El senador de izquierda Bernie Sanders, de 78 años, anunció este miércoles que abandona su carrera presidencial y deja en manos del exvicepresidente Joe Biden la candidatura demócrata para las elecciones de noviembre. 

Biden, de 77 años, será el encargado de tratar de evitar un segundo mandato del republicano Donald Trump en un escenario de extrema volatilidad, en un contexto marcado por la crisis mundial desatada por el nuevo coronavirus. 

Sanders deja así su segundo intento por llegar a  la Casa Blanca, luego de perder en 2016 contra Hillary Clinton. En su adiós deja claro que cree ganada su batalla por poner en socialismo en el centro del debate político de EEUU, un país en el que se suele asociar este término al comunismo. 

"Pocos negarán que en el transcurso de los últimos cinco años nuestro movimiento ha ganado la lucha ideológica [...]  una mayoría de estadounidenses entiende ahora que debemos elevar el salario mínimo hasta al menos 15 dólares la hora, que debemos garantizar la sanidad a la gente y transformar el sistema energético [...] “No hace mucho que muchos consideraban estas ideas radicales, ahora se consideran mainstream".

Ya el Partido Demócrata había virado a la izquierda en los últimos años, pero en estas primarias la revolución sanderista ganó más terreno que nunca. De hecho, el senador de Vermont avanzó con fuerza en las primeras votaciones, al monopolizar el voto más progresista, pero cuando el número de rivales en la carrera empezó a reducirse y el elector considerado más moderado inclinó la balanza a favor de Joe Biden.

Así, la declinación de Sanders parecía inminente, más aún luego deel supermartes del pasado 3 de marzo, cuando Biden arrasó con victorias en 10 de los 14 estados en juego. Desde entonces, las posobilidades estadísticas del senador de Vermont no habían dejado de menguar. Luego vinieron las derrotas en Michigan, Misuri, Misisipi e Idaho y después las de Florida, Illinois y Arizona supusieron. Ya su suerte parecía echada.

Biden, que fue vicepresidente en la era Obama, se las verá con Trump en las urnas el próximo tres de noviembre si no hay nuevos contratiempos, en un contexto de gran incertidumbre que acecha al país y al mundo. En todo EEUU, los ciudadanos están sometidos a diferentes grados confinamiento por el coronavirus.

A la fecha, en este país, ya hay más 400.000 contagiados y los fallecidos rondan los 13.000. La economía se frenó en seco y dejó sin empleo a unas 10 millones de personas en el lapso de solo dos semanas, lo que agitó los fantasmas de la Gran Depresión. Será una campaña sin precedentes  en la mayor potencia del mundo.