El pueblo brasileño mantiene su lucha. A pesar de las rebajas en las tarifas del transporte y del discurso pronunciado por la presidenta Dilma Rousseff el viernes, la población permanece firme  para exigir mejores servicios públicos y expresar su indignación. Eso sí, las protestas se han vuelto más minoritarias y fragmentadas. El mismo sábado por la noche 60.000 personas se manifestaron en Belo Horizonte contra el despilfarro en la organización del Mundial de 2014.

Ahora las protestas se centran en una crítica contra la  Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) 37, es decir, contra el proyecto de ley que pretende limitar los poderes de investigación de la fiscalía, cuyo proyecto será sometido a votación en la Cámara de Diputados en los próximos días. Las mayores críticas se centran en que la norma abriría un terreno hacia la impunidad y la corrupción.

Eso no es todo, también se preparan marchas en los próximos días contra un proyecto que busca “curar” a los homosexuales y contra otro que concederá subsidios a las mujeres violadas que declaren su intención de no abortar. 

Por su parte, el Movimiento por el Pase Libre, uno de los principales promotores de las movilizaciones en la capital paulista, ha previsto participar esta semana en dos manifestaciones que se desarrollaran en la periferia de São Paulo. 

Además, las movilizaciones cobran fuerza a través de las redes sociales. Una convocatoria de de huelga para el lunes 1 de julio cuenta ya con más de 700.000 adhesiones. “Vamos a demostrar al Gobierno que quien hace un país es el pueblo, no los políticos. (…) Basta de impunidad, basta de dinero del pueblo siendo usado por los gobernantes de las formas más absurdas. ¡O el Gobierno nos escucha o todo para!”, señala su página.

Con información de El País, CNN, Euronews

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