente una oportunidad para diseñar un fondo inmobiliario inclusivo cuyos retornos podrían ser cansadamente más prometedores que un desempeño bursátil.

c. Energía alternativa o limpia: Existen experiencias de éxito en el segmento de energía limpia en la región. No se tiene que ir a Europa para encontrar fondos de capital de riesgo que apuesten por este tipo de proyectos. El Banco Interamericano de Desarrollo ya se encuentra dando líneas de segundo piso a terceros en Colombia y Chile para el desarrollo de emprendimientos en energía renovable. España viene trabajando en este tipo de fondos y actualmente tiene problemas para su desarrollo habida cuenta las restricciones de demanda: sonaría tentador atraer y replicar esa experiencia española en el Perú. No hay que irse lejos como se mencionó, en Chile existe dentro de algunas casas de administración de portafolios tradicionales un capítulo para la gestión de fondos de energía renovable no convencional.

d. Fondos en agroindustria, agroexportación y forestales: es una posibilidad pese al riesgo climático y no sistémico. Esto potenciaría y expandiría la actividad agroindustrial más allá de la costa.   

En la tercera entrega se verá con mayor detalle este análisis de la oferta alternativa a la tradicional. Además, se realizarán una serie de ejercicios o escenarios simulados de una inversión actual en fondos y se repasarán los tímidos intentos locales por ampliar el abanico de posibilidades de colocación de ahorros. 

Paciencia, ya se está dejando el humo cada vez más atrás.


Ver previamente:

Fondos locales de inversión: ¿vendedores de humo? Parte I





Escrito por

Eduardo Recoba Martínez

Economista, periodista, docente. Corresponsal para Latinoamérica de iForex financial news, consultor y analista. Sígueme en @eduardo_recoba


Publicado en

Redacción mulera

Aquí se publican las noticias del equipo de redacción de @lamula, que también se encarga de difundir las mejores notas de la comunidad.