Según el INEI, son alrededor de cinco millones de niñas las que nacieron y viven en el Perú actualmente . Aunque las estadísticas muestran que la mayoría de ellas van al colegio hasta completar la secundaria, siguen siendo las que más ayudan en las labores domésticas, las que cuidan de sus familiares mayores (o menores) y, las que con limitadas herramientas de desarrollo, sobre todo en las áreas rurales, se preparan para asumir las responsabilidades de la vida adulta.

El reporte anual de ONU Mujeres muestra que, pese a que actualmente las estadísticas de niñas y niños que reciben educación primaria en la mayor parte del mundo son equitativas, pocos países han logrado alcanzar esa meta en todos los niveles de la educación. “Incluso en los casos en los que se anima a las niñas a seguir con su educación, éstas se enfrentan a retos importantes que dificultan su asistencia continuada, ya que en ocasiones les corresponde realizar una cantidad desproporcionada de tareas en el hogar debido a las costumbres de muchas regiones del mundo”, describe el documento, mostrando una realidad que retrata también la nuestra.

El papel que desempeñan en el hogar, la sociedad y la economía las que serán mujeres del futuro está profundamente impregnado de estereotipos y desigualdad. Por eso, cada vez se hace más necesaria la defensa de sus derechos y la puesta en vigencia real de una serie de herramientas legales e institucionales ya existentes que hagan posible la meta de mejorar los escenarios en los que se desenvuelven.

Si bien en los países del primer mundo la vida de las niñas mejora de forma constante, en muchos otros, las pequeñas aún sufren prácticas terribles, como la mutilación genital femenina, la preferencia por un hijo varón —que suele dar como resultado el infanticidio femenino como el que se describe sobre la situación en la India— así como el matrimonio infantil, la explotación y los abusos sexuales.

También es más probable que las niñas se enfrenten a situaciones de discriminación a la hora de recibir alimentos o asistencia médica. Su grave situación de desventaja frente a sus pares masculinos mereció que se les incluyera como una de las 12 áreas de atención principales destacadas en la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995, y desde el 2011, que la ONU designe al 11 de octubre como fecha señalada para conmemorar y fomentar el  reconocimiento de sus derechos. 

En el Perú, las políticas y los programas que se han puesto en marcha han logrado algunos resultados alentadores como, por ejemplo, el aumento de la cantidad de mujeres que van a la escuela. Según el INEI y el área de análisis del Ministerio de Educación a cargo de Flor Pablo,  la tasa de matrícula de niñas para la educación primaria en las zonas rurales, llegó en el 2018 a 97,3% y en el nivel secundario, se incrementó a 81,5%. El embarazo adolescente también ha disminuido en los últimos cinco años de 13.9% a 12.6%. 

Sin embargo, quedan aún tareas pendientes para revertir una situación que aún refleja la brecha de desarrollo que posterga a las mujeres. 

Según la UNESCO, en el Perú y en el mundo entero menos del 30% de investigadores a nivel mundial son mujeres. Nuestro país ocupa el noveno lugar en América Latina en cuanto a la presencia de las mujeres en la ciencia.

Llamativa y preocupante es también la cifra de niñas y adolescentes víctimas de violencia o explotación sexual. Según reportes del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, de enero a julio de 2019, los Centros de Emergencia Mujer (CEM) han atendido 5710 casos de violencia sexual contra niñas de 0 a 17 años.

El futuro de esa mitad de la población que aún no recibe la satisfacción plena de sus necesidades en cuanto a protección física, derecho al  desarrollo integral y  eliminación de la discriminación en cualquiera de sus formas, incluido el acceso a la educación, y una mayor concientización sobre las dificultades a las que se enfrentan las niñas hoy en día. La tarea de mejorar políticas depende de un Estado y un gobierno responsable, pero concierne a toda la sociedad promover desde sus espacios que los avances sean cada vez mayores y más acelerados.