"Esto es un acto de locura, de supremo extremismo. Hay una élite extremista que gobierna Estados Unidos. No sé qué va a pasar en el mundo, si es que se va a acabar con la humanidad, con el planeta tierra y sus recursos naturales", manifestó el ministro de la Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino, en alusión a la amenaza que lanzó el viernes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien dijo que la intervención militar de su país es una posibilidad para acabar con el régimen de Nicolás Maduro, quien acaba de imponer una Asamblea Constituyente a sangre y fuego a su medida, con el fin de perpetuarse en el poder.
"Con las actuaciones de este gobierno extremista, de estas élites económicas no sabremos cuál va a ser el paradero del mundo en los próximos años. Como soldado junto a las fuerzas armadas estaremos en primera fila defendiendo los intereses y la soberanía de Venezuela", agregó Padrino.
Fue inevitable que las palabras de Trump rememoren lo que ocurrió con el dictador panameño Manuel Noriega —fallecido en mayo pasado en prisión— en 1989, año en que EEUU invadió militarmente Panamá, una intervención que provocó muerte y destrucción, caos económico y social en el país, y que terminó con la rendición y la detención de Noriega, antiguo aliado de Washington.
Previamente a su advertencia militar, Trump había rechazado un pedido de Maduro para dialogar vía telefónica, con el objetivo de buscar recomponer las deterioradas relaciones bilaterales. La Casa Blanca confirmó la gestión de Venezuela, pero dijo que el presidente republicano decidió desairar a Maduro, porque este no permite elecciones libres en Venezuela, se ha negado a liberar a los presos políticos y viola los derechos humanos de sus opositores.
"El presidente (Donald) Trump conversará con el líder de Venezuela una vez que la democracia sea restaurada en ese país", señaló la Casa Blanca en un comunicado.
En su intervención, el ministro venezolano de Defensa anunció la captura de los dos oficiales de la Guardia Nacional Bolivariana que el domingo comandaron el asalto al Fuerte Paramacay de Valencia, en el centro del país, y sustrajeron 93 fusiles AK 103, de fabricación rusa, y cuatro lanzagranadas M6L. Según se supo, el excapitán Juan Carlos Caguaripano Scott y el primer teniente Yefferson García Dos Ramos fueron interceptados dentro un vehículo por la policía del municipio Sucre.
"Esta captura ha sido un duro golpe al terrorismo fascista que ha puesto en práctica la derecha venezolana en los últimos meses", tuiteó Padrino, cuando se confirmó que los ocupantes eran los asaltantes de la Brigada Blindada. "Quien traicione a la patria y haga armas contra la FANB (fuerzas armadas) y al pueblo recibirá un castigo ejemplarizante", agregó el militar.
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