La primera vez que Lizeth Tseje, una docente awajún de 21 años, escuchó sobre el nuevo coronavirus fue en enero de 2020 cuando estudiaba en la ciudad de Jaén. Esta condición que parecía lejana para su comunidad natal, “Kusu Kubaim”, llegó al departamento de Amazonas el 3 de abril y a la provincia de Condorcanqui el 3 de mayo.
Kusu Kubaim, es una de las 65 comunidades awajún del distrito de El Cenepa que cuenta con casi 10,000 habitantes. El Cenepa es uno de los tres distritos de la provincia de Condorcanqui, que tiene aproximadamente 60 mil habitantes predominantemente indígenas, awajún y wampis.
El 9 de junio del 2020, la provincia de Condorcanqui se declaró en “Estado de Abandono” por el Gobierno Regional y Nacional. El alcalde provincial Héctor Requejo indica que el Ministerio de Cultura nunca implementó una guía de atención a los pueblos indígenas.
El temor al virus llevó a las autoridades de El Cenepa a cerrar sus fronteras antes, incluso, del inicio del Estado de Emergencia Nacional. Para el 19 de marzo esta medida ya había sido replicada por las 10 federaciones Awajún y Wampis de las regiones de Cajamarca y Amazonas agrupadas en Organización Regional de Pueblos Indígenas de la Amazonía Norte del Perú (ORPIAN-P).
Estrategias preventivas de una comunidad awajún frente al covid-19
Cuando el Covid-19 llegó al Perú, las casas de Kusu Kubaim con acceso a radios locales y con motor fueron las primeras espacios de información. “Algunas personas venían a ver la noticia en la televisión. Todos comentaban e informaban”, recuerda Lizeth. Algunos decían: “¡Coronavirus nos va a matar !”.
Frente a esta amenaza, el bosque se presentó como el mejor refugio. Los abuelos y las abuelas de hoy, son en realidad los sobrevivientes a la epidemia del sarampión entre los años 1950 y 1960.
“En cuarentena se fueron bastantes gentes al monte (bosque)”, comenta la señora Rosa Bikayu, mujer awajún de 56 años.
“Me he ido a mi parcela. Yo siempre estoy mal [en referencia a dolores agudos que tiene en las piernas], por eso cuando vino esa enfermedad me he ido para allá. ¡Esta enfermedad nos mata pues! A mí me da miedo, que tal si me contagio”, dice la señora Rosa. Las parcelas son los espacios de cultivo familiar, espacios que están distanciados entre sí, pero que normalmente no cuentan con viviendas.
La subsistencia en la chacra, sin embargo, encuentra sus límites en las décadas de actividades y políticas extractivas que debilitaron sostenidamente la seguridad alimentaria del pueblo Awajún.
“En mi parcela tengo piña, caña, cocona, yuca, plátano, ajengibre, sachapapa y pijuayo (Bactris gasipaes). De acá [Kusu Kubaim] llevé [a mi chacra] 5 kilos de arroz y 5 de azúcar que me dieron en la canasta del alcalde. Tenía pollo, pero todito se terminó. Mucha gente hizo caza y ya no hay nada para cazar, tampoco puedo pescar mucho”.
Los episodios de hambruna, sin embargo, son preferibles para la señora Rosa que se siente en riesgo en su comunidad Kusu Kubaim:
“mañana ya me voy, no puedo quedar más días. ¡Tengo miedo! Eso [el coronavirus] me ataca rapidito y puedo morir”.
Así, decenas de familias están construyendo casas de refugio en sus parcelas para huir de la comunidad cuando llegue el Covid-19.
La enfermedad tocando la puerta
Según Menecio, presidente del comando Covid-19 de Kusu Kubaim, aproximadamente 15 personas han retornado de las ciudades a la comunidad de manera “formal", es decir, en coordinación con el GOREA , o “clandestinamente”, andando por trochas y evitando carreteras.
“Cuando salió el decreto nacional de que todos podían regresar a sus comunidades, aquí hemos hecho una reunión para que todos los que tienen hijos e hijas fuera, se comprometan a quedarse en su parcela cuando vuelvan. La persona [que retorna] y su familia debe aislarse por 15 días. Ellos ven su comida y se comprometen a no tener contacto con otros parientes. Algunos dicen: ˈYo voy con mi hijo, voy con mi hermano para poder cuidarloˈ”.
El cuidado familiar tiene un papel protagónico en el caso de los llamados caminantes. Muchos padres o parientes conducen (ida y vuelta) cerca de 12 horas en peque peque, desde Kusu Kubaim a los puertos de las ciudades de Nieva y Chiriaco, para recoger a sus hijos e hijas y llevarlos a sus parcelas donde juntos cumplen los días de cuarentena . “Hay algunos que ya están por cumplir sus 15 días y no tienen síntomas”, comenta aliviado Menecio.
A la fecha no hay ningún caso sospechoso de Covid-19 en Kusu Kubaim, pero eso no hace bajar la guardia a sus autoridades. Todos saben que con los caminantes el virus se acerca, pero la falta de pruebas rápidas en el distrito no permite despejar los rumores que se difunden sobre contagios en comunidades aledañas.
“En las comunidades de Wawamim y de Pampaentsa dicen que hay personas que supuestamente en prueba rápida han salido positivo”, comenta Menecio. Lizeth explica que “la semana pasada comunicaron por altavoz que en Cocashi, de Wawaim más arribita, hay brote. Los de salud confirmaron. Estamos asustados, ¡ya está viniendo!. En comunidad Pagata hay gripe fuerte. La población está asustada”.
Estrategias del bloque awajún del Cenepa frente a la amenaza
El Comite Covid-19 de cada comunidad del distrito de El Cenepa ha implementado protocolos de protección dentro y fuera de su comunidad.
● Los ingresos y las salidas del Cenepa solo pueden realizarse con el permiso escrito del jefe de la comunidad. Diariamente un grupo de voluntarios awajún controla el pongo Ronsoco que algunas familias atraviesan rumbo a Santa María de Nieva y Chiriaco en busca de los anunciados bonos y de alimentos. A su retorno los botes, las personas y sus productos son desinfectados con ayuda del personal militar del puesto “Chávez Valdivia”. Luego de este procedimiento, se les pide cumplir 15 días de cuarentena.
● El uso de mascarilla es obligatorio. “Ahora cuando las personas caminan deben usar mascarilla”, comenta Víctor, awajún de 30 años, que dice ser el único en su casa que tiene una. “Antes cuando no había mascarilla, a 10 soles nos vendían. Ahora estamos comprando a 7, a 5 soles”, comentó también la Señora Rosa. La escasez de mascarillas no se condice con el mandato sanitario impuesto por el Gobierno y afecta, incluso, a los miembros del Comando Covid-19 que controlan el flujo de personas en el río. Queremos implementar otras medidas pero no se puede. ¡Queremos mascarillas! Estamos tratando de conseguir, para poder dar a la población”.
El aislamiento comunitario ha generado, sin embargo, complicaciones en la cotidianidad awajún. Las tiendas en las comunidades se han desabastecido y el acceso a dinero en efectivo es restringido. El dinero condiciona la compra de saldos de teléfono, de víveres y de medicamentos. Por ello, el anuncio de la entrega descentralizada de los bonos del MIDIS en las comunidades de El Cenepa fue respaldada por los comités Covid-19.
Así, el 04 de junio, a las 11 de la mañana llegó a Kusu Kubaim el encargado de Pensión 65 que hizo entrega de los bonos “universal” y “rural”. Días antes, alquilando el wifi de una farmacia local, las familias consultaron si eran beneficiarios. Muchas familias dicen no haber sido consideradas en el bono y están a la espera de una nueva focalización.
Si bien el dinero ha dinamizado la compra local de víveres y medicamentos, el ingreso de personas de otras comunidades causó temor en Kusu Kubaim.
A 84 días de declarado el estado de emergencia sanitaria en el Perú, las comunidades awajún del distrito de El Cenepa siguen organizadas para hacer frente al Covid-19. Sin embargo, sus autoridades demandan la dotación de equipamientos de protección, alimentos, medicamentos, pruebas rapidas y una mochila fumigadora, así como el respeto de la autonomía indígena para el control de su territorio.
Datos epidemiológicos en contexto de escasez de recursos de diagnóstico
Al 9 de junio, la región Amazonas registró 899 casos de Covid-19,131 fueron importados y 768 autóctonos. La provincia de Condorcanqui reportó 53 casos de coronavirus en dos de sus tres distritos; el 73% (39) de estos diagnósticos son de indígenas awajún y wampis.
Según personal de salud de la región Amazonas, existen al menos 04 casos de Covid-19 en caminantes que, luego de pasar períodos de aislamiento fuera del distrito de El Cenepa, llegaron a las comunidades de Wawaim, Pampaentsa y dos anexos de la comunidad de Huampami. Al haber sido diagnosticados fuera del distrito no figuran en los reportes de la DIRESA.
Solo una ambulancia fluvial para 65 comunidades: las limitaciones de una Microred de Salud
El distrito de El Cenepa es atendido por la Micro Red de Salud Huampami, que está compuesta por 16 puestos de salud de nivel I-1, 01 puesto de salud de nivel I-2 y 01 Centro de Salud de nivel I-3. El nivel de un puesto de salud condiciona la capacidad de atención de estos establecimientos. Por ejemplo, los establecimientos de salud de nivel I-1 y I-2, en en su mayoría presentan problemas de infraestructura, falta de servicios de luz y de agua potable, escasez de medicamentos e implementos y la falta de profesionales médicos especialistas. Pese a ello, con la llegada del Covid-19, su personal de salud viene realizando seguimiento de las personas retornantes, vacunación a la población vulnerable, sesiones demostrativas de lavado de manos e incidencia sobre el Covid-19 (a través de carteles y altoparlantes con mensajes en castellano y awajún).
De identificarse un casos sospechoso en esta Micro Red, los puestos de salud de El Cenepa deben comunicar al Equipo de Respuesta Rápida del Centro de Salud de Huampami conformado por el Director de la Micro Red, 01 médico, 01 técnico de laboratorio, personal de enfermería, entre otros. Ellos son los encargados de realizar las pruebas rápidas de Covid-19 y prescribir el tratamiento en visitas domiciliarias. A la fecha, la Micro Red Huampami ha recibido 20 pruebas rápidas para ser aplicadas en una población de cerca de 10 000 habitantes.
El Centro de Salud de Huampami es el único establecimiento de salud en El Cenepa que cuenta con 01 ambulancia fluvial. Esto pone en peligro la respuesta inmediata del personal de salud que no podrá realizar diagnósticos simultáneos en las comunidades y atender el traslado de casos de emergencia.
Actualmente, el distrito de El Cenepa es el centro de otra epidemia que afecta la Amazonía, el VIH. El precario sistema de salud ha mostrado problemas en el diagnóstico y atención de casos seropositivos, así como en el registro de las muertes por afecciones asociadas al Sida. La presencia de epidemias como el VIH y del SARS-Cov-2 en un mismo organismo será la sentencia de muerte para la población awajún.
La resistencia awajún
Para Matut Impi, miembro de la Asociación Ajutap Lima, la llegada del Covid-19 a la provincia de Condorcanqui puede ser catastrófica. “Las condiciones en las que se encuentra Condorcanqui son bien críticas. En caso de emergencias, no habrá hospital donde acoger a la gente, no hay implementación”.
El desborde en la atención de la Red de Salud Condorcanqui ya es notoria. El 02 de junio un joven awajún de 23 años, murió en un centro de aislamiento del sector Pampa Hermosa de Santa María de Nieva. La noche del 1 de junio, él tuvo diarrea y vómitos constantes, el personal de la seguridad llamó insistentemente a los responsables del SAMU pero nadie respondió. La familia del fallecido, denuncia que nunca se le hizo la prueba rápida de Covid-19. Similares llamados hacen personas de los sectores de Kingkis y Shavit, quienes al no acceder a un diagnóstico, atienden o sus síntomas con plantas y medicamentos.
“Se toma la esencia de 10 plantas -kion, sacha ajo, sacha culantro, chuchuwasi, entre otros- y también un preparado de kion, con miel y limón”, comenta Matut. Estos consejos llegaron a los y las jóvenes awajún residentes en Lima, quienes reemplazan los insumos de las chacras de acuerdo con las indicaciones de sus padres y especialistas. “Ellos nos dicen cómo tomar. Primero, si tienes fiebre se trata con paracetamol y plantas. Si aumentan los síntomas, se le da azitromicina y, si empeora, se pone ampollas. Con esto, se han sanado personas”.
El temor de “salir muertos de los hospitales”, pone a prueba la creatividad y el conocimiento awajún. Las líneas telefónicas se despliegan como líneas de cuidado donde, a través de los consejos, se intenta de dar alivio a hijos los enfermos.
“La gente ahora vive porque está en resistencia, con nuestras plantas, nuestra medicina. Nuestra fuerza awajún está haciendo que no nos quedemos en cenizas. Lo que pido es que no haya más muerte de nuestros hermanos”, dice Matut Impi.
La resistencia awajún no exime la responsabilidad del Gobierno de implementar acciones claras en diferentes niveles. Como identifica Lizardo Cauper, presidente de AIDESEP: “Lo importante es hacer que el Covid-19 no siga contagiando. Que no siga creciendo”. Si bien existe una resolución ministerial para la de atención a pueblos indígenas frente al Covid-19, más que el papel, Cauper pide acciones clara: “¡Nosotros no queremos papel! Ahora toca la implementación”.
Demandas al Gobierno central desde la provincia de Condorcanqui
1) Comunidades: La entrega de mascarillas, víveres y bonos según la demanda de las comunidades, y el reconocimiento de la autonomía indígena en el control de sus territorios;
2) Sistema de salud: La mejora de los servicio de salud, con kits de diagnóstico e implementos de seguridad, para todos los establecimientos de salud ubicados en territorio indígena;
3) Gobiernos locales: ampliación y abastecimiento del sistema de cuarentena bajo enfoque de protección epidemiológica territorial. La asistencia a los jóvenes indígenas varados en las ciudades, con alimentación, alojamientos y traslados seguros.
Las acciones implementadas por las organización indígena frente al covid-19 se contrastan con el letargo estatal. Luego de tres meses de continua lucha, el cansancio y la desesperación está llegado a las comunidades indígenas de la Amazonía. Todo parece indicar que el pueblo Awajún enfrentará una epidemia más no con, sino a pesar del Estado.
Hacia la nueva convivencia ¿territorial? entre los Pueblos Originarios y el Estado Peruano
En realidad, la pandemia de la Covid-19 es la evaluación más ostensible de la utilidad y la función del Gobierno peruano en el territorio indígena. Las políticas de Gobierno y los marcos y dispositivos legales que el Estado ha diseñado o dejado de diseñar, producido o dejado de producir, implementado o dejado de implementar, en esta epidemia descubren la naturaleza profundamente arbitraria y unidireccional, discrecional y política de su ocupación del territorio de los pueblos originarios por casi 200 años.
Como ocurriera con el anterior sistema nacional, el Virreinato español, los síntomas del sistema político se manifestarán en los cuerpos enfermos, los familiares ausentes y las quebraduras en el tejido social de un pueblo que se encuentra solo en esta pandemia.
La Covid-19, de la manera más cruda pero también más clara, recuerda que la autonomía indígena y la soberanía territorial son condiciones que anteceden a la voluntad política y a la función y derechos que reclaman los Gobiernos de turno en los territorios ancestrales indígenas. El actual repliegue del Estado, su irrelevancia en materia de protección y preservación de la vida, su indiferencia ante la tragedia humana que hoy empiezan a afrontar los pueblos originarios abre irremediablemente un espacio en el que, de una u otra forma, se redefinirá y empezará a solidificar un nuevo vínculo con las naciones Amerindias. Esta actuación estatal sobre la geografía amazónica da nacimiento a un tiempo de
Hay que preguntarnos que si esta es la respuesta política que asume el Gobierno durante una pandemia global: ¿será mejor, más equitativa y más justa la nueva convivencia territorial en tiempos ordinarios en los que su aparato burocrático y estrategia política está orientada a extraer recursos a pesar de los intereses y derechos indígenas? La presente, para los pueblos originarios, es una oportunidad extraordinaria para recomponer integralmente su posición en el país; para recuperar su relación política e integral con su territorio.
*Ximena Flores. Doctoranda de Antropología Social del Museo Nacional de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ).
**Rodrigo Lazo. MA (2018), estudiante doctoral de Antropología en la Universidad de Massachusetts - Amherst, EE.UU, y docente en la PUCP.
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