El Perú es y será golpeado por el cambio climático. Somos uno de los países con mayor cantidad de agua a nivel mundial, pero también uno con estrés hídrico. Según el reciente ranking de estrés hídrico del World Resources Institute, ocupamos el puesto 66 (riesgo medio alto), aunque esto no se debe a un problema de escasez física del recurso, sino a la falta de abastecimiento, distribución y tratamiento. 

Lima es la segunda ciudad más grande del mundo ubicada en un desierto, y donde la escasez de agua es una de las principales preocupaciones. La capital del Perú depende del agua de los ríos en los Andes. Cuando comienza la estación seca en las montañas, el suministro de agua disminuye rápidamente. La ciudad sufre una escasez de 43 millones de metros cúbicos durante la estación seca. Suministrar agua durante los meses de estiaje, a los más de 12 millones de habitantes en la capital significa una lucha constante.

Saber ancestral

Un método peruano de 1,400 años de antigüedad para desviar el agua podría suministrar hasta 40,000 piscinas de tamaño olímpico para Lima cada año. Esta información procede de un reciente estudio publicado en la revista científica Nature Sustainability. Es un ejemplo de cómo los métodos antiguos podrían solucionar problemas en países sin suficiente agua.

Boris Ochoa-Tocachi, investigador en el Imperial College de Londres y autor principal del informe, exploró uno de los últimos sistemas de recolección de agua que quedan en la comunidad de Huamantanga, a más de 3,300 metros de altura sobre el nivel de mar, en la provincia de Canta, en la sierra de Lima: el mamanteo (lactancia materna) o amunas (retener, en quechua).

Huamantanga está ubicada en el área de cabecera de una de las cuencas de los ríos que proporcionan agua a la capital. Lima es actualmente la segunda ciudad desértica más grande del mundo y, por lo tanto, depende en gran medida de las prácticas locales de gestión del agua.

Infraestructura natural en Huamantanga. Foto: Ana Castañeda / Forest Trends

El sistema de las amunas consiste en captar las aguas que se producen por el escurrimiento de las lluvias en las alturas (por encima de los 4.400 msnm) a través de acequias y llevarlas hasta zonas previamente identificadas donde hay rocas fisuradas o fracturadas de la montaña. Al ingresar a la roca, el agua se desplaza lentamente dentro de ella para aflorar, posteriormente, por los manantiales (ojos de agua o puquios) y arroyos que están entre 1.500 y 1.800 metros más abajo. El agua retardada debido a un tiempo de retención subsuperficial más prolongado incrementa el rendimiento y longevidad de los manantiales aguas abajo durante los meses secos.

Los canales capturan el agua de una quebrada para desviarla hacia zonas de alta infiltración a lo largo de todo su recorrido por la ladera de la montaña. Es una solución ante la falta de agua que afronta la población en los meses de verano, situación que se agrava por el cambio climático.

Investigadores del Imperial College London y sus colegas de la Iniciativa Regional para el Monitoreo Hidrológico de los Ecosistemas Andinos estudiaron el sistema de agua en Huamantanga

La población local todavía usa un método desarrollado por antiguos peruanos que crearon sistemas en las montañas para desviar el exceso de agua de lluvia de las fuentes a través de estanques y canales hacia las laderas de las montañas y hacia abajo a través de fisuras en las rocas. 

Ochoa-Tocachi dice que la cantidad de agua que se podía cosechar era desconocida antes del estudio. Los investigadores midieron cuánto desaceleró el sistema el flujo de agua inyectando un tinte especial en las tierras altas y observando cuándo reapareció en los cuerpos de agua. El agua teñida comenzó a salir a la superficie dos semanas después y continuó fluyendo durante ocho meses, una gran mejora en las horas o días que normalmente tomaría. 

"El resultado más emocionante es que en realidad confirmamos que este sistema funciona", señala Ochoa-Tocachi. "Hay prácticas tradicionales, sabemos que el conocimiento indígena es muy útil", anota. En su opinión, hay pruebas de que el sistema es valioso y que puede ser una herramienta para ayudar a resolver problemas actuales. 

El sistema de 1.400 años de antigüedad está diseñado para aumentar el suministro de agua durante la estación seca al desviar y ralentizar el agua a medida que baja por las montañas. Este método basado en la naturaleza está hecho de canales especiales que guían el agua desde su origen a una serie de cuerpos de agua y laderas. El agua va lentamente al suelo, luego fluye cuesta abajo a través del suelo y vuelve a aparecer en cuerpos de agua cerca de la comunidad. El objetivo es aumentar el tiempo de viaje del agua de días a meses para proporcionar agua durante la estación seca.

Los investigadores consideraron cómo usar una versión más grande del sistema para ayudar a Lima. Combinaron lo que aprendieron en Huamantanga con el conocimiento de las cualidades físicas de los alrededores de la región. Las estimaciones resultantes dicen que el sistema podría aumentar el suministro de agua de la estación seca de Lima en un 7,5% en general y hasta un 33% al comienzo de la temporada seca. Esto equivale a casi 100 millones de metros cúbicos de agua cada año, lo que equivale a 40,000 piscinas olímpicas. 

El sistema también es económicamente sólido. Ochoa-Tocachi estima que construir canales similares a los de Huamantanga costaría 10 veces menos que construir un embalse del mismo tamaño. "Creo que hay mucho potencial en la revaluación de estas prácticas de recolección de agua que tienen una historia muy larga. Utilizar el conocimiento indígena para resolver problemas modernos de ingeniería puede ser muy valioso", resalta. 

Vista panorámica de Huamantanga. FOto: project Mountain-EVOs


El dato: En julio pasado, el gobierno peruano promulgó la Ley que declara de Interés Nacional y Necesidad Pública la Implementación de la Siembra y Cosecha de Agua.


Foto abridora: Sam Grainger