Nani y Tirso son más que esposos. Son compañeros con un pasado muy similar en esencia por el tipo de crianza que recibieron, pero que significó a la vez una dura forma de ser uno mismo en un contexto difícil para el país. Hoy ya adultos y con la labor de crianza esta vez a su cargo, reflexionan sobre encontrar la manera que la herencia que tanto valoran no se extinga en medio de la responsabilidad que supone el transmitirla. 

'Como criar dinosaurios rojos' es una apuesta valiente de creación colectiva que habla sobre cómo serle fiel a los ideales y un mundo utópico que hoy los sectores más conservadores tienen el atrevimiento de calificar de jurásico. Pero también habla del amor. Del hilo inevitablemente hermoso que une a padres e hijos en el proceso de formación de estos últimos, donde solo la incondicionalidad permitirá ser el salvavidas que mantenga ese sentimiento a flote hasta el día que uno pueda entender su real dimensión.

Esta pareja -que se reconoce como apasionada del teatro viviendo una doble vida para mantener dicha pasión-, se sube a las tablas después de un largo camino para presentar una pieza con humor, sentimiento, inevitable política y lo más importante que puede dejarte el arte: la capacidad de plantear preguntas al espectador.

¿Hasta cuándo vamos a tener que seguir justificando lo que significa 'ser de izquierda'? ¿Qué hace raro a quien recibió de primeras enseñanzas el aspirar un mundo más justo? ¿Qué tan fácil es 'caviarizar' a la gente? Nani Pease y Tirso Causillas sobre el escenario del Auditorio AFP Integra del MALI tienen una suerte de posibles respuestas hasta el 13 de octubre.


Se nos ha enseñado que el amor filial es incondicional. Padres e hijos pueden pensar igual o no, pero el amor siempre estará ahí. ¿Cómo lo plantean ustedes reconociendo que están muy cerca de la forma de ver el mundo que tenían vuestros padres?

Tirso: Somos conscientes que hay cierta incondicionalidad que está dentro de ciertos condicionantes culturales. Pero tampoco podemos escapar a ello. Lo retratamos como un vínculo muy constitutivo, somos nosotros. Hemos podido explorar las fisuras dentro de esa relación, hay mucho de cómo los grandes discursos de nuestros padres caen y tienen cierta relación de culpa. No una culpa cristiana, pero sí ante el contexto más amplio. No necesariamente para anular esos valores, sino para entender lo difícil que es resolver esa tensión entre las cosas más grandes, lo colectivo y el sujeto individual, social, chiquito. Y creo que en la relación padres e hijos, sobre todo con nuestros padres, esa tensión se sostiene. Sí abordamos el amor filial como una cosa que nos ha terminado construyendo como somos. Es un poco una metáfora sobre qué hacer con esos sueños que existían antes, utópicos, que de alguna manera es lo que nuestros padres transmitieron. No los vamos a retornar tal cual, sino que justamente la idea es revisarlo para reconstruirlo. Y en la crianza la idea es la misma, no queremos que nuestro hijo viva sintiéndose culpable sino más bien que sea consciente del contexto en el que está.

Nani: Yo diría que la incondicionalidad tú la sientes como padre. Sientes que a esa persona, así sea lo peor que te puedes imaginar, lo peor que podría ser, vas a hacer que vaya a la cárcel pero igual lo vas a querer incondicionalmente. El amor con los padres uno no se da cuenta de cuánto es hasta que llega ese momento. Yo sí me acuerdo de la sensación cuando tuve a mi hijo de 'ah, claro, esto es lo que decía mi papá del amor incondicional, ahora lo entiendo'. Lo que decía mi mamá de 'así hagas lo que hagas, estás frita porque te voy a querer igual'. Es bien curioso porque todo otro vínculo es condicional. En cambio el amor por los hijos está ahí de por vida.

¿Qué tan difícil es hoy como padres transmitir unos valores que los formaron con una visión del mundo cuya utópica esperanza sigue costando tanto mantener? 

Nani: Esa es la pregunta que nos reunió en la obra. Ambos sentíamos que más allá de todo el amor y el aprendizaje que tenemos de nuestros padres, había esta sensación de compartir referentes, iconos, posturas, valores, que no es que no comparta nadie, pero que en este mundo que no podemos imaginarnos fuera del capitalismo, es como que ya no tuvieran lugar. Y al mismo tiempo nosotros sí sentimos valiosos. Una vez que tú crías todo se actualiza y todo aquello que dijiste que no ibas a hacer, lo haces y todas las frases que dijiste que no ibas a decir, las repites. Creemos que hay una adjudicación de ser dinosaurios ya no vigentes y nosotros pensamos cómo criamos un dinosaurio rojo para que no se extingan. Nosotros fuimos criados por ellos y sí creemos en esos valores colectivos, comunitarios, el pensar en el otro como parte constitutiva del yo y entender a cualquier otro como uno igual. No solamente en el sentido de derechos y deberes, sino como un igual a ti. Eso que para nosotros fue sentido común de crianza, suena a rojo, radical, hasta se presta al fácil uso de la palabra terrorista. Sentimos que mucha de esta herencia la venimos teniendo que defender, como si ser de izquierda fuera algo que tienes que decir bajito, chiquitito, y decir inmediatamente 'no soy violento' casi como una defensa absurda. Queríamos pensar eso en la obra, partimos de esa pregunta.

Tirso: Yo me pongo a pensar cómo lo más valioso de recuperar de esa crianza, es esa posibilidad de soñar con un futuro mejor. Me parece importantísimo traerla a discusión. Discursivamente cada vez cala más esta frase de que pareciera que no hay alternativa, que se acabo la historia, que ya todo se detuvo y aquí estamos, que no hay otra opción fuera del capitalismo. De alguna manera ese es uno de los ideales más valiosos que yo siento que he recibido y que nos gustaría poder transmitir. Creo que igual la dolorosa conciencia de que uno no pueda hacer todo, que los problemas sociales te sobrepasan igual que ciertos discursos, es una tensión que no creo podamos resolver. Es inevitable decir que el conflicto armado es una gran herida que merece ser reconstruida, pero es interesante ver cómo el fujimorismo ha utilizado discursivamente el adjetivo terrorista para poder deslegitimar políticamente todo tipo de iniciativas de la izquierda. Y sigue influyendo hasta ahora el uso de esa palabra para no dialogar justamente, para decir 'con todo ese lado no se puede hablar'.

Nani: Hay que decir que a la izquierda la atacó Sendero y le hizo daño. Tenemos víctimas, Maria Elena Moyano es una de las más visibles. Cada vez que dicen izquierda es igual a terroristas, estás agrediendo esa memoria. Empezamos la obra así, escribiendo muy planfletariamente, algo como 'estas cosas tenemos que decirlas'. Y luego nos dimos cuenta que sí, podíamos decir eso, pero empezamos a trabajar más desde la metáfora para decir lo mismo.

Tirso: Creemos que nuestro rol como artistas tiene más que ver lograr iniciar conversaciones, generar desequilibrios cognitivos, preguntas, inquietudes. Nos dimos cuenta que no sabemos todo. A pesar de comprender que no tenemos la posibilidad de decir el mensaje y cuál es la verdad, creímos que esto podría ser interesante para plantear preguntas.

La rebeldía es algo casi natural en todos cuando somos adolescentes, pero siempre va más por el lado de dar la contra hacia lo que nos inculcan. ¿Con la política en vuestras familias fue así?

Nani: En mi casa el ser de izquierda no era un discurso. (Nani es hija del recordado político Henry Pease) Yo pensaba que el mundo era así en realidad, que todos escuchábamos las canciones de la misa campesina e íbamos los domingos a Huaycán siendo zona roja. Yo pensaba que mucho de la vida era así, solo que yo había caído en un colegio diferente. Luego empecé a ver que no, que en realidad había un guerra inmensa muy cerca de mi familia. Nos afectó mucho y en mi colegio parecían enterarse muy poco. Mi mamá decía cosas como "la gente de izquierda no bota basura en la calle", "la gente de izquierda ordena su cuarto", lo utilizaba como algo que era ya tan parte de mi identidad que no era discutible. Pero sí sentí desde muy chica esta especie de sanción por ser de izquierda. Yo he crecido en los ochenta cuando tú tenías que dejar muy claro que eras de izquierda pero no eras terrorista. Y a mí me ofendía mucho, porque Sendero nos atacaba. A mi casa llamaban a amenazar a mi papá, nos seguían... y en los noventa nos seguía el fujimorismo. Cambió el actor pero era la misma agresión. Yo sentía mucha rabia de tener que establecer esa distinción y sentía que ofendía a mucha gente que estaba sufriendo. No recuerdo esa sensación de rebeldía, no la hubiera imaginado, porque además en mi casa había el combo más potente que hay: la izquierda y la teología de la liberación. Todo eso a mí me constituyó muy temprano. Nunca imaginé rebelándome ante eso porque era no entender toda mi vida, toda mi crianza.

Tirso: En mi caso había una base que era la idea que existe desigualdad y que hay condiciones materiales que la sostienen. Pero en lo que sí había un gran tensión, era en el rol del arte dentro del cambio político. Mi padre era una persona que tenía una forma de canalizar impulsos utópicos y el arte no le parecía una posible. De eso de hecho hablamos en la obra. Toda una parte de la obra tiene que ver con adolescentes tratando de castear para la super obra... que es esta obra (risas). Mi rebeldía fue más bien considerar que el arte podía ser un camino para el cambio. Él decía 'no, ¿qué estás haciendo?', 'es muy abstracto'.

¿Cómo fue el proceso de crear esta obra? ¿Teniendo ya experiencia en la dirección, por qué decidieron confiar una obra que tiene mucho de testimonial en otros dos directores?

Nani: Estuvimos en el laboratorio de Yuyachkani donde para nosotros fue muy potente poder decir 'izquierda' en voz alta con gente de toda Latinoamérica y sentir que queríamos hablar de eso. Empezamos con esa idea y queríamos aplicar algunas cosas que aprendimos. Hemos hecho nuestro propio proceso en esa dirección. Los dos dirigimos, entonces teníamos la idea de hacerlo mutuamente y tener un proceso bien cerrado. Pero al empezar a trabajar pasó que yo tenía una larga lista de temas que no quería tocar. Había un montón de cosas que consideraba muy íntimas, privadas, que me producían mucha incomodidad decir. Entonces, claro, ese es el peor camino testimonial. Nos ganaba la solemnidad en el proceso, todo se volvía muy denso, muy triste. En un momento dijimos 'necesitamos que nos miren de fuera', y ahí fue que invitamos a los directores Sammy Samalloa y Fernando Castro.

Tirso: Igual en el mismo género testimonial, Lola Arias, argentina que lo ha trabajado mucho, reconoce que esto supone un proceso de distanciamiento de uno mismo para luego convertirlo en una especia de ficción aunque digas las cosas tal cual. Nos dimos cuenta que ese proceso es muy complicado de hacerlo solos. Nuestros directores trajeron muchos juegos de humor, trabajo físico, improvisaciones, conversaciones, y a partir de eso configuraron dispositivos.Hasta que llego un momento en que hicimos alto y nos sentamos a escribir la obra. Fue muy divertido y mucho más acorde a la forma en la que nosotros entendemos la memoria personal.

Nani: Nuestros papás tenían harto sentido del humor, eran recontra cachosos e irónicos, entonces hacerles este homenaje formal, era algo que no iba. Si ellos vieran esta obra se matarían de risa y se sentirían reconocidos.

¿Con qué vamos a encontrarnos?

Nani: No se van a encontrar con una obra aristotélica. No hay inicio, no hay nudo pero sí un final. Se van a encontrar con humor, con una ironía muy fuerte porque nos reímos mucho de nosotros mismos y nuestra historia con este tema. Hay tres partes. La primera es un casting de dos adolescentes distanciándose de sus propios clichés, buscando entrar en esta obra que se pregunta cuál es el rol de la utopía en la crianza así el ser de izquierda y hacer arte.

Tirso: Luego viene un espacio de autocrítica. El gran rollo de cómo a veces los discursos son enormes y tú como persona no los puedes cargar. Es una parodia de nosotros mismos. 

Nani: Una sitcom que presenta a una pareja de izquierda que quiere celebrar el día de Velasco y no puede, pero para ellos es como su suerte de navidad. Es una comedia de enredos y situaciones que se basa en un principio con el que trabajamos: solo podemos burlarnos de lo que tiene que ver con nosotros.

Tirso: Eso nos permite burlarnos y problematizar sobre esta otra forma discursiva de no conversar: la izquierda de clase media. Sabemos que lo somos y nos permite burlarnos de eso. ¿Qué se supone ser de clase media, trabajar en la Católica? Toda esa construcción que poco a poco va tomando el nombre de una palabra que se usa mucho en contra y que es 'caviar'.

Nani: ¡Y que la odiamos! De hecho en mi lista de cosas que no quería decir, estaba. Porque me ofende, el origen de esa palabra es de una persona atroz. Pero la hemos terminado usando para burlarnos de la situación. Al principio dijimos '¿qué estamos haciendo?' Y ahora nos divertimos muchísimo.

Tirso: Y bueno la última parte es la más testimonial, aunque tampoco son propiamente testimonios. Los dos escribimos teatro, así que son textos de obras que ambos hemos escrito y dan cuenta de la crianza y de cómo crecimos.

En un país como el nuestro, ¿vale la pena seguir haciendo teatro?

Nani: ¡Claro que vale la pena! Pero es una gran pena, una gran prueba de sufrimiento (risas) Es pura terquedad. Creo que el teatro es lo que más he hecho a lo largo de mi vida, mi gran amor, la gran constante. Cada vez que lo dejo siento que no funciono bien, pero es un reto enorme porque no hay ningún tipo de apoyo estatal, castings públicos, estructuras claras para llegar a las salas. Solo hay unas pocas por concurso, hay algunos fondos, así que es una gran apuesta.

Tirso: Hay algo que hace el teatro o el arte en general, que es traernos estas otras configuraciones que no vas a ver nunca en otros lados. Igual es durísimo y como es tan duro creo que entre nosotros nos decimos todo lo positivo. Vale la pena reconocer que también es necesario.

Nani: Poco a poco decimos que está mejor, que hay más público, aunque en realidad es el mismo público que se mueve en todas las obras. Lo que nosotros hacemos es escoger una obra que realmente queremos decir y trabajarla casi todo un año. Si hubieran otras condiciones, haríamos muchas más. En este país son héroes los actores, directores, productores. Tenemos que realmente amar esto para seguirlo haciendo. Es un acto de locura.


'Cómo criar dinosaurios rojos' Dirigida por Fernando Castro y Sammy Zamalloa Del 5 de septiembre al 13 de octubre. Jueves, viernes y sábados a las 8:00 p.m. y Domingos 7:00 p.m. Auditorio AFP Integra del MALI Una producción de Otro Colectivo Entradas en Joinnus y en la boletería del teatro.