“En un momento en el que las crisis están haciendo retroceder los progresos realizados anteriormente en materia de empoderamiento de las mujeres y de salud de las comunidades, también se está librando una guerra contra los derechos fundamentales de mujeres y niñas”, declaró Helen Clark, presidenta de la Junta Directiva de PMNCH y exprimera ministra de Nueva Zelanda, en 'Elección, Voz y Autonomía: el liderazgo político de las mujeres en la salud en un mundo frágil', evento paralelo al Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas que se llevó a cabo en Nueva York la semana pasada.
“Necesitamos acciones urgentes y transformadoras para revertir estas preocupantes tendencias. Las mujeres deben tener lugar y voz en las mesas de toma de decisiones. Para alcanzar la visión de no dejar a nadie atrás en el desarrollo, las sociedades deben ir más allá de las palabras y aplicar enfoques basados en los derechos de género para lograr igualdad, resiliencia y sostenibilidad”, añadió en el evento coorganizado por PMNCH (la Alianza para la Salud Maternal, Infantil y de los Recién Nacidos), Women in Global Health, UHC2030 y Global Health 50/50.
A medio camino para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de 2030, y tras la pandemia de COVID-19, el mundo se encuentra en un punto en el que, en lugar de trabajar para cerrar la brecha de la equidad de género, está ocurriendo un retroceso de décadas, y el progreso de los derechos fundamentales y la salud de las mujeres están bajo amenaza. Estos retrocesos se ven exacerbados por la COVID-19 y otras crisis, como la creciente incidencia de los conflictos y la emergencia climática.
Las mujeres y las niñas representan la mitad de la población mundial; sin embargo, todo su potencial sigue sin aprovecharse. Con demasiada frecuencia son objeto de abusos y explotación sexual o física, se ven amenazadas por tradiciones y prácticas nocivas, se les niega el derecho a la educación y a la atención sanitaria, se las discrimina en el empleo y a menudo se las disuade de participar en los procesos políticos, incluido el voto. A nivel mundial, 143 países garantizan legalmente la igualdad entre hombres y mujeres. Pero en la práctica, las desigualdades de género subsisten en la mayor parte del mundo y, en muchos casos, se está observando un retroceso.
La reciente resolución del Tribunal Supremo de EE.UU. de revocar la sentencia de 1973 sobre el aborto en el caso Roe v. Wade es uno de los ejemplos más graves de esta inquietante tendencia. Sus efectos resonarán mucho más allá de las fronteras estadounidenses, incluso en América Latina y el Caribe. Puede dar una legitimidad espuria a quienes pretenden restringir los derechos de las mujeres, y puede animar a otros países a hacer retroceder las leyes o disposiciones sobre el aborto, poniendo en mayor riesgo la salud de las mujeres y las niñas.
Por otro lado, 53 de los 251 indicadores de los ODS hacen referencia directa a la igualdad de género, las mujeres y las niñas. Sin embargo, las mujeres no tienen un lugar en las mesas de toma de decisiones. Al 1 de setiembre de 2021, había 26 mujeres como jefas de Estado y/o de Gobierno en 24 países. Al ritmo actual, la igualdad de género en altos puestos de poder no se alcanzará hasta dentro de 130 años. Entre las 138 organizaciones a las que Global Health 50/50 ha realizado un seguimiento durante cinco años, 54 (el 39 por ciento) no han tenido una sola mujer directora general ni una mujer presidenta de su junta directiva.
La omnipresente brecha de liderazgo entre mujeres y hombres sólo puede cerrarse abordando las barreras sistémicas que impiden el avance de las mujeres. Esto es especialmente importante, ya que las pruebas que están surgiendo desde la pandemia muestran que los países liderados por mujeres han obtenido, en general, mejores resultados durante la COVID-19, gracias a la aplicación de respuestas políticas proactivas y coordinadas. Para futuras pandemias, las mujeres no solo deben participar en igualdad de condiciones en los esfuerzos de respuesta y recuperación, sino que también deben tener el mismo poder de decisión y oportunidades de liderazgo, y las políticas y los programas deben incluir una perspectiva de género.
Los codirectores de Global Health 50/50, la profesora Sarah Hawkes y el profesor Kent Buse, han declarado: "El fracaso colectivo en la obtención de igualdad en la salud mundial está inextricablemente ligado al fracaso en garantizar la igualdad de voz, la representación y la inclusión en la cima. Necesitamos de manera urgente líderes feministas, en especial mujeres y otros grupos infrarrepresentados, que impulsen los derechos sanitarios, la equidad y la igualdad de género. Pero las promesas y los compromisos no son suficientes. También necesitamos sistemas sólidos de rendición de cuentas para garantizar que las promesas hechas se cumplan, algo que en Global Health 50/50 nos proponemos hacer realidad.”
Las actitudes hacia los roles de género se han deteriorado aún más en medio de la COVID-19, ya que las normas sociales y los estereotipos anticuados siguen impidiendo que la sociedad alcance la igualdad de género. Se han recortado millones de dólares para programas que prestan servicios de salud a mujeres, niñas y adolescentes debido a la competencia de prioridades y demandas en medio de la pandemia. Los servicios de salud sexual y reproductiva (SSR) se convierten con demasiada frecuencia en servicios “opcionales” en lugar de esenciales, lo que provoca un aumento en las muertes y en perjuicios a las mujeres. Los datos emergentes estiman que por cada muerte causada por la COVID-19, más de dos mujeres y niños han perdido la vida debido a las interrupciones de los sistemas de salud desde el comienzo de la pandemia.
"La salud es un derecho, no un privilegio. Requiere voluntad política y liderazgo. Pero las mujeres deben tener la misma voz en los sistemas sanitarios que afectan a su salud y bienestar. Ahora sólo tienen el veinticinco por ciento de los escaños en los parlamentos y ocupan el veinticinco por ciento de los puestos de responsabilidad en la sanidad mundial. Hay que cambiar las reglas para salir de esta realidad desigual", dijo Gabriela Cuevas Barron, copresidenta del Comité Directivo de UHC2030.
Alrededor de 11 millones de niñas podrían no volver a la escuela este año debido a la interrupción de la educación sin precedentes a causa de la COVID-19. Esto no solo amenaza décadas de progreso hacia la igualdad de género, también pone a las niñas de todo el mundo en riesgo de embarazo adolescente, matrimonio precoz y forzado, y violencia.
Las mujeres se han visto afectadas de forma desproporcionada por el desempleo, ya que han perdido el 4,2% de los puestos de trabajo como consecuencia de la pandemia, en comparación con el 3% de pérdidas de empleo de los hombres. Si no se toman medidas para contrarrestar los efectos de género de la pandemia en los puestos de trabajo de las mujeres, se estima que el crecimiento del PIB mundial será un billón de dólares menor en 2030 de lo que sería si el desempleo de las mujeres simplemente fuera igual al de los hombres.
Las mujeres son la mayoría del personal sanitario mundial (70% del total de trabajadores y 90% de trabajadores de primera línea), pero solo el 25% de los altos cargos de la sanidad pertenecen a mujeres. Un informe de 2021 reveló que el 11 por ciento de los países encuestados informaron que había CERO comadronas (parteras) en puestos de liderazgo; y casi la mitad de todos los países informaron de que no había ninguna partera líder en su ministerio de salud.
Las brechas de género son omnipresentes en todo el mundo y para eliminarlas es necesario avanzar de forma significativa en cuestiones como la violencia contra las mujeres, el acceso a la anticoncepción y la participación de las mujeres en el mercado laboral. La desigualdad de género afecta todos los sectores, se interrelaciona con otros ámbitos del desarrollo y requiere soluciones por parte de muchos actores, incluidos los gobiernos, las empresas y las organizaciones no gubernamentales (ONG).
"Incluso antes de la pandemia, la desigualdad de género estaba fuertemente arraigada en el personal de la salud mundial, con mujeres agrupadas en sectores y puestos de trabajo de menor categoría, marginadas en el liderazgo y frecuentemente sujetas a la violencia y el acoso. Aunque las mujeres son la mayoría de los trabajadores sanitarios, sólo ocupan el veinticinco por ciento de las funciones de toma de decisiones en el ámbito de la salud, y las mujeres del Sur Global están especialmente marginadas", afirmó Magda Robalo, directora general de Women in Global Health.
Las asociaciones multisectoriales pueden impulsar el esfuerzo necesario para cerrar la brecha de género. Es necesario redoblar nuestros esfuerzos para mejorar la capacidad de aliados para reforzar la promoción de igualdad, la inclusión significativa y una mayor responsabilidad. También se necesitan alianzas más sólidas con las comunidades para mejorar y afianzar la igualdad de género en las estructuras sociales. Esto es aún más importante cuando el mundo trata de restaurar y reconstruir sociedades después de la pandemia.
“Las personas, las comunidades y las economías prosperarán cuando elevemos a nuestras mujeres y niñas. Cuando reconozcamos las contribuciones de las mujeres; cuando paguemos a las mujeres de forma justa por el trabajo que hacen; cuando mostremos el valor y la necesidad inherente de las mujeres para la sociedad”, dijo Kersti Kaljulaid, expresidenta de Estonia, defensora mundial de la Secretaría General de la ONU para Todas las Mujeres y Todos los Niños.
“Las soluciones son complejas, pero comprometámonos con una perspectiva de género que incluya la participación de las mujeres –especialmente de las jóvenes y las niñas– que trabajan en asociaciones y comunidades, gobiernos, empresas y ONG en pro de nuestros objetivos comunes. Esta es la manera de ver nuestros verdaderos objetivos. Esta es la manera de progresar”.
Puedes ver el evento aquí: