Pedro Lemebel murió en 2015 pero su legado continúa. Artista, escritor y figura pionera en el movimiento LGBTQ de América Latina. Incendiario, confrontacional y abiertamente radical, a la vez que sensible y con mucho humor. Nunca quiso ser políticamente correcto. Como defensor de los derechos humanos, fue uno de los críticos más intensos de la dictadura de Augusto Pinochet y de la política de derecha.
Este año se estrenó una película sobre su vida. Y en diversas ciudades del mundo siempre hay homenajes, talleres, foros, muestras de arte y más en su nombre. Precisamente, desde el 5 de octubre, en Buenos Aires, en las salas de la Fundación PROA 21, se presenta una controvertida exposición: Yeguas del Apocalipsis, cuyas obras han sido exhibidas con gran éxito en el Palacio de Bellas Artes de México (2011), el Museo Reina Sofía de España (2012), el Museo de Arte de Lima (2013) y la Bienal de Sao Paulo (2016). Instalaciones, fotografías y videos, entre otros materiales de archivo, que recuerdan el provocador colectivo artístico que a fines de los años ochenta –entre 1987 y 1989– incendiaron la pradera de la vida cultural chilena. Sus protagonistas fueron los reconocidos escritores y activistas Pedro Lemebel y Francisco Casas.
La muestra consta con el registro de diversas intervenciones artísticas del colectivo, y profundiza en el trabajo posterior y en solitario de Lemebel y Casas, donde la crítica política, la visibilización de las sexualidades no hegemónicas y la resistencia en forma de militancia están en continua pugna con el contexto social. Las obras reunidas de Casas y Lemebel en Proa 21 dan cuenta de las distintas re-significaciones y potencias políticas de la palabra “cuerpo” y permiten, aún hoy en el espectador, proporcionar claves para una lectura desde el Sur sobre las relaciones entre arte, política y sexualidad.
Lemebel y Casas construyeron una gramática del desacato que alternaba el humor corrosivo, la denuncia social y las relaciones de poder con la parodia de las poses dominantes. Su crítica, en esencia, era contra el arte y sus modelos de validación, contra la dictadura militar Pinochetista y, por extensión, contra toda clase de violencia y discriminación.
“En el 2015 hicimos la performance ‘Donde más duele’, en la feria ArtLima, en homenaje a Pedro Lemebel que se encontraba muy enfermo en ese momento. Francisco Casas posó desnudo sobre una bandera comunista con el símbolo rosado para revivir la intolerancia del comunismo hacia la comunidad gay. El video de la performance será parte de la PROA 21”, nos comenta Sonia Cunliffe que también participa en el homenaje.
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Foto de sonia cunliffe
“En esta exposición se darán encuentros literarios de renombrados escritores argentinos. Ambos, Lemebel y Casas, son referentes para toda generación de escritores y para la lucha por los derechos humanos. Nadie pensaba que la coyuntura política de Chile haría más relevante el evento”, agrega Sonia Cunliffe.
Esta muestra trae las obras “Las dos Fridas” (fotografía de Pedro Marinello), “La conquista de América” (registro de Paz Errázuriz, premio nacional de fotografía de Chile) y “Lo que el Sida se llevó” (registro de Mario Vivado), así como trabajos más recientes de Casas en solitario: “Las metáforas quebradas del Yacuruna y otras amazonías”, en colaboración con el artista peruano Julio Urbina Rey, y la performance “Ciao Bella”, en colaboración con la artista peruana Sonia Cunliffe. Este último trabajo se realizó tras la muerte temprana del escritor Pedro Lemebel, a quien Francisco Casas le rindió un homenaje en Art Lima 2015. Casas fustigó al comunismo homofóbico y se envolvió con una bandera del Partido comunista de color rosado.
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"Pensar hoy en día en el colectivo de arte Las Yeguas del Apocalipsis, y nuestro acervo político e intelectual, cobra relevancia hoy más que nunca a la luz de las protestas y alzamientos de la clase trabajadora en Chile, y principalmente de estudiantes, en sus justas demandas sociales", dice Casas.
Para él, el descontento social parece ser ya una voz planetaria que abarca todas las dimensiones del descontento, desde la ecología hasta los derechos fundamentales de la mujer a ser dueña y señora de su propia corporalidad, los movimientos indígenas, homosexuales, los desplazados, todos y todas en una marcha continental gigantesca que desordena los órdenes fascistas establecidos por el neoliberalismo.