“¿Qué es ser mujer?” es la pregunta que Antonella Sudasassi (Costa Rica) ha tratado de responder con un proyecto que consiste de un cortometraje, un largometraje y un documental en desarrollo. Su largometraje ‘El despertar de las hormigas’ se proyectó recientemente en la sección ‘Irresistibles’ del 23 Festival de Cine de Lima.   

La película cuenta la historia de Isabel (Daniella Valenciano): costurera, esposa y madre de dos niñas, de cómo comienza a hartarse. Y ese hartazgo crece.

“Creo que ‘lo personal como político’ es eso, la reivindicación de que lo que pasa dentro de casa también es necesario discutirla públicamente”, dice Antonella, y su narración, concentrada en las rutinas y cotidianidades del hogar, va revelando ese otro tipo de violencias, “que no son a golpes, pero siguen siendo violencias que falta trabajar y superar”.

El relato, siempre pegado a Isabel y sus pequeñas vivencias, es íntimo y detallista. Porque los detalles gritan lo que las personas callan. Y es en esos pequeños gestos dentro del hogar, en esos comentarios aparentemente inofensivos entre familiares, en cada silencio involuntario de Isabel, en esos espacios discretos que se va tejiendo una violencia silenciosa y disimulada pero tan (o más) opresora que las violencias más evidentes.

Pero ¿cómo salir de un modelo de vida, si no nos ha enseñado ningún otro? “A partir de la experiencia”, comenta Antonella, “y ver muchas películas, leer muchos libros, y empaparse de muchas cosas”. Y no solo de las experiencias propias, sino que de las ajenas es que Isabel comienza a tomar inspiración para su propio proceso de empoderamiento.

Curiosamente, es de las mujeres que no pretenden enseñarle nada de las que aprende. De Mireya, su amiga considerada mala influencia por no tener familia y por trabajar en un bar, aprende que la autonomía es un valor y una posibilidad, pero también es consciente de los riesgos que conlleva vivir como una mujer sola en una sociedad machista. Incluso el comienzo del despertar sexual de su hija la empuja a su propio autodescubrimiento. Como si, para “despertar”, no se necesitara de instrucciones que vienen de algún lugar de “arriba” (la suegra ý las nueras como autoridades morales) sino de vivencias ejemplares que revelan posibilidades en vez de marcar caminos.

Antonella Sudasassi  y sus protagonistas

Otro rasgo llamativo de ‘El despertar de las hormigas’ es la manera en que se nos muestra a los personajes masculinos. El esposo de Isabel es tratado como si fuera un menor de edad incapaz de hacerse cargo de sí mismo. Y al tratarlo así, con una vocación de servicio, las mujeres a su alrededor le hacen creerse ese discurso también. El pide a sus hijas que le sirvan un trago, y observa cómo ellas levantan la mesa mientras él pide su postre. Nadie se inmuta. El statu quo de las cosas es ese: los hombres son niños. O al menos lo son hasta que se los trata distinto.

Cuando Isabel comienza a cambiar, y a desear, por tanto, un cambio a su alrededor, arrastra consigo a su esposo que -aunque torpe y por momentos hasta ignorante de los cambios que se están dando a su alrededor- cuando se da cuenta, pone de su parte. Lo hace desde lo poco que puede, como para que quede claro que él no es así por maldad sino porque no sabía que había otra manera.

Para comenzar ese proceso, la protagonista primero tiene que construir y cimentar su autonomía, encontrar su voz, descubrirse y autodefinirse sin colocarse como extensión del hogar, sino como una persona en sí. En la transformación de esta relación con ella y con su entorno, Isabel se emancipa. Su empoderamiento no consiste en dejarlo todo y comenzar de cero, sino en la capacidad de transformar.

La película nos muestra, en suma, que la liberación de Isabel no está en desprenderse de su matrimonio ni de su familia, porque claramente los ama y le importan. Nos acerca al proceso que ella atraviesa para entender que no son el centro de su vida; que el centro de su vida debe ser ella, y entre ambos polos debe haber un justo medio. Su emancipación no está en desprenderse de sus vínculos, sino en volverlos más sanos.

Sudassasi hace un gran trabajo mostrando que las relaciones son diálogos, particularmente el matrimonio. Y los diálogos requieren de la participación activa e igualitaria de ambas partes. Como en el sexo, en el que se nos muestra lo diferente que es cuando se da como medio para un fin (la reproducción) a como es cuando se da como una experiencia de placer mutuo y amor. Y siempre que ambas partes estén dispuestas a participar de la construcción, el cambio se puede dar. Y si no, siempre puede bailar sola.



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