Djamila Ribeiro dos Santos es filósofa y enseña Filosofía Política en la facultad de Periodismo de la Pontifica Universidad Católica de São Paulo. Es columnista de en el diario Folha de Sao Paulo, bloguera y referencia del movimiento feminista negro y antirracista en Brasil.
La autora de O que é lugar de fala? (2017) (¿Cuál es el punto de vista del discurso?), Quem tem medo do feminismo negro? (2018) (¿Quién le teme al feminismo negro?) y Pequeno manual antirracista (2019) (Un pequeño manual antirracista) es una de las invitadas de la Feria Internacional del Libro de Lima.
En conversación con La Mula habló sobre la invisibilización de la población negra; la dominación del discurso por parte de los hombres blancos, los únicos aparentemente legitimados para ocupar la esfera pública; y la limitación o negación del espacio para las personas de color y/o los conocimientos que estas podrían compartir.
Portavoz y uno de los pilares de la construcción del feminismo negro en Brasil, centró la investigación de su maestría en dos históricas feministas blancas, Simone de Beauvoir y Judith Butler. Su maestría, basada en un análisis comparativo con el feminismo negro, es una prueba de que las referencias pueden entrelazarse y amplificar las visiones del mundo. Por eso es que ella defiende la necesidad de visibilizar los aportes del feminismo negro y las voces de las mujeres negras a la hora de decidir qué sociedad se quiere construir en Brasil.
"El feminismo negro no divide, como lo que mucha gente interpretaría, sino que es equitativo. Lo que hace el feminismo negro es ampliar la visión, porque una vez que hablamos de un feminismo hegemónico, que a partir de las mujeres blancas tienen unas más derechos que otras, han imposibilitado otras posibilidades del género femenino. No se puede pensar en un proyecto de sociedad con un problema como el racismo inmerso, especialmente lo que ha sucedido en Brasil a nivel estructural. De ahí en adelante, pensar en el asunto de la mujer negra y la visibilización de su experiencia, tanto a nivel teórico como histórico, es importante considerar que el feminismo negro es un proyecto de sociedad, un modelo alternativo de sociedad, no necesariamente capitalista, racista o sexista, sino que nos involucra a todos", detalla.
Parte del feminismo negro -añade- es parte ahora de muchos adeptos pero también bastantes personas en contra de estos principios, y "quienes les tienen miedo son los que quieren perpetuar estas jerarquías, pero también muchas personas que se llaman progresistas pero que no entienden que nuestro debate no es específico, que no es un debate minoritario y que, muchas veces, se sigue hablando de estos temas sin valorar lo que nosotros tenemos por contribuir. Personas que no quieren un cambio, que no quieren pluralidad, que no quieren promover un equilibrio de voces sino una jerarquía, ocultando aquellos temas de los que no se habla y no valorar nuestra contribución histórica de los diferentes saberes".