El polémico Brexit ya es oficial. Desde este 31 de enero, el Reino Unido concretó su salida formal de la Unión Europea (UE) después de 47 años de ser parte de este bloque comunitario, y aunque la incertidumbre sobre sus efectos prácticos todavía está lejos de ser despejada, ya se pueden vislumbrar algunos cambios puntales.

El primero, implica que el gobierno británico recupera el control total sobre las políticas migratorias, que fue una de las principales reivindicaciones de quienes apoyaron el Brexit en el referéndum de 2016.

Así, como parte del bloque comunitario, Londres tenía que seguir las regulaciones acordadas por todos sus países miembros. Uno de los mayores cambios en la UE se dio en 1993 cuando se aprobó lo del  "mercado interior", que consiste en permitir la libre circulación de bienes, servicios, capital y personas; es decir, "los ciudadanos europeos pueden vivir, trabajar, estudiar o hacer negocios con libertad" en cualquier otro Estado miembro.

Esto provocó que el flujo migratorio neto anual de europeos no británicos al Reino Unido se disparara hasta alcanzar su punto más alto durante el primer trimestre de 2015, con 219.000 llegadas, pero está cifra cayó hasta los 48.000 en el segundo trimestre de 2019, desde el referéndum.

Defensores del Brexit, este viernes, frente a la sede del Parlamento británico. 

Pero el Brexit también afecta a miles de británicos que emigraron a otros países de la Unión Europea, como España, que es uno de los destinos favoritos de unas 250 mil personas provenientes de esa nacionalidad para jubilarse. Ahora, se garantiza la libre circulación solo hasta el 31 de diciembre de 2020, cuando acaba el llamado periodo de transición. 

El Brexit no afecta a los latinoamericanos que quieran ir a Reino Unido a hacer turismo, estudiar o trabajar, señala un informe de la BBC, que remarcar que la libre circulación de personas solo se aplicaba a ciudadanos de la UE y países con acuerdos especiales como Suiza o Noruega. 

Pero los llamados extracomunitarios,  estaban y siguen sujetos a otras normas, como el Acuerdo de Schengen, según el cual sus territorios conforman el Espacio Schengen y todo aquel que haya entrado en él, puede moverse con libertad de nación en nación sin tener que pasar por controles fronterizos.

Así, por ejemplo, cuando alguien solicita una visa de turismo a Francia, esta le sirve también para entrar luego en Alemania, Portugal o cualquier otro de los 26 países que forman parte del Espacio Schengen. Pero no en el Reino Unido. "Los británicos siempre prefirieron mantenerse fuera de este acuerdo e imponer las exigencias para elingreso de personas a su país según su propio criterio", señala la BBC.

Tampoco varía la situación en cuanto a las visas de trabajo, porque cada país europeo concede la suya bajo distintos criterios, y lo mismo ocurre con las visas de estudio para periodos de más de tres meses. Es decir, en el Reino Unido, que ya regulaba por su cuenta las visas, nada cambiará para los extracomunitarios, como los latinoamericanos, que tendrán que seguir solicitándolas para estudiar y trabajar allí.

Lo que sí es cierto es que el Reino Unido, tanto el sector privado como el público, tiene una gran dependencia de mano de obra extranjera. Un claro ejemplo fue lo que pasó con el Servicio Nacional de Salud (NHS por sus siglas en inglés), que ya tenía un problema de escasez de personal antes del referéndum, que se agravó por la renuncia de sus más de 10.000 trabajadores europeos que se fueron del país tras la consulta popular de 2016.

Otro rubo que se verá afectado es de los restaurantes y hoteles en el Reino Unido. Según cálculos del gremio, se necesitará contratar a unos 60.000 británicos más cada año para cubrir el hueco que dejen los europeos cuando acabe el periodo de transición, lo cual será complicado, porque el desempleo en Reino Unido es solo de  3,8% y la tasa de empleo se sitúa a un nivel récord: 76,3%. La demanda es tan grande que hay inmigrantes que consiguen trabajo formal recién llegados y sin hablar inglés. 

Pero el primer ministro británico, Boris Johnson, promotor del Brexit, minimizó estos problemas al señalar que se implementará una política migratoria con un sistema de puntos como el que se aplica en Australia. "Será más justo", anotó, luego de hablar del  "amanecer de una nueva era" y de "un momento de cambio y renovación nacional".

"La tarea de este Gobierno —mi tarea— es volver a unir a este país, y llevarlo hacia adelante. Y lo más importante que debo decir esta noche es que esto no es un final sino un principio".


Tampoco será fácil, porque las heridas aún  están frescas, después de más de tres años de rabia y protestas de os defensores de la permanencia en la UE, que se han limitado a expresar su tristeza y resignación ante un hecho consumado. Por ello, el mismo Johnson ordenó que las celebraciones fueran modestas y alejadas de cualquier triunfalismo.

El lunes es el día escogido para que el primer ministro se dirija a los británicos, en vivo y en directo, para explicarles cuáles son sus planes para estos 11 meses que se vienen, marcados por las negociaciones con Bruselas para definir la relación futura entre los dos bloques. Otro camino que no será fácil. 

El aún líder de la oposición, Jeremy Corbyn, también se pronunció sobre la salida formal de su país del bloque comunitario. "Gran Bretaña está ante una encrucijada. Al abandonar la UE, tenemos la oportunidad de definir nuestro futuro papel en la comunidad internacional para las próximas décadas. Cambiará el lugar que ocupamos en el mundo. La cuestión está en saber qué dirección tomamos", dijo.

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