El exministro aprista Agustín Mantilla murió este viernes a los 70 años de edad por complicaciones de salud derivadas de la diabetes que padecía. Purgó cárcel por recibir dinero de Vladimiro Montesinos para apoyar la ilegal reelección de Alberto Fujimori y fue expulsado del Apra.
Fue además de los más cercanos colaboradores de Alan García durante su primer gobierno, en el que ocupó la cartera del Interior. Pero el expresidente se distanció de él tras el 'vladivideo'que protagonizó durante la dictadura fujimorista.
Muchos de sus amigos apristas acudieron este sábado al velorio. Incluso algunos de ellos, como Rómulo León y Javier Valle Riestra, reclamaron la presencia del hoy candidato presidencial Alan García, aunque -valgan verdades- es muy poco probable que, en plena campaña, vaya a despedirse de su exministro, pese a que muchos de sus 'compañeros' destacan la lealtad que siempre tuvo hacia el líder aprista.
Mantilla murió en silencio, pero sabía mucho más de lo que callaba.
El escritor y periodista Carlos León Moya recordó en su cuenta de Facebook la entrevista que le hizo a Mantilla publicaba en el semanario Hildebrandt en sus Trece en junio del 2013.
A continuación compartimos la publicación, porque nos da luces sobre quién fue Mantilla y el poder que llegó a tener en el primer gobierno aprista:
Escribe: Carlos León Moya
Hace un par de años entrevisté a Agustín Mantilla. Era una persona hábil, inteligente y realmente simpática. Salí de su casa con una rara convicción: la persona que me había caído bastante bien era, a la vez, culpable de lo que se le acusaba.
En la entrevista, Mantilla me dijo que él tuvo "control total" del Ministerio del Interior cuando estuvo a su cargo. Es decir, nada se movía sin que él lo supiese. A él se le acusaba de promover comandos paramilitares desde el Ministerio del Interior (Comando Rodrigo Franco), y siempre respondió, a pesar de todas las denuncias, que eran casos aislados y que no tenía cómo saber qué ocurría. Y allí fue que me dijo que él sí tenía control total
En fin, juzguen ustedes. Allí va la entrevista, que apareció en Hildebrandt en sus Trece en junio del 2013.
-Usted es sindicado como organizador del supuesto Comando Rodrigo Franco por la Comisión de la Verdad, que sirve de base para la acusación actual. En esta última tiene en contra los testimonios del ex Teniente de la Guardia Civil Rafael Pércovich Cisneros, y de tres testigos más.
-El señor Pércovich es un drogadicto, un ladrón de armas, expulsado de sus institutos por delincuente. Su versión no aporta ninguna prueba.
-Hay tres testimonios más, con código de protección. ¿Usted sabe quiénes son?
-Todo se sabe, pues. Dos de esos testimonios son de Miguel Exebio, uno con código de la Comisión de la Verdad y otro del Ministerio Público.
-¿Y el otro testimonio?
-Es un sub-oficial de la Policía de Investigaciones (PIP), que era calabocero de la DINCOTE. No recuerdo su apellido. Su testimonio está con clave, pero en este país la informalidad es tan grande que eso de las claves no funciona.
-¿Usted leyó el capítulo que le dedica Ricardo Uceda en su libro “Muerte en el Pentagonito”?
-Sí. Estamos presentando su libro completo como una prueba a mi favor, porque allí señala él…
-…que hay muchas cosas que se le atribuyen a Rodrigo Franco que fueron realizadas por otros grupos.
-Así es.
-Pero en ese libro se señala que Miguel Exebio (ex oficial de la Marina que afirma públicamente haber formado parte del Comando Rodrigo Franco, y haber sido reclutado por Miguel “Chito” Ríos para tal fin) sí fue parte de un comando paramilitar, supuestamente llamado Rodrigo Franco. Y que después de declarar para el Semanario Oiga, en 1989, el “Chito” Ríos (acusado de ser el mando ejecutivo del Comando Rodrigo Franco) lo secuestró junto con Marco Puente Llanos “Moscón” y Enrique Melgar (ambos acusados de ser miembros del Comando Rodrigo Franco). Allí golpearon a Exebio y le dispararon en la mano.
-Eso se archivó hace tiempo.
-Usted lo menciona como prueba. Sin embargo, en el libro se menciona que Ríos secuestró a Exebio por órdenes suyas.
-Eso no figura en la acusación. Además, esa publicación de Oiga, como dijo después Francisco Igartua en una carta al diario Correo, fue con información que le proporcionó Vladimiro Montesinos.
-Usted sabía que el informante de Oiga era Miguel Exebio.
-No recuerdo, porque han pasado muchos años.
-¿Cómo era su relación con el Presidente Alan García durante su primer gobierno?
-Fue muy cercana. Nunca tuvo ningún bache. Lo mantenía informado de lo que pasaba.
-¿Qué opinaba él de las múltiples informaciones sobre grupos paramilitares apristas, muchas de ellas seguramente infundadas?
-No nos interesaba en sí. Nos interesaba como hecho delictivo, no como hecho político. No éramos nosotros, así que no teníamos que preocuparnos de lo que algunos dijeran. Después algunos, como Igartua, se han rectificado.
-¿Recuerda lo ocurrido en el caso El Diario? (El 2 de octubre de 1987, un auto Volkswagen se ubicó frente al Diario Marka. La intención de sus tres ocupantes, todos militantes apristas, habría sido poner una bomba en el auto del director del diario Carlos Ángulo. Sin embargo, la bomba explotó al interior del propio Volkswagen. Dos de sus ocupantes, Richard Briceño Vásquez y Adolfo Usquiano Barandiarán, fallecieron. El tercero, Miguel Ríos Sánchez, sobrevivió. Los cadáveres fueron recogidos por la Policía de Investigaciones antes de la llegada del Fiscal, y Ríos fue trasladado al Hospital Santa Rosa. Al día siguiente, se le trasladó al Hospital de la Policía con un nombre falso: Edwin de la Torre Ugarte).
-Hubo una investigación policial y una investigación fiscal.
-¿Y recuerda a qué llegó?
-Sí, archivaron el caso porque ellos alegaron que alguien les había aventado un paquete de dinamita. Las personas que murieron no pudieron salir porque era un Volkswagen.
-¿Usted consideró creíble esa versión?
-No me correspondía a mi eso, sino al Ministerio Público. En todo caso, si era lo que ellos manifestaban… No había otra versión, sino especulación.
-Informes periodísticos de la época señalaron que era imposible que la bomba explotase al costado de la puerta.
-La lanzaron hacia dentro. ¿Qué otra versión hay? Son especulaciones.
-¿Usted no consideró necesario, dado que eran tres militantes apristas en un auto que pertenecía al Ministerio del Interior, llevar adelante una investigación más exhaustiva para evitar una vinculación entre el APRA y usted con la creación de grupos paramilitares?
-La investigación la llevó adelante la DINCOTE con el Ministerio Público. No podía inmiscuirme.
-Hechos como que el señor Ríos ingrese con un nombre falso al Hospital Militar y que salga libre con relativa facilidad, permiten suponer que hubo un poder político detrás que los cuidaba.
-Sí, posiblemente los suspicaces podrían creer eso.
-Usted ha dicho que el hilo común en los casos de los que se le acusa es que sus víctimas eran terroristas.
-¡Claro! Manuel Febres (secuestrado y asesinado el 28 de julio de 1988 y reivindicado en un comunicado público por el Comando Democrático Rodrigo Franco) era defensor de terroristas.
-Y Miguel Pasache (secuestrado el 12 de agosto de 1988 y encontrado muerto al día siguiente, reivindicado en diarios de circulación nacional por el Comando Rodrigo Franco) era del MRTA.
-Sócrates Porta (al igual que Pasache, secuestrado el 12 de agosto de 1988, encontrado muerto al día siguiente y reivindicado por el Comando Rodrigo Franco) también era del MRTA.
-¿Y Saúl Cantoral (sindicalista secuestrado y asesinado el 13 de febrero de 1989. Encima de su cuerpo dejaron un cartel donde supuestamente Sendero Luminoso se atribuía el crimen. Sin embargo, esto nunca se comprobó; de hecho, el asesinato con secuestro previo no era parte del repertorio de Sendero, y Cantoral ya había sido amenazado de muerte dos veces por personas que se identificaban como parte del Comando Rodrigo Franco)?
-Él era un dirigente sindical.
-¿Era terrorista?
-No, hay muchas versiones. En primer lugar, Consuelo García, la secretaria que andaba con él (secuestrada y asesinada junto con Cantoral el 13 de febrero de 1989), era de Sendero Luminoso.
-No. Era de la UDP.
-Pero eso era una fachada.
-Una fachada, en todo caso, del MRTA.
-Pero jugaba con los dos flancos. El MRTA y Sendero Luminoso le exigían mayor radicalidad.
-Se dice que uno de sus errores como Ministro del Interior es que se le “escapaban las tortugas”. Es decir, no podía controlar todo lo que ocurría al interior de él.
-No, no, no. En ningún momento ha habido algún descontrol en el Ministerio o en la policía nacional. Salvo en la huelga policial.
-Usted tenía un control ejecutivo de las cuatro ramas de la policía y de sus operativos.
-Sí, yo escogí quiénes podían ser los mejores jefes y los distribuí en los lugares más riesgosos, más peligrosos, de más responsabilidad. Entonces había un control total. Al teléfono llamaban todos los días suboficiales a denunciar actos dolosos de sus jefes, que yo hacía investigar y castigar sobre la marcha.
-Y había casos que se castigaron, como los que me dice ahora, y había otros que no recibieron castigo.
-Bueno, es que no se podía probar.
-Como el de Chito Ríos.
-Pero ese es el caso de un caballero, no más, no tiene nada que ver con un descontrol en el Ministerio.
-¿Usted tenía conocimiento de acciones ilegales, como fusilamientos, a nivel de la Policía?
-¿Fusilamientos? No, no, no. Ha habido algunos excesos. Ha habido errores, como en todo trabajo.
-Pero hubo denuncias periodísticas sobre asesinatos perpetrados por policías, pero las investigaciones oficiales nunca llegaron a mayores. Usted, en todo caso, considera que eso no era responsabilidad suya sino del Poder Judicial.
-Casos de policías…
-Policías que asesinaban civiles y luego la investigación oficial no arrojaba resultados.
-Bueno, en todas partes hay policías locos enfermos que asesinan civiles. Pero eso no es responsabilidad del Ministro.
-Pero si usted tenía control…
-¿Qué quiere, que los vigile uno por uno?
-Aunque en la figura de la autoría mediata, no es necesario que usted tenga que saber qué hace cada hombre.
-Imagínese. El Papa tendría que responder por cada cura pederasta.
-La autoría mediata le parece disparatada.
-Totalmente, jalada de los pelos. Si un juez prevarica, va a ir preso el Presidente de la Corte Suprema porque es el jefe. ¡Qué ocurrencia!
-¿Y en el caso de la aplicación de la autoría mediata para Fujimori y Montesinos?
-Tampoco me parece, porque ellos tienen responsabilidad directa y no autoría mediata.
-Fujimori sí tiene responsabilidad mediata en el caso La Cantuta.
-Bueno, sí pues, pero no me parece.
-Pero usted sí considera que era culpable.
-(Duda unos segundos) Creo que tenía conocimiento. Pero eso ya no es mediato.
-En el caso de Fujimori es autoría mediata en tanto él genera un aparato de poder con desvío de recursos…
-¡Pero allí había documentos! –interrumpe-. En mi caso no hay un solo papel. Un solo papel. En el caso de Fujimori las pruebas van más allá, pero aplicarle la autoría mediata es una locura. ¡El Papa Francisco estaría preso!
-¿El Poder Judicial le complicó el trabajo como Ministro?
-No, tuvimos una muy buena relación con el Ministerio Público y el Poder Judicial.
-Pero me decía que cuando asumió el Viceministerio del Interior en 1985 se sentía “atado”.
-Bueno, la legislación existente, los valores de esa época, la resistencia de nuestros compañeros a tomar medidas más enérgicas para cambiar la legislación porque podía parecer que este era un Estado represivo. Demasiados argumentos… y pocos resultados.
-Cuando llegó el año 1990, ¿usted consideró que seguían existiendo los mismos problemas?
-Sí. Los problemas acaban con Fujimori cuando de un bofetón tiene su legislación propia y toma sus propias decisiones.
-Tras cinco años en el Ministerio del Interior, con todos los problemas que mencionó, ¿qué hubiese cambiado para revertir la situación?
-Algunas cosas de las que hizo Montesinos –Mantilla para en seco, pero ya había pronunciado el apellido-. Montesinos, y Fujimori… Por ejemplo… esta figura de los arrepentidos. O la figura de las recompensas. Ese tipo de medidas me parecen positivas.
-Imagino que usted estuvo en contra del Golpe de Estado de 1992.
-Por supuesto. Yo fui preso dos años.
-¿Y estuvo en contra de la amnistía a los miembros del Grupo Colina en 1994?
-No quise inmiscuirme en el tema. Porque como estuve metido tantos años en esta vorágine terrible, y no todo el mundo tiene la fortaleza para resistir, para actuar bien. Preferí no opinar.
-Sobre su desempeño en los cinco años que estuvo en el Ministerio del Interior: del 1 al 20, ¿cuánto se pondría?
-Póngame 11, pues. ¿Qué puedo hacer?
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