Brasil amaneció este sábado con la incertidumbre sobre el panorama político y el rumbo que tomará el Gobierno y el gobernante Partido de los Trabajadores (PT), después de que el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se convirtiera el viernes en el blanco del caso Lava Jato, la mayor investigación por corrupción en su país.

El propio exmandatario encabezó el viernes en la noche un acto público en el centro de Sao Paulo, la mayor ciudad brasileña, después de que la Policía allanó su residencia, lo detuvo y lo trasladó a la dependencia local para prestar declaración.

Lula da Silva afirmó que su respuesta a la "ofensa" que, según él, supuso el interrogatorio al que fue sometido en una comisaría será hacer política en las calles.

Lula da Silva lloró ante sus seguidores en acto público tras ser liberado por la policía: "Estoy vivo y soy más honesto que ellos".

“Lula, el más honesto y honrado de este país”, rezaba un cartel enfrente de la casa de São Paulo del expresidente de Brasil. “Lula en prisión, gracias a Dios”, decía una pancarta en la ciudad de Curitiba, al sur del país. Esa es la polarización que hay en Brasil. 

El cerco en torno al expresidente y su familia hizo acentuó el distanciamiento entre dos polos opuestos de la sociedad brasileña: quienes apoyan a Lula, por un lado, y por el otro los protagonistas de manifestaciones que lo acusan de corrupto y piden que su heredera, Dilma Rousseff, sea destituida.

El enfrentamiento entre ambos grupos derivó en violencia en algunas partes, luego de que grupos de un lado y del otro se concentraron frente a la casa de Lula en Sao Paulo y acabaron intercambiando insultos, empujones y provocaciones. Varias personas resultaron heridas y la Policía tuvo que intervenir con gas pimienta.

Insultos, empujones y provocaciones protagonizaron opositores y segurides de Lula en Sao Paulo. (EFE)

El aeropuerto de Congonhas, en la zona sur de Sao Paulo, se transformó también en un campo de batalla. Lo opositores de Lula gritaban “Fuera comunismo” y “Nuestra bandera nunca será roja”, en referencia al color de la enseña del PT, mientras que los defensores del expresidente veían la operación policial como un “golpe”.

“Nuestra bandera nunca será roja”, decían los opositores a Lula, en referencia al color de la enseña del PT. (EFE)

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