Escribe: Lincoln Onofre, politólogo*


En principio, las prácticas ancestrales (vinculadas a la actividad agraria y rural) son conocimientos y técnicas desarrolladas para el manejo adecuado de los recursos naturales, la conservación del paisaje rural y que hoy contribuyen favorablemente a la conservación del medio ambiente en un contexto de cambio climático. Estas prácticas forman parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial.

El confundido premier, Gustavo Adrianzén, asocia con absoluta ignorancia las malas prácticas agrícolas con las prácticas ancestrales. Lo que observamos es que los incendios ocurren en territorios poblados por migrantes que no necesariamente forman parte de comunidades campesinas, indígenas o nativas; estos últimos son los desplazados por el avance de este modelo de desarrollo económico.

Si revisamos los textos de los cronistas, son escasas las historias sobre incendios en tiempos precolombinos (de donde provienen las prácticas ancestrales). Sin ir muy lejos, estos incendios se han reportado con mayor frecuencia en los últimos años en territorios de ampliación de la frontera agrícola (promovidos por empresas y migrantes que realizan malas o inadecuadas prácticas agrícolas), obligando de facto al cambio de uso de suelo, depredando bosques y expulsando a los indígenas, como sucede en Ucayali o Madre de Dios.

Los datos del INEI arrojan múltiples luces que podrían servir de fuente para advertir cómo se desplazan las poblaciones a lo largo del tiempo, quiénes las ocupan y para qué tipos de actividades productivas. Por ejemplo, en Amazonas o San Martín se evidencia un desplazamiento de poblaciones autóctonas hacia otras ciudades en busca de oportunidades o como resultado de ser expulsadas tras el ingreso de actividades extractivas. Madre de Dios y Ucayali están invadidas por migrantes y colonos que, desde hace décadas, han expulsado a las comunidades indígenas para talar árboles de manera ilegal y depredar nuestros bosques.

En lugar de acusar a las supuestas “prácticas ancestrales” de causar estos incendios forestales, el premier debería concentrar sus esfuerzos en frenar las iniciativas del Parlamento —con la complicidad del Ejecutivo— que promueven leyes que permiten más incendios forestales, ya sea porque legalizan la depredación de los bosques, formalizan las malas prácticas agrícolas o facilitan el avance de actividades ilícitas en estas áreas.


[Foto de portada: PCM Perú]