Debemos ser más ambiciosos si queremos contrarrestar el cambio climático. Sin embargo, un nuevo estudio climático nos advierte de que no estamos avanzando como debiéramos. El Informe sobre la brecha de emisiones de 2019, presentado este martes por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), indica que aunque se implementaran todos los compromisos actuales del Acuerdo de París, firmado en 2015, las temperaturas aumentarían hasta 3,2°C, "lo que traerá consigo vastas y destructivas consecuencias climáticas". 

La décima edición del informe, lanzada una semana antes de que inicie la COP25 en Madrid, resume los últimos estudios científicos sobre las emisiones actuales y futuras estimadas de los gases de efecto invernadero (GEI), que se comparan con los niveles de emisiones admisibles para que el mundo progrese en la trayectoria de menor costo hacia la consecución de los objetivos del Acuerdo de París. Esa diferencia entre "dónde es probable que nos encontremos" y "adónde necesitamos llegar" se ha llegado a conocer como "disparidad en las emisiones". 

La concentración media mundial de dióxido de carbono (CO2, principal GEI que contribuye al cambio climático) alcanzó las 407,8 partes por millón en 2018, lo que representa un 0,56% más que en 2017. 

Las más de 100 páginas del documento indican que no se ha puesto freno al aumento de emisiones mundiales de GEI, lo que conlleva que ahora se necesiten reducciones más drásticas y en menos tiempo. Las emisiones, incluidas las derivadas de cambios en el uso de la tierra como la deforestación, todavía no han tocado su máximo, aunque ascendieron a una cifra récord de 55,3 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente en 2018. Pero para 2030 deben caer en 15 gigatoneladas para cumplir con el objetivo de París de mantener la temperatura en el peor de los casos en 2°C y 32 gigatoneladas para alcanzar los 1,5°C.  

A menos que las emisiones mundiales de GEI disminuyan un 7,6% cada año entre 2020 y 2030, el mundo no alcanzará el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C establecido en el acuerdo logrado en la COP21. Limitar el avance a 2°C requeriría recortes anuales del 2,7%.

Las emisiones deben reducirse en un 55% para 2030. No hay forma de que lo logremos si no intensificamos la acción a partir del próximo año con planes ambiciosos", dice John Christensen, coautor del informe.

"Nuestro fracaso colectivo para actuar de manera temprana y dura contra el cambio climático significa que ahora debemos realizar recortes profundos a las emisiones, más del 7% cada año. Necesitamos reducir las emisiones tanto como sea posible en 2020. Luego requerimos contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) más ambiciosas para impulsar las grandes transformaciones de las economías y las sociedades", señala Inger Andersen, director ejecutivo del Programa de Medio Ambiente de la ONU.

En este punto, vale subrayar que en el pasado setiembre (durante la Cumbre Climática de Nueva York) se propuso generar compromisos adicionales hacia las emisiones netas cero para 2050. 

Alrededor de 70 países anunciaron su intención de presentar NDC mejoradas en 2020 y 65 países se comprometieron a trabajar para lograr cero emisiones netas para 2050. 


¿Un objetivo imposible?

Limitar el calentamiento a 1.5°C es posible, dice el informe, pero hacerlo requiere cambios radicales en nuestros sistemas económicos, así como en nuestros hábitos sociales. Las soluciones propuestas por el informe representan un nuevo mundo que tendría que transformarse en solo una generación para revertir la crisis climática.

"No obstante, más allá de los titulares funestos, se desprende otro mensaje del resumen del decenio. Se han producido diversos avances esperanzadores y el interés político en el cambio climático aumenta en varios países, con votantes y manifestantes —sobre todo jóvenes— que dejan claro que es su prioridad principal. Además, las tecnologías diseñadas para una reducción de emisiones rápida y rentable han mejorado considerablemente", dice el reporte.  

En efecto, un punto positivo es la disminución de la energía del carbón, se prevé una caída del 3% en 2019, la mayor caída registrada, según los analistas de CarbonBrief. Asimismo, otro motivo de esperanza es la caída de los costos de las tecnologías verdes.

La electricidad debería convertirse en la principal fuente de energía para 2050, y las energías renovables constituirán al menos el 85% del consumo mundial. La producción de carbón debería ser eliminada; el transporte y la industria deberían descarbonizarse. Se debe mejorar la eficiencia energética. Este proceso de transición costaría entre US$1.6 y 3.8 mil millones al año a nivel mundial entre los años 2020 y 2050.

El desarrollo de políticas económicas y sociales que fomenten la eficiencia de los materiales, el bajo desperdicio y consumo, la reutilización y el reciclaje deberían convertirse en una prioridad, junto con la preservación de los bosques existentes y la plantación de otros nuevos. 

"Hay soluciones disponibles para hacer posible el cumplimiento de los objetivos de París, pero no se implementan lo suficientemente rápido o a una escala suficientemente grande", sentencia el reporte.

Pero si se estudian las conclusiones generales del informe, es evidente que no bastará con aplicar cambios progresivos y que es necesario poner en marcha medidas rápidas y transformadoras.

Los países no deben esperar hasta el final de 2020 para intensificar la acción. Gobiernos, empresas y ciudadanos deben actuar ya.