Historiador, periodista, columnista, ensayista y escritor con múltiples publicaciones, Fernando Iwasaki es un contador de historias. Sin embargo, él describe como alguien que tiene tres hijos de los que se siente afortunado, que lleva 34 años casado y que vive en una chacra en las afueras de Sevilla, donde se dedica a plantar árboles con semillas recogidas de distintos sitios como una de tulipán de la Plaza de Armas de Ayacucho. El autor de RePublicanos estuvo en Arequipa, en el marco del Hay Festival, y conversó con Rolando Toledo, director de La Mula, sobre el sueño republicano, la democracia y las redes sociales.

“Con las redes y de esta manera de vivir interconectado junto, al mismo tiempo, de votar no necesariamente por cosas importantes, sino de darle like a casi cualquier cosa, se está creando la persuasión de que todo debería ser susceptible de ser decidido por mayoría y nunca vas a poder contentar a toda la mayoría”, comenta sobre la democracia en la actualidad.
“Lo que me interesa como latinoamericano es que no somos tan distintos a los europeos que nos miran, a veces, por encima del hombro. Nosotros hicimos comisiones de la verdad, del perdón, de la conciliación y de la memoria mucho antes que en Europa”, dice respecto de la alterada coyuntura latinoamericana y global.
“Si ha existido. Lo que ocurre es que nunca entronizamos la igualdad, nunca garantizamos la libertad y aunque ideológicamente podamos discutir durante horas sobre si es más importante la igualdad que la libertad, la verdad es que ambos se necesitan. No se puede ser libre si la igualdad no está garantizada”, en referencia a la existencia de un sueño republicano.

Iwasaki también habla sobre el quechua y el aimara, no solo como cultura, sino como lenguaje y la riqueza que contienen. Tocaran temas como la convivencia de idiomas, las agendas pendientes en el país, retroceden a la mirada integradora de Mariátegui y Vasconcelos, y, sobre el periodo catastrófico de Fujimori, Mario Vargas Llosa y Sendero Luminoso.

“La convivencia allá (Europa) es difícil porque hay una ideología, por ambos lados, que encrespa la convivencia. En el Perú, en cambio, no hemos tenido ese tipo de conflicto. Sin embargo, hemos marginado el quechua, lo hemos despreciado y hemos sido racistas con la población andina que hablaba quechua”, reflexiona sobre el quechua.
“El talento que tenía Mariátegui yo no lo puedo mesurar, lo que hubiera dado de sí estando sano, con sus contactos; a dónde hubiera llegado (…) La figura de Mariátegui prestigia al Perú”, señala respecto del legado del pensador peruano.