En estas semanas hemos sido testigos de varias protestas que han desatado la ira de sociedades que desde afuera iban mejorando su reputación socioeconómica. A pesar de tener distintas líneas políticas, estos Estados se han dado de cara con un descontento que enfrenta a las fuerzas del orden con los civiles en batallas que no parecen tener fin. Aquí les dejamos algunos de los casos más controversiales y conmovedores del momento.
Chile despertó
Manifestaciones violentas, incendios, muertes, represión, pérdidas millonarias, toque de queda, estado de excepción. Chile, el llamado paraíso latinoamericano y considerado uno de los países más estables de la región, es ahora mismo un hervidero social. Los militares han vuelto a la calle a reprimir a los manifestantes, una imagen que no se veía desde los años del régimen de Augusto Pinochet. Esta respuesta del gobierno de Piñera ha empeorado las protestas.
El detonante fue una protesta de estudiantes por el alza del precio del pasaje del metro anunciada el 6 de octubre. Y aunque el gobierno dio marcha atrás, no ha vuelto la calma en el país, sumido en un estallido social, con protestas masivas en las que participa gente de distintas edades y clases sociales. No son los 30 pesos del aumento del precio del metro, sino los 30 años de un modelo draconiano lo que tiene a los chilenos en las calles de uno de los países más desiguales del mundo.
Desde el retorno de la democracia, en 1990, se instauró un modelo que buscaba la solución de muchas de las demandas sociales, entre ellas la de las pensiones, el agua y la salud, sin éxito. Según el Banco Mundial, Chile ha reducido la pobreza, pues en el 2000 el 30% de la población que vivía con menos de 6 dólares al día, hoy se ha reducido al 6.7%. Sin embargo, esto no se ha traducido en una mejor calidad de vida e igualdad social para la mayoría de los chilenos. El endeudamiento de los hogares ronda el 70%.
La respuesta del presidente Piñera y sus ministros ha contribuido a que la reacción aumente al mostrar una desconexión entre la élite política y el descontento social. La oposición tampoco se ha librado de las críticas. Algunos sectores han sido acusados de apoyar a la violencia, mientras otros han sido cuestionados por su ineficiencia para mejorar la calidad de vida de los chilenos, cuando estuvieron en el poder.
Chile está ahora cara a cara con la contradicción de ser uno de los países con mejores resultados económicos de las últimas décadas en la región, pero que visiblemente no está resolviendo los problemas básicos de muchos.
La división boliviana
La reelección del presidente Evo Morales en Bolivia fue el detonante de una crisis política que ha sumergido el país del Altiplano en enfrentamientos sociales entre simpatizantes y opositores de un régimen que ya tiene casi 13 años en el poder.
El accidentado recuento de los votos en las elecciones del pasado 20 de octubre en las que el Tribunal Electoral (TSE) de Bolivia proclamó vencedor al presidente Morales, fue el detonante de una ola de protestas por parte de los ciudadanos que gritaban en las calles el supuesto fraude del proceso y la intención de que Evo quiera eternizarse en el poder.
Hay al menos dos muertos y cientos de heridos en varias ciudades de Bolivia. La Organización de Estados Americanos (OEA) realizó una auditoría para determinar si efectivamente hubo alteración de los resultados en el cómputo que el TSE hizo de los comicios, ante las denuncias de fraude de la oposición. En respuesta, el presidente ha dicho que las protestas son manipuladas por grupos opositores y ha denunciado un intento de golpe de Estado.
Mientras tanto, un grupo de policías bolivianos pidieron la renuncia de Morales y se rehusaron a seguir las órdenes de reprimir a los manifestantes. Los efectivos de la Policía realizaron motines en sus bases de las ciudades de Santa Cruz, Sucre y Cochabamba este viernes durante la tarde en rechazo de las últimas medidas adoptadas por el Ejecutivo para acabar con las protestas en las principales ciudades de Bolivia.
El regreso de la Primavera Árabe
En el Líbano, los manifestantes paralizaron el país y empujaron a la renuncia al primer ministro Saad al Hariri.
Además, en las últimas semanas, las fuerzas de seguridad de Egipto repelieron el intento de protesta contra el Estado policial del presidente Abdul Fattah al Sisi.
En Irak también hay un gran descontento social por encontrarse entre uno de los países más corruptos del mundo. Líbano está algo mejor, pero no por mucho. Los manifestantes de Irak y Líbano no solo quieren que sus presidentes renuncien. También desean que todo el sistema de gobierno se reforme o sustituya.
Una de las realidades más trágicas de Irak es que la violencia se ha normalizado. Cuando los manifestantes, cantando en contra del desempleo, la corrupción y el gobierno tomaron las calles, la represión militar fue brutal y no dudaron en disparar contra los ciudadanos, que tampoco cuentan con un líder que aterrice sus demandas.
Los manifestantes han apuntado a los bastiones del poder gubernamental, especialmente a la Zona Verde amurallada en Bagdad, que solía ser el centro de la ocupación estadounidense. Ahora es el lugar donde se encuentran las oficinas del gobierno y las embajadas, así como las casas de personas prominentes. Las marchas comenzaron allí y luego se extendieron por otras ciudades como Kerbala, donde hubo reportes de enfrentamientos que dejaron varios muertos y heridos.
Desde que las protestas comenzaron, el número de víctimas ha crecido de forma constante. En Bagdad, algunos informes indican que soldados iraquíes han aparecido con la bandera nacional envuelta sobre sus hombros, en lo que se considera un gesto de solidaridad con los manifestantes, mientras que también se acusa a hombres vistiendo de negro, algunos con máscaras, de haber iniciado con los ataques de violencia. Una teoría dice que pertenecen a milicias pro iraníes.
Casi una década de protestas sin resultados favorables
Si bien las protestas empezaron siendo pacíficas, ahora se están mostrando las tensiones reales del país y el brote de violencia parece no acabar. Esta situación plantea la teoría de una nueva Primavera Árabe, un asunto que se remonta al 2011, cuando los levantamientos no trajeron la libertad anhelada por las personas que se manifestaron contra los líderes tiránicos.
Pero las consecuencias de la agitación continúan manifestándose en guerras como las de Siria, Yemen, Libia, y Egipto. Las reivindicaciones que alimentaron los movimientos hace ya casi una década siguen presentes, y en algunos casos se han profundizado.
El fracaso de los sistemas corruptos para satisfacer las necesidades de una población grande y joven garantiza que la ira y la frustración de la ciudadanía tome las calles como una forma frustrante de encontrar alguna solución y no resignarse a vivir sometida en la injusticia social, del mismo modo que está sucediendo en Latinoamérica y otras partes del mundo. ¿Qué reformas políticas serán las que mejores resultados obtengan?
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