En esta nueva conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas hay que decir que no es tiempo de celebrar. Los pueblos originarios del Perú, en especial de la Amazonía están sufriendo las terribles consecuencias del COVID-19, que ha llegado a las comunidades nativas, aun cuando desde un inicio cerraron sus fronteras como un intento de detener el virus.

Aunque no figuran en las cifras oficiales, los dirigentes amazónicos informan de miles de muertos y cientos de infectados, y reclaman la atención del Estado ante esta nueva amenaza, que se suma a la desnutrición, la crisis climática, la pobreza, los derrames de petróleo, el tráfico de tierras, la tala ilegal, la minería ilegal, el narcotráfico, la trata de personas, el dengue, la malaria, el VIH y la corrupción al interior de sus gobiernos regionales. Ciertamente, ocurre algo similar con pueblos originarios de otras regiones.

Mientras luchamos contra la propagación de la pandemia, es más importante que nunca salvaguardar a los pueblos indígenas y sus conocimientos. Sus territorios albergan el 80% de la biodiversidad del mundo y pueden enseñarnos mucho sobre cómo reequilibrar nuestra relación con la naturaleza y reducir el riesgo de futuras pandemias. De hecho, están buscando y aplicando sus propias soluciones a esta emergencia sanitaria, tomando medidas y utilizando los conocimientos y prácticas tradicionales. 

Recientemente cuatro periodistas de Brasil, Colombia, Perú y Venezuela participamos en un webinario sobre los indígenas amazónicos durante el COVID-19 organizado por Connectas. Hubo muchas coincidencias, y estos fueron algunos de los temas que expuse.


SALUD

La crisis sanitaria ha evidenciado enormes y distintas brechas. Una de ellas es el relacionado con los servicios de salud. En muy pocas comunidades nativas hay centros de salud o postas médicas, y si las hay tienen lo básico, esto es, si la posta está operativa y si hay alguien que esté atendiendo. Centros de salud con internamiento hay algunos, pero para esta crisis han servido muy poco. Incluso capitales de distrito carecen de centros especializados. Todo está en las ciudades.  

Hay un abandono, un desconocimiento, una mirada muy lejana sobre los pueblos indígenas. Conversando con especialistas, coincidían en que lo que se necesita es dar más protagonismo a los promotores de salud comunitarios. Los promotores de salud del pasado practicaban una interculturalidad de hecho, eran además excelentes traductores, no solo de la medicina occidental hacia la comunidad nativa, sino también traducían el conocimiento indígena hacia las ciudades. Pero se les retiró el apoyo y la repartición de medicinas se centró en los centros hospitalarios de las ciudades. Los promotores eran los gestores de una economía de la salud local, y se generó la dependencia de hospitales, lejos de las comunidades, y ahora la gente tiene que hacer largos viajes en busca de atención médica. Este cambio ha tenido repercusiones dramáticas, pues muchas comunidades lejanas no tienen postas, están distantes de las ciudades, y no tienen promotores ni medicinas propias. Y para ir a una ciudad demoran horas y días por el río. Iniciativas como el novedoso Comando Matico son un centro pluricultural de salud, un lugar de enseñanza y de entendimiento. 

Según una especialista en temas originarios, el Estado se ha demorado en poner en marcha las plataformas itinerantes de acción social (PIAS) fluviales, que son grandes navíos hospitales que llevan servicios del Estado por los ríos amazónicos. Las PIAS son una alternativa porque tienen sala de operación, para dar a luz, odontología, y otras dolencias, incluso también contribuyen con servicios de registro nacional de identidad y pagos a funcionarios y maestros de las zonas amazónicas. El problema es que durante la pandemia las PIAS fluviales no salieron, y sí algunas aéreas. Recién con la nueva ministra de Inclusión Social se ha anunciado que las fluviales saldrán a mediados de agosto.  Las PIAS deberían ser hospitales de primer nivel que puedan atender todo tipo de enfermedades para quienes viven en zonas rurales.  

Además, se deben considerar mecanismos de respuesta rápida, articulaciones a través de radio, protocolos de emergencia y traslado eficientes, todo en un marco de interculturalidad. 


INTERCULTURALIDAD

Desde que comenzó la emergencia sanitaria en el Perú ha habido mucha información sobre el nuevo coronavirus, pero esto nuevamente evidenció una brecha lingüística. El 16% de los peruanos habla una de las 48 lenguas originarias. Si bien un margen de estas personas habla también castellano, el Estado está obligado a hacerles llegar información en sus idiomas. Hay una Ley de Lenguas por las que todas las personas puedan acceder a través de sus idiomas a los servicios del Estado. 

El gobierno, a través del Viceministerio de Interculturalidad, perteneciente al Ministerio de Cultura lanzó afiches, piezas gráficas en un número determinado de lenguas originarias. También mensajes en audio en esas mismas lenguas. Por un lado, se difundieron en redes sociales, y evidentemente en la Amazonía no todas las zonas tienen señal de internet ni la mayoría de sus habitantes tiene un teléfono con datos. Se propalaron por algunas radios, pero no fue suficiente, no todas las comunidades usan radios. Además, las piezas gráficas se hicieron desde Lima, con buena intención, pero se tradujo a esas lenguas lo que se informaba en castellano. 

Una lingüista me explicó que hacer llegar información no debe ser solamente la traducción como pasar del español a las lenguas originarias tal cual. "No se puede considerar que los conceptos de uno y otro idioma son los mismos. En los afiches había situaciones ajenas a lo que se vive en comunidades de la Amazonía. Hay información en lenguas originarias, sí, pero con muchas debilidades", remarcó. 

También advirtió sobre algo muy importante pero que no se ha tenido en cuenta: ha habido una respuesta en lenguas indígenas para pueblos con muchos habitantes, pero se ha desatendido a pueblos más pequeños, no se ha difundido en sus idiomas. "Son pueblos que tienen pocos habitantes porque han sufrido sucesos violentos, y son más vulnerables, y si mueren, muere su cultura, su lengua". Esto es muy preocupante, pero no está en la agenda nacional.

"Hay que identificar cómo es la vida de cada pueblo y a partir de ello establecer criterios mínimos de interculturalidad que respeten y vayan en paralelo con su vida cotidiana", me decía otra especialista. Hay que visibilizar las deficiencias y carencias de los pueblos indígenas temas de salud. "Pero no solamente en temas de agua, salud, servicios básicos, sino también el tema del idioma, el papel de la mujer. Como no tenemos el conocimiento claro de los pueblos indígenas no se puede definir con exactitud lo que ellos necesitan", agregó. 

La interculturalidad, tal como se está manejando en esta emergencia, tiene muchas deficiencias.


'ENFERMEDAD DEL BLANCO' 

La noción de un virus mortal no hace parte del bagaje conceptual de las poblaciones indígenas amazónicas. La muerte nunca es algo natural, es atribuida a la acción intencional de un ser, humano o no, pero que tiene intencionalidad de causar daño: un ser de la naturaleza, un animal, relaciones de poder que constituyen el cosmos amazónico. Sin embargo, la idea de que la enfermedad tiene una agencialidad en sí, de que hay agentes patógenos, objetos que pueden entrar a tu cuerpo y hacerte daño es una idea compartida por muchos pueblos amazónicos. Por ello la importancia de la existencia de sanadores. La visión de una enfermedad puede verse como el fruto de una cadena alimenticia, donde el ser humano es el alimento de seres que se nutren de nosotros. Hay toda una cosmovisión sobre las enfermedades del aire. Ciertamente, el coronavirus es considerada una enfermedad de blancos, que viene de las ciudades. Quienes se contagiaron fueron los que salieron de sus comunidades para cobrar en las ciudades los programas sociales y los bonos propiciados por el Estado para ‘ayudar’ a las personas.


SIN RITOS FUNERARIOS

La muerte de los ancianos y la imposibilidad de enterrarlos, llorarlos, es muy triste y grave. Un anciano no es un solo pariente mayor, es un banco de conocimientos, es una conexión con la ancestralidad, son personas que encarnan la presencia de espíritus del pasado. Su muerte es una tragedia a través de los conocimientos culturales, de la constitución de la memoria de los familiares y a nivel de las lenguas. Su muerte no solo atañe a una familia o a un pueblo indígena, también al patrimonio inmaterial del Perú. Algo que no es considerado con la debida seriedad por el gobierno. Las prácticas del ritual de entierro tienen como propósito permitir que el espíritu de la persona fallecida se desprendiera de sus familiares aquí en la tierra. La necesidad de que el muerto se olvide de sus parientes y se vaya es muy importante para los pueblos amazónicos.  

 

EL PAPEL DE LAS MUJERES INDÍGENAS

El caso de la violencia doméstica se ha incrementado mucho debido a la influencia de las ciudades y es reproducido en la Amazonía por los mestizos. Sin embargo, durante esta pandemia el papel de la mujer es fundamental. Esto se ve en los centros de atendimiento de salud con plantas, por ejemplo. En las comunidades nativas las mujeres son quienes buscan las plantas.  Están más dedicas a la chacra, donde están las plantas medicinales, y son las que cuidan a los suyos. Están muy activas con todo lo que tiene que ver la prevención y atención a la familia con plantas. También en el abastecimiento de alimentos, sobre todo en casos donde han cerrado sus fronteras, van a la chacra, cosechan, preparan los alimentos. Asimismo hay mujeres vigilando sus fronteras. Cumplen papel importante también en las organizaciones indígenas.  


A cinco meses de llegado el nuevo coronavirus al Perú, estas poblaciones afrontan un conjunto de carencias y dificultades en la atención de salud, dada la complejidad geográfica de sus territorios, la falta de servicios públicos esenciales y la deficiente infraestructura en salud, que los hace altamente vulnerables a enfermedades infectocontagiosas. El Ministerio de Cultura, como ente rector en la protección de pueblos indígenas, debe velar efectivamente por el bienestar de estos peruanos.


  

Composiciones gráficas: Yelene Bequer


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