Mientras el presidente estadounidense Barack Obama ofreció un discurso sereno e inspirador tras la aprobación del matrimonio homosexual en todo EE.UU., el mandatario peruano Ollanta Humala recurrió al argumento trillado y falaz que suele esgrimir la homofobia más hipócrita. 

Porque las típicas respuestas tibias son aquellas como "No soy homofóbico, pero..." y la que dio el propio Humala ayer cuando le preguntaron por el histórico fallo de la Corte Suprema norteamericana:

"Cada país tiene sus particularidades y sus propias realidades. No necesariamente una cosa que funciona en un país pueda funcionar en el nuestro o viceversa".

¿Qué significa "realidades diferentes"? ¿No se trata de una cuestión de igualdad, que no admite matices sino que se sostiene sobre algo tan categórico como los derechos humanos?

Luego, cuando la prensa seguía consultándole, dijo que no puede opinar ni a favor en contra sobre la decisión que ha tomado EE.UU. y la posición del presidente Barack Obama".

"Así como no nos gusta que EE.UU. se meta en nuestros asuntos internos, nosotros tampoco nos metemos en los suyos".

Lo que no entiende Humala es que aquí no hablamos de asuntos políticos, sino de temas sociales fundamentales para los ciudadanos. Una lástima.


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