Pese a que existía un acuerdo de que ningún exmandatario ni líder político se pronunciaría antes que el presidente Ollanta Humala tras el fallo de la Corte Internacional  La Haya, como es de costumbre el ego y afán de protagonismo vencieron a Alan García. 

No contento con convocar a la prensa para que registren su seguimiento a la lectura de la sentencia como si se tratara de una autoridad, fue el primero en utilizar la red social Twitter para hacer gala de triunfalismo, haciendo caso omiso al llamado de serenidad que hicieron los gobiernos de ambos países los días previos.

Pero minutos antes García ya había dado declaraciones con cierto tono conformista ante la prensa que, siguiéndole el juego, acudió masivamente hasta Miraflores. Allí, García sostuvo que "no era todo" lo que Perú quería "ganar", "pero en la vida hay que saber ganar y estar contento".

"Quisiera saludar este como un día de reivindicación en el cual el pueblo peruano puede tener la satisfacción de haber sido escuchado por el máximo tribunal de justicia del mundo", dijo.

Otra muestra de imprudencia de un personaje al que parece no importarle nada más que su propio beneficio, aunque pretenda convencer a los peruanos de lo contrario con cierto éxito. Lamentablemente.

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