El caso del juez de Huaral Ismael Orozco, quien liberó la semana pasada a los 29 integrantes de la peligrosa banda criminal 'Los monos de Quepepampa', pese a las contundentes evidencias que documentaban el accionar delictivo en el norte chico de Lima de este grupo, no solo es una prueba inequívoca de que la lucha contra la delincuencia y el crimen organizado va más allá de una cuestión policial. Pone de manifiesto la forma en que la justicia se puede desnaturalizar hasta llegar a convertirse en cómplice del hampa.

La República reveló este miércoles algunas de las pruebas que ignoró el juez Orozco para rechazar el pedido de prisión preventiva de la fiscalía para los 29 delincuentes, la mayoría con prontuario y entre los que hay tres policías, para más señas. Según el criterio del cuestionado magistrado, el pago de una caución de S/10 mil era más que suficiente para descartar el riesgo de fuga de los imputados.

Pero lo cierto es que Orozco, a cargo del Juzgado de Investigación Preparatoria Transitoria de Huaral, ignoró elementos probatorios que los agentes de la unidad policial de la Dirincri y más de 40 fiscales reunieron durante los casi 8 meses en que trabajaron en el caso.

Se trata de escuchas telefónicas, denuncias de agraviados, información de colaboradores, incautación de armas, vehículos y hasta dinero en efectivo, según detalla el citado medio.

Incluso, en uno de los audios se evidencia la colaboración del mayor de la Policía Antonio Prieto, comisario de Chancay, con la organización criminal. El oficial, quien fue detenido como parte clave del engranaje de la banda, llama al delincuente Carlos Alberto García Giraldo (a) 'Bola', y le advierte sobre la llegada de invasores del Callao:

-BOLA: Dime Mayor.
-MAYOR: Carlos, escucha, han llegado setenta del Callao.
-BOLA: Ya, eso lo ha contratado supuestamente el pueblo, ¿no?
-MAYOR: Sí pero le están cobrando a cada uno (por invadir) 250 soles.
-BOLA: Anda huevón.
-MAYOR: Sí, 250 soles, porque ya la Policía sabe que van a ir como mil quinientos. ¿Ustedes quieren que los protejamos? Nosotros ponemos todo, toda esa vaina. Son 250 soles, entonces la gente se está quitando, está agarrando su choza y se quita... O sea por parte, está bien, pero y ustedes cómo quedan.
-BOLA: Escúchame, está bien que se vayan pa que le dejen en el aire, nosotros vamos a desalojar a los que están en el hospital.
-MAYOR: Oe, son setenta huevones del Callao que se han venido a mi pueblo. Ta loco compare, así no es ah.
-BOLA: No, pero tampoco pe, yo voy corriendo y los saco y qué chucha pe. Quién gana.
-MAYOR: No, no pe, pero y los del Callao qué hacen acá.
-BOLA: No, ta bien, los patas ya han contratado, porque tienen su plata son idiotas pe. Ta bien que contraten con su plata pe.
-MAYOR: Ya okey, ya chau.

Pero nada de esto fue relevante para el juez Orozco. Tampoco lo fue que 'Los monos de Quepepampa', a decir de los agentes que participaron en el operativo de captura, son los delincuentes más sanguinarios que se ha capturado en el norte chico.

De hecho, su accionar delictivo está documentado. De ahí que es legítima la indignación que ha provocado en el Ministerio Público y la Policía la actuación del referido magistrado, quien además sería uno de los topos reciclados que quedan en el Poder Judicial del fujimontesinismo.

A estas alturas y con todo lo que se ha escrito y dicho del caso, casi no hay dudas de que la decisión del juez Orozco Huayanay carece de fundamento jurídico. Por ello se especula que su actuación en este escándalo judicial podría obedecer a un soborno, aunque tampoco debiera descartarse que haya una amenaza real. Las mafias suelen actuar así.

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