Un deporte poco conocido. “Muy pocas veces se ha visto el squash en la televisión”, dice Diego Elías, ganador de la medalla de oro en los recientes Panamericanos en Perú. 

Con tan solo 22, ya es campeón panamericano y está dentro del top 10 del mundo, puesto 8, específicamente: “Cuando gané los panamericanos sentí mucha felicidad, fue algo para lo que estuve trabajando mucho tiempo. Hace cuatro años había perdido la final en Toronto (Panamericanos 2015) contra Miguel Ángel Rodríguez (Colombiano) y ahora en la final me tocó con él otra vez, entonces fue una final muy emocionante. Tener a toda mi familia, amigos y gente que no conocía, de los que recibí muchos mensajes, apoyándome, fue algo muy lindo; me conmovió”, cuenta.

Diego entrena seis días a la semana, entre 4 a 6 horas sumando squash, gimnasio y preparación física, aparte de una hora diaria de estiramientos. Para él, todo es un conjunto que se complementa. “Si quieres tener éxito en el deporte, tienes que estar dispuesto a este nivel de exigencia y entrenar muy fuerte, regirte a una buena alimentación, tener disciplina y establecer una relación con un entrenador y preparador físico al que siempre tienes que hacerle caso”, comentó.

Comenzó a jugar antes de cumplir cuatro años por su papá, José Manuel Elías, campeón nacional por muchos años y que es su entrenador. Él fue su principal incentivo. De niño era un asunto de diversión, porque le gustaba jugar; luego, a los 14 años tomó conciencia de su nivel y se puso su primera meta, una que define su mentalidad de ganador: ser el número uno del mundo.

Desde ese momento su perspectiva sobre el deporte cambió y su entrenamiento se volvió más fuerte; como el mencionado anteriormente. En cuarto de media abandonó el colegio para estudiar a distancia y poder dedicarse al 100% a su deporte, eso lo impulsó enormemente a seguir mejorando. Quiso ser profesional y lo logró.

Tomando en cuenta su temprana edad y su ranking en el PSA (professional squash association), donde juega aproximadamente 20 torneos al año alrededor del mundo, su meta no suena utópica ya que en este deporte uno juega hasta los 36 o 37 años y, en sus palabras: “si a los 40 años puedo seguir jugando, lo voy a hacer”.

A pesar de sus logros deportivos, fuera de la cancha demuestra humildad y no solo se percibe al conversar con él, sino que se considera a sí mismo una persona tímida. Una característica que no se percibe en su juego. Como una pelota de squash que requiere de la fricción de los golpes para que eleve la temperatura de la goma y pueda obtener el carácter explosivo y veloz (la pelota en pleno juego puede llegar a velocidades más altas que 250 kilómetros por hora). Diego Elías rompe su timidez al calentar y entrar a la cancha ganando una personalidad aguerrida que le permite cumplir sus metas.

“Yo soy relajado fuera de la cancha, dentro siempre quiero ganar y no me rindo”. Escucha música cuando calienta y antes de entrar a la cancha. En la final escuchó “Lose yourself”, de Eminem, una de sus canciones favoritas. La música lo ayuda a concentrarse.

foto: andina

Otro gran rasgo de su personalidad es ser agradecido, con la gente que lo rodea y lo apoya que ha hecho posible su desarrollo en este deporte que en este país es exclusivo. Exclusivo porque solo hay canchas en clubes privados, entonces, si alguien quiere jugar tienen que acceder a estos clubes. Le agradece al IPD, a quien le otorga el apoyo que necesitó para viajar porque es un deporte en el que cada uno busco sus propios auspicios y medios para competir.

Él espera haber inspirado a muchos jóvenes del país a jugar este deporte y de esta manera lograr que implementen canchas públicas, canchas como en las que jugó, que son armables y pueden colocarse en cualquier espacio.

“Si pudiera generar algún cambio, lo primero que haría sería crear canchas públicas, habría mucha gente que pueda practicar el deporte y ser bueno en él”, finaliza Diego.

(Foto portada: Andina)