No hay quinto malo. Menos para el Real Madrid, que acaba de coronarse, por quinta vez en su historia, campeón del mundo de clubes, tras vencer, con susto, al Kashima de Japón. Y fue Cristiano Ronaldo el que le dio al campeón europeo el título intercontinental, con un doblete en la prórroga, que evitó además la que pudo haber sido una de las mayores sorpresas del siglo ante un equipo nipón que supo poner en aprietos a los de Zidane, con orden y determinación, y que fue siempre a lo suyo, pase lo que pase.

El Madrid se adelantó con un gol de Karim Benzema (9), que estuvo sobresaliente, al igual que Kroos y Modric, quienes manejaron los hilos del partido en momentos clave, que tuvo también en Lucas Vázquez a uno de sus figuras más destacadas.

Pero Kashima fue un hueso duro de roer, porque le dio la vuelta al marcador con dos tantos de Goku Shibasaki (44 y 52), antes de que Cristiano Ronaldo dejara la pirotecnia navideña intrascendente que estaba exhibiendo en en la cita japonesa y se pusiera serio, para empatar de penal (60) y sentenciara en el tercer tiempo (98 y 104) el partido. Al final, esa gravitación que tuvo le valió que fuera elegido el mejor jugador de la final nipona. 

El luso, que acaba de ganar su cuarto Balón de Oro, además escribió su nombre en la historia madridista, al convertirse, luego del gallego Luis Suárez en 1964, en el primer jugador en conquistar en una misma temporada la Copa de Europa, la Eurocopa y la Intercontinental-Mundial de Clubes. Un año redondo para CR7.

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