Nunca fue favorito desde el principio de esta Eurocopa hasta el final, pero Portugal le puso todo el esfuerzo para llevársela. La selección lusa logró ganar el trofeo continental por primera vez en su historia, tras vencer por 1-0 al dueño de casa, Francia, en la final del campeonato.
Como en toda la competencia, el cuadro dirigido por Fernando Santos debió lidiar con la adversidad. Esta se manifestó cuando su máxima estrella, Cristiano Ronaldo, se lesionó de la rodilla tras una pelota dividida con Dimitri Payet. La estrella del Real Madrid quiso seguir en la cancha, pero otra jugada fuerte lo obligó a abandonar el verde, entre lágrimas, a los 25 minutos del primer tiempo.
La ausencia de su mejor jugador hacía presagiar que Portugal estaría a merced de los franceses, mucho más equipo y con mejor estado físico. Fue allí cuando los lusos sacaron a relucir su trabajo defensivo, ante los avances de Griezmann y Giroud, que esta vez no anduvieron atinados.
De a pocos, los portugueses se animaron a atacar. Superaron el golpe anímico de no contar con Ronaldo, y trabajaron como un equipo solidario en todas sus líneas. Nani y Quaresma llevaron peligro al área francesa, complicando a sus defensores con sus jugadores y al golero Lloris con sus remates.
El segundo tiempo fue una repetición del primero, con una Francia que atacaba, pero cada vez con menos alma. Un Pogba apagado, lejos del nivel que muestra en la Juventus de Italia, junto a Matuidi y Sissoko que estuvieron erráticos, no tuvieron la fuerza para romper el cerco portugués, comandando por Pepe.
Al final de los 90, el juego terminó empatado a cero, lo cual le dio un envión anímico a los muchachos de Santos, quien acompañado de Cristiano Ronaldo en el banquillo, daba ánimos a sus compatriotas en el verde. Mientras tanto, Francia fallaba clamorosas ocasiones de gol, especialmente una de Gignac, que Rui Patricio, el baluarte del arco portugués, vio impactar en el poste.
Hasta que a los cinco minutos del segundo tiempo extra, apareció Eder, quien desde 25 metros remató rasante, venciendo la resistencia de Lloris. El gol portugués fue un dardo mortal para los franceses, que pese a su esfuerzo en los tramos finales, no pudieron empatarlo.
El partido finalizó y Cristiano Ronaldo estalló en llanto, pero de alegría, como todos los portugueses en la cancha, en la tribuna del Stade de France, y en la tierra de Fernando Pessoa y José Saramago.El astro del Madrid ha podido darle, junto a sus compañeros, algo que Eusebio y Luis Figo no lograron en su momento: un título para la selección de su país. De paso, se sacó el clavo de aquella Eurocopa del 2004, en la que en casa perdió en la final contra una sorprendente Grecia, tanto como el Portugal de la actualidad.
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