Por: Augusto Rubio Acosta*

Las cosas en el Perú han llegado demasiado lejos en la esfera política y social; a niveles intolerables y absurdos, a instancias insostenibles, sublevantes. Todos los días somos testigos de los actos de corrupción más desaforados que pudiera haber, del descaro absoluto con que se perpetran delitos, componendas y saqueos del patrimonio público, en todos los niveles de gobierno. Hay una podredumbre generalizada en el país, sobre todo en su ciudadanía, que impide la reacción más natural que debería experimentarse a esta altura de la desgracia: el rechazo contundente a esta forma de vida corrompida y denigrante.

Un nauseabundo hedor recorre calles y plazas de ciudades, pueblos y villas de tierra adentro. Todo tiene un límite, pero a muy pocos parece importarle. Es increíble que en un país donde se violentan los derechos humanos, civiles y políticos; en un país autoritario, antidemocrático y sin justicia; la población permanezca callada y observando lo que ocurre, siendo cómplice de las mafias congresales y poderes empresariales, del gobierno fascista que tenemos.

La peste somos todos, porque la realidad política y social que experimentamos necesita una respuesta ciudadana y no la tenemos. Que unos cuantos salgan a movilizarse y a lavar banderas no es suficiente. Integramos una comunidad, tenemos derechos [cada día más vulnerados e inexistentes], también la posibilidad de decidir nuestro destino y no hacemos nada al respecto. ¿Adónde están nuestros derechos naturales, inalienables y sagrados?, ¿por qué no somos libres e iguales como se supone que somos?

La unidad de los peruanos y peruanas libres y decentes es el único camino. A pesar de constituir un país sin consensos ni posibilidad de diálogo entre las escasas fuerzas políticas con propuestas coherentes, necesitamos organizarnos alrededor de la desgracia que afrontamos, una crisis que podría tornarse aún mayor si no lo impedimos. La calle va a manifestarse en el tiempo que viene, así lo señala la historia; aunque el resultado del descontento popular no necesariamente solucione los problemas de fondo. Urge una salida democrática y no continuista, una alternativa que impida se consolide el régimen diseñado por el Congreso para perpetuarse en el poder y continuar el saqueo del Estado. La peste somos todos, mientras no haya una respuesta popular, la suficiente conciencia e indignación para dejar la pasividad y salir a manifestarse.


* Augusto Rubio Acosta. Escritor y gestor cultural. Ha publicado una decena de libros, entre ellos la novela "Fraga" y los diarios "La peste que te habita". Actualmente alista la publicación de "La luz que nos abraza", su nueva novela.


[Foto de portada: EFE]


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