El inicio del juicio del caso de los desaparecidos en el distrito de Hualla, provincia ayacuchana de Víctor Fajardo, en la década de 1980, no se realizó debido a que la Sala Penal Nacional no notificó del comienzo de este proceso a Julio Farfán Araujo, "capitán Mochilón", señalado como responsable de estos hechos por las autoridades judiciales y fiscales.
Según el Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF), la audiencia de inicio, en la que se presentaron los abogados del Instituto de Defensa Legal (IDL), encabezados por Carlos Rivera, en defensa de las familias de las víctimas, ha quedado suspendida "hasta nuevo aviso", debido a lo que fue considerado "un error procesal".
El EPAF también informó que las autoridades solo han dispuesto una orden de comparecencia para Farfán Araujo, quien nunca se ha presentado en el proceso. Su última residencia conocida es en la ciudad de Illinois, en los Estados Unidos.
EL CASO
"Capitán Mochilón", que era parte de la base contrasubversiva de Chiripampa, en Hualla, ha sido responsabilizado de la desaparición de siete habitantes de este distrito en diciembre de 1984. Junto a él también fue sindicado Guillermo Eduardo Paz Bustamante, "Teniente Gusano", fallecido hace dos años.

La señora Juana Crisante, habitante de Hualla y esposa de Fortunato Méndez, uno de los siete desaparecidos, contó cómo ocurrieron los hechos:
"Mientras nos encontrábamos durmiendo llegaron los militares, ingresaron a mi casa, levantaron a mi esposo y le dicen: 'vamos a la plaza, hay reunión'. Así se lo llevaron. Yo me acerqué a las nueve a la plaza y a mí esposo lo habían separado del grupo. Luego, comencé a preguntar a los vecinos ¿Por qué lo han separado? ¿Por qué lo han separado? Ellos me respondían: 'no sabemos, ¿Por qué lo habrán separado?' Yo solo miraba. Cuando me pedía agua, solo mi hijo pequeño le alcanzaba. Cuando me pedía comida, solo mi hijito se le acercaba; a mí ya no me permitían que me acercara. Era vigilado por los militares. Entonces, cerca de las seis de la tarde se lo llevaron. Yo lo cogí del brazo pero igual se lo llevaron a la base de Chimpapampa. Los militares me dijeron: 'señora no se preocupe su esposo va a volver, solo lo estamos llevando para que brinde su declaración'. Él era una persona inocente que tenía seis hijos. Él tenía puesto un poncho, su sombrero. Yo fui a la base y me dijeron: 'pasado mañana va a salir'. Pero no salía. Volvía y volvía llevando comida pero nunca le daban, la comida se la comían los militares, tampoco me permitían ingresar a ver a mi esposo. Nunca más lo volví a ver".
(Con información y fotos de Percy Rojas, de EPAF).
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