Recientemente las organizaciones de conservación marina Oceana Perú y ProDelphinus publicaron el informe Fraude y sustitución en la venta de pescados en Perú, que revela un amplio margen de fraude y sustitución en la venta de pescados en el Perú y propusieron medidas para implementar un sistema de trazabilidad que permita hacer seguimiento a los recursos marinos del mar a la mesa. 

La investigación se llevó a cabo en 39 puntos de venta en Lima, Chiclayo y Piura. El equipo científico extrajo muestras de pescados de filetes frescos y platos como el cebiche y tiradito en restaurantes, supermercados y mercados distritales. 

El estudio se realizó entre noviembre del 2018 y febrero del 2019. Se extrajeron muestras de filetes o trozos de pescados frescos y platillos a base de pescado fresco. Por cada platillo, se obtuvieron tres muestras para descartar que hubiese cortes de diversas especies. El método de análisis usado es el código de barras ADN, una tecnología líder mundial que utiliza una secuencia genética muy corta del ADN y luego la coteja con un banco de información genética global de especies.

¿El resultado? El 72% de las 225 muestras analizadas en laboratorio no correspondía con el nombre de venta. Especies de gran demanda y valor como el mero han sido reemplazadas por otras más baratas como la basa, que procede de la acuicultura. Además, el tiburón martillo es vendido como tollo, pese a estar en época de veda, lo mismo que la anguila del Atlántico, una especie en peligro de extinción. Estos resultados superan a los que evidenció la primera investigación realizada por ambas organizaciones en el 2018 en Lima, que reveló un 43% de sustitución.

"La sustitución ocurre, básicamente, por dos razones. Uno, la ignorancia y desconocimiento de las personas que manipulan el pescado, ya sea de punto de venta o de expendio (el cliente final) pero aparte también ocurren cuando conscientemente algunas personas hacen, por decirlo así, trampa en el proceso de venta y preparación de pescado; tienen un pescado más barato y lo hacen pasar por uno más caro. Esa es obviamente la causa o el elemento más importante para tratar como delito. En el primer caso tiene que ver con nuestra historia, con como pescamos tantas especies de peces tenemos un conocimiento muy grueso de lo que sacamos del mar, en muchos casos no sabemos que sacamos. En estudios complementarios estamos viendo que el trabajo indica que por lo menos el 80% de consumo popular usan nombres comunes y los nombres comunes enmascaran muchas especies", dice Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana, a La Mula.

Por su parte, Joanna Alfaro, directora de ProDelphinus, señala que estamos ante un problema que impacta en la economía del consumidor, pero también atenta contra la sostenibilidad de nuestro mar, ya que incentiva la sobreexplotación de especies. "Podría permitir el ‘lavado’ de pesca ilegal y va en contra de los esfuerzos por conservar especies amenazadas”, anota. 

Aunque existen especies de pescados cuyo parecido físico puede llevar al error, hay una delgada línea entre la sustitución y el fraude deliberado motivado por el mayor valor de algunas especies. “Más de la mitad de las muestras son un posible fraude. El perico es la especie que ha sido más utilizada para este fin, siendo vendida como corvina, mero o fortuno”, añade Alfaro.

El cebiche es, según el estudio, el camuflaje favorito para el fraude y sustitución, ya que el 74% de las muestras extraídas de este tipo de plato no correspondía con el nombre de venta.

El problema en general es que no hay una cadena de trazabilidad. No hay una forma de seguir el pez desde que sale del mar hasta el punto de venta final, hay guías de trasporte y controles en los mercados pero el pescado sigue siendo el pescado. "Por ejemplo, el rubro que se llama tollo, un tipo de tiburón que comemos casi a diario, incluye entre seis a ocho especies y no hay fraude, no es ilegal, es una cuestión del uso y la costumbre. Se vuelve ilegal cuando pido un mero y me dan un perico o una baza que cuesta una décima parte del precio o cuando pido pez espada y me dan tiburón diamante. Peor aún, cuando te dan una especie que está en peligro o en veda", explica Riveros. 

Todos estos elementos generan una circunstancia en la cual se combina el desconocimiento, que podríamos llamar mal etiquetado, y por otro lado el fraude, "la venta ilegal amañada de un recurso en el cual no solamente se está haciendo un lucro, se está estafando al cliente, sino que además podrían crear defectos de salud por algunas especies que tienen características que no son buenas, particularmente entre los pescados que se les llama mixtura", agrega el biólogo. 

En los mercados populares de amplio acceso al público, filetean todo y lo mezclan. Puede haber temas sanitarios por sustancias que pueden ser nocivas.

¿Qué hacer?

La cadena de comercialización de pescados en el Perú involucra a una diversidad de actores desde la captura en el mar hasta llegar al consumidor final. La identificación de especies se hace de forma declarativa, a partir del conocimiento de pescadores, comercializadores, y los nombres de las especies cambian según el lugar donde son desembarcadas.

“El vacío de información y la falta de mecanismos para el control en la cadena de comercialización hacen de este un problema complejo. Necesitamos implementar un sistema que garantice la identificación específica del pescado a lo largo de esta ruta; esto es clave para la trazabilidad”, resalta Riveros.

Oceana Perú y Prodelphinus proponen hacer un estudio que nos permite saber qué nombres y en qué lugares se usan, y a partir de él hacer una lista oficial de pescados comerciales.

Lo que nos queda a los consumidores es exigir conocer qué pescado vamos a comer. ¿Será mero lo que comerás en realidad?