Este martes 22 de octubre, a los 96 años, falleció el teólogo y sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, considerado el fundador de la Teología de la Liberación, corriente que revolucionó el pensamiento cristiano en América Latina.
Gutiérrez es recordado como uno de los intelectuales más influyentes en la reflexión teológica y social de la región, por haber colocado a los pobres y excluidos en el centro de la fe cristiana, promoviendo un compromiso activo con la transformación de la realidad social.
Gutiérrez, autor de la obra clave Teología de la liberación (1971), introdujo una visión que retaba las estructuras tradicionales de la Iglesia Católica, al declarar que “la pobreza es un hecho cruel, una injusticia, no es fruto del destino, ni mucho menos de la voluntad de Dios”. Nacido en Lima el 8 de junio de 1928, su vida estuvo marcada por una fuerte vocación hacia los sectores más vulnerables de la sociedad, lo que lo llevó a ser uno de los más firmes defensores de la justicia social desde la fe.
Formado en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y en diversas universidades europeas, Gutiérrez consolidó su pensamiento teológico con una base académica sólida, obteniendo reconocimiento internacional. En 1993, fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, un reconocimiento que reafirmó su lugar en el ámbito académico y teológico mundial.
A lo largo de su vida, el sacerdote defendió con convicción su visión, a pesar de las críticas de sectores conservadores dentro de la Iglesia Católica. La Teología de la Liberación, cuyo enfoque es la emancipación de los pobres como un acto de fe, generó divisiones en la institución religiosa, pero su mensaje se mantuvo firme, resonando con especial fuerza en las comunidades oprimidas de América Latina.
“Damos gracias a Dios por su vida y su amistad. Su obra y trabajo en favor de los pobres y los más descartados de la sociedad seguirá iluminando el camino de la Iglesia por un mundo más justo y fraterno. ¡Gracias, Gustavo!”, expresó el Instituto Bartolomé de las Casas en un comunicado.
A pesar de las críticas, Gutiérrez continuó su labor intelectual y pastoral, siendo un puente entre la fe y la lucha por los derechos humanos.
Desde la PUCP, lo recuerdan como un “hombre de profunda fe, reflexión crítica y compromiso social” cuyo legado perdurará en las generaciones futuras, tanto en el ámbito religioso como en las luchas sociales del continente.
La partida de Gustavo Gutiérrez deja un vacío en la Iglesia y en los movimientos sociales, pero su legado sigue siendo una fuente de inspiración para quienes creen que la fe debe ir acompañada de justicia y acción social.
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[Foto de portada: PUCP]