Morelis Rodríguez decidió hacer una pausa para descansar en una de las tantas tardes en las que se encontraba recorriendo Lima vendiendo café. Internet, hoy al alcance de hasta el teléfono móvil más simple, le dio la posibilidad en ese descanso de bucear en las redes sociales de todo aquello relacionado al teatro en el Perú. Poco después eso haría que, mientras trabajaba en un call center, se encontrara con una publicación del Teatro La Plaza anunciando el casting de actores venezolanos para un próximo proyecto. No lo pensó mucho y, pese a que ya tenía planeada como próxima parada latinoamericana Chile, hizo la prueba.
Y una vez más, el destino le puso las tablas en el camino. Porque esta joven que logra cabalgar su voz entre la potencia y la dulzura, no podría dedicarse a otra cosa, aunque las circunstancias la hayan hecho buscar cómo poder sostenerse mientras estiraba al máximo la liga que la devolvía siempre al amor de su vida: la actuación.
Egresada de una de las escuelas de teatro de mayor renombre en Caracas, Morelis Rodríguez se lleva las palmas en la actual temporada del Teatro La Plaza protagonizando Electra. Versión de Alejandro 'Jano' Clavier del clásico griego que reúne en un mismo escenario a cinco actores venezolanos y una actriz peruana para tratar de explicar a través de una sola familia y más allá de lo político, el drama de ese rincón sudamericano que hoy sentimos más cercano que nunca.
¿Cómo llegó el teatro a tu vida?
Yo hago teatro desde que tengo seis años de edad. Empecé bailando en un programa en Venezuela bastante conocido, El club de los tigritos. Luego de eso hacía teatro en todos lados, en la iglesia, en el colegio siempre era la que organizaba todo. Mi mamá me llevó una vez a ver Peter Pan. Fue mi primera obra infantil y cuando la vi me dije que yo tenía que hacer eso ya. Cuando cumplí los 16, que me gradué de la escuela de bachillerato, busqué la manera de encontrar una escuela o una universidad para estudiar profesionalmente actuación. Me fui al Ministerio de Educación y dije "yo quiero estudiar teatro, quiero ser actriz profesional", y entonces me dijeron "sí, aquí a dos cuadras". ¡Yo no lo podía creer! Subí las calles todavía vestida con uniforme de secundaria, llegué, pregunté si era verdad que podía salir profesional de teatro, y me quedé ahí.
Obviamente hay escuelas en Venezuela pero para ingresar es muy difícil y son muy costosas. Esta escuela era supereconómica, una de las mejores escuelas de teatro de Caracas, ¡y yo no lo sabía! Estudié, me preparé. Soy egresada de la Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo. Mención actuación, profesional en teatro y desde allí no ha parado.
Y mirando hacia atrás, ¿crees que esa niña imaginó lo que le está pasando hoy?
Nunca. Uno lo sueña como "wow, me encantaría estar en Broadway, hacer musicales", pero nunca pensé lo que me está pasando ahorita. Yo en mi país soy actriz, productora y directora teatral, y me vine a Perú consciente de que es muy difícil hacerte un nombre en esta carrera. En Venezuela ya mi nombre estaba empezando a sonar más de la cuenta, tanto como actriz como directora y tenía también mucho peso como productora. Llegar allí no fue fácil. Empecé como todos, como asistente de escena, producción, asistente de dirección y con los mejores de los mejores en Venezuela. Era como "aquí estoy, alguna oportunidad tiene que estar por allí". Me ha ido muy bien, y cuando me estaba yendo mejor, cuando tenía cuatro obras rodando en el país, tomo la decisión de venirme a Perú.
¿Decisión difícil?
Mis amigos me decían estás loca, cómo te vas a ir si te está yendo buenísimo. Pero me vi y me dije, "no, yo no quiero esto para mí, yo quiero más, y aquí lamentablemente no lo voy a poder conseguir".
La decisión fue muy complicada porque también era poner todo en una balanza. Es mi pasión, lo que amo, es mi trabajo, y me va bien, vivo de esto. Vivir de tu carrera disfrutarla de la manera que yo la disfruto. Pero por otro lado era irme de mi país porque lamentablemente hay escasez, no hay medicamento, todo el tema político, así que dices "no, no puedo". Tenía varios proyectos, pero ya lo que ganaba no me sustentaba. Y mis trabajos siempre se han caracterizado por ser muy buenas producciones, no iba a bajar el nivel, yo no quería eso. Venía trabajando por estar en un nivel que iba a mantener.
¿Cómo encontraste la escena peruana?
He tenido la oportunidad de ver varias obras de teatro aquí en Perú y lo primero que me sorprendió fue la sala llena, ver que la gente asiste al teatro. Fue una sensación de felicidad porque en Venezuela no todos pueden ir. Ahora, a nivel de los trabajos actorales, de las puestas en escena, son increíbles. He tenido la oportunidad de ver el trabajo de Los Productores, lo que hace la gente del grupo Imaginario Colectivo, Microteatro, teatro independiente, grandes compañías, he visto teatro de calle también y digo, qué bello el esmero que tienen y que confían. Qué bonito el trabajo que se consigue aquí en Perú, son muy dedicados.
¿Y cómo así llegaste hasta La Plaza?
Cuando yo vine me dije que tenía que seguir haciendo teatro. Es como que consigas el amor de tu vida y lo dejes. "Voy a tomar el barco, me tengo que ir. ¿Será que me enamoraré en Perú? ¿Será que sí haré teatro nuevamente?" Y bueno, nada, a trabajar de lo que venga, que yo vine a trabajar y echar pa' lante. Me tocó hacer de todo, vender café, pastelitos en la calle y empecé a trabajar en un call center. Y como el pago era mensual, no tenía como sustentarme, así que empecé a vender café en las tardes. Y en una de esas me metí a Internet y empecé a buscar teatros en Perú. Empecé a seguir a La Plaza y un día vi que lanzaron la convocatoria del casting . Me dije, "¡qué es esto!". También había una propuesta de irme a Chile a hacer microteatro. Me iba en enero y el casting era en noviembre. Fui igual a ver qué tal, no sabía ni de qué iba el proyecto. Hice mi video, lo mandé y me dijeron que quedé preseleccionada. Luego me mandaron un correo con el monólogo, hice el casting, vino el proceso de laboratorio que fue un poco largo hasta que Jano me llamó y me dijo, "quería hablar contigo, tú vas a estar en la obra". Y yo, "ah, qué bueno ¿y qué soy?", me dijo "el extra". ¿Qué? Pero de qué se trata la obra que voy a ser 'el extra'? "No, eres Electra, tú eres Electra". Y bueno ahí llorando los dos me dijo "te encontré". Que el director te diga algo así fue muy bonito. Mi primer proyecto en Perú, mi primer protagónico internacional y en La Plaza es algo de agradecer. Y más con un tema de mi país. Somos bendecidos mis compañeros y yo.
¿Por qué un clásico como Electra puede servir para contar lo que sucede hoy en Venezuela?
Es que Jano estaba buscando una pieza que fuera eso, como lo es Electra, una tragedia, porque lo que está pasando en mi país es obviamente una tragedia. Y este año La Plaza decidió irse por esos clásicos. Chela de Ferrari y Jano hablaban de qué obra podría ser, y de tanto leer y hacer su investigación decidieron que la obra tenía que ser esta. Cuando Jano leía la obra decía "aquí están en un círculo de sangre, de violencia", y en Venezuela está pasando lo mismo. ¿Cómo sobrevive una familia en una crisis así? ¿Y cómo los venezolanos están sobreviviendo a una crisis? ¿Cómo se comporta una familia común viviendo en medio de una tragedia?
¿Con qué historias de compatriotas te encontraste al llegar a Lima?
Cuando me tocaba trabajar en la calle vendiendo café, conocí obviamente a muchos compatriotas en la misma situación. Uno me decía, "Morelis, yo soy doctor, soy cirujano, ya en Venezuela tú sabes cómo estamos ganando los médicos, ya no puedo mantener a mis hijos y estoy aquí vendiendo chocolate y café. A veces quisiera gritarlo y decir yo también soy alguien, pero no estoy en mi país". Y a veces quisiera que la gente no nos viera de la manera en la que nos ve. Porque mira, Venezuela ha sido un país que ha recibido muchos migrantes, nosotros no estamos acostumbrados a migrar. Yo me crié con que el de la bodega era chino, el de la panadería era italiano o portugués, que el que te vende electrodomésticos es el árabe, que si vamos a comprar la ropa vamos al mercado a los peruanos porque es la mejor tela. Venezuela es un país en el que todos los negocios son de nacionalidades diferentes. Los que te venden los helados son haitianos. Cuando tú te crías con todo eso, tú dices "bueno, al yo salir de mi país, yo también quisiera que me reciban con los brazos abiertos". Y hay muchos venezolanos a los que no les ha pasado eso. Y quizá no es culpa de ellos mismos, sino que ha ingresado mucha gente que viene a hacer daño, aunque los buenos siempre somos más. Lamentablemente por culpa de esas personas a nosotros nos pueden ver con otra cara y la xenofobia está ahí, está latente.
La impotencia de no poder responder. ¿Has sentido ese trato?
No estamos en un país que tenga una dictadura. Nosotros tenemos libertad de expresión y podemos hablar. Pero la gente a veces no te quiere tocar en la calle. No me había pasado pero me pasó algo justo ayer. Mira, a mí me han hecho muchas entrevistas y siempre me han preguntado cómo me han tratado y siempre dije super bien, que no me había encontrado con alguien que me haya tratado mal. Pero ayer, venía subiendo al teatro, cruzando la calle, me pasó una chica peruana por el lado y me dijo 'eres una estúpida'. Yo seguí. Hay odio, hay rencor y lo puedes ver en las redes sociales, pero a nosotros no nos afecta. Yo no me sentí afectada porque sé que no lo soy. Y lo digo también por temas en la obra. Tuvimos muchos comentarios negativos con lo del casting. 'Por qué no apoyas a los peruanos' o 'por qué no apoyas a tu talento' y no se trata de eso, sino de conocer el proyecto sobre un país. Ven y conócelo y quizá te sientas identificado porque en algún momento el Perú también pasó por eso.
¿Y cómo sientes que el público ha recibido Electra teniendo en cuenta esa posibilidad de identificación?
Hay mucha gente que la ha venido a ver y los comentarios son positivos. Dicen qué bien venir a ver a este grupo de venezolanos con una actriz peruana, qué bien que exista la inclusión, que se vea que sí podemos convivir, que todos somos hermanos y que, como dice Orestes en la obra, uno no escoge su país.
A veces en escena es rico cuando el público está conectado porque escuchas los suspiros, el llanto, la risa, las reacciones. Están en un sube y baja de emociones. A mí me toca muchas escenas cerca de proscenio y me toca mucho ver al público. Cuando estoy en esos momentos en los que me acerco sé que la están pasando bien, igual que yo.
Si la patria es la madre, ¿se le puede odiar tanto al punto de querer matarla?
No odio, porque ya el odio se transformó en dolor. Duele la patria, te duele verla así. Porque el odio es momentáneo, tú te molestas con alguien porque te hizo algo y en fin, puedes odiar por un tiempo, pero pasa, no es eterno. Se transforma en dolor, y cuando yo tomé la decisión de venirme lo que tenía era dolor al ver así a un país tan lindo. No es porque sea mi país, pero extraño su cielo azul, su lluvia, su verdor. Tú caminas por la calle que sea en Venezuela y hay una montaña verde gigante y vas a ver el cielo azul como el mar. O sea, yo no sé qué tiene Venezuela. ¿Cómo odiar eso?
Electra
De jueves a martes a las 8:00pm y Domingos a las 7:00pm Caracas, 2019. Dos hermanos se reencuentran para matar a su madre y ejecutar la venganza heredada. Un agridulce clásico sobre el regreso a casa. Una Venezuela que escucha el lamento de los hijos que se fueron y el de los que se quedaron.
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