A 50 años de la Reforma Agraria promulgada por el expresidente Juan Velasco Alvarado, ¿cuántas certezas realmente tenemos alrededor de las causas y consecuencias de esta? ¿qué circunstancias del contexto local e internacional llevaron al Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas a ejecutar un cambio que amenazó las fibras sociales que constituían las bases de la anémica república peruana? ¿qué tan distinto es el país que dejó Velasco como legado al que asumió como herencia? Y, como sociedad, ¿hemos hecho algo, efectivamente, por respondernos estas preguntas? 

Este es el punto de partida del documental ‘La Revolución y la tierra’, dirigido por Gonzalo Benavente.

“La historia se cuenta a partir de intereses, y tiene que ser constantemente fiscalizada”, dice Gonzalo respecto de la necesidad de discutir sobre la ‘historia oficial’, aquella llena de leyendas urbanas, datos inexactos y falacias solapadas que constituyen el discurso construido desde el poder que hemos adoptado, que el Perú ha adoptado, como relato fundacional.


EL DOCUMENTAL PARTICIPÓ DEL 23 FCL
Y SE ESTRENARÁ COMERCIALMENTE EL 10 DE OCTUBRE.

En este revisar y re-contar la historia surge un instrumento subestimado de la memoria: la imagen. A través de la recuperación de películas y otros registros audiovisuales de la época (el 70% de las películas peruanas producidas hasta la década de los noventa se han perdido), ‘La revolución y la tierra’ no solo emprende una tarea cinéfila y de interés cultural sino que nos da acceso a auténticos testimonios, huellas de los ánimos de esos tiempos.

Uno de los tantos materiales inéditos que rescata el documental es el de la esposa de Fernando Graña, propietario de la legendaria hacienda Huando. Así resumía sus miedos a los levantamientos populares: “No es conveniente sacar el Jaguar en la revolución”.

Al haberse perdido estas historias y estas imágenes, el Perú había perdido una parte de su historia. Y el proceso de recuperar ese pasado olvidado reclama del presente una necesaria actualización; nuestros fantasmas de celuloide demandan de nosotros ya no solo atención, sino también reflexión.

Pero la historia es aún más compleja de la que los realizadores pensaron inicialmente, y desde esa complejidad trataron de abordar el relato del documental. Además de permitirnos conocer en profundidad ambas posturas históricas sobre la reforma agraria (Velasco fue un héroe, gobernó con el campesinado, sin él Sendero habría ganado su guerra; Velasco fue un villano, atrasó al Perú, interrumpió el proceso de proyecto republicano), el relato nos plantea una tesis que subyace en todos sus argumentos: el Perú de hoy es producto del gobierno de Velasco. Si eso es positivo o negativo, es una conclusión que ‘La Revolución y la Tierra’ deja como tarea a cada uno de sus espectadores, y a todos como proyecto de nación.


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