Don Julio Kuroiwa falleció a los 83 años de edad tras permanecer hospitalizado por  varios días debido a una afección pulmonar, informó este miércoles el rector de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), Jorge Alva Hurtado.

Julio Kuroiwa Zevallos, hijo del reconocido ingeniero y sismólogo, conocido en el país como el señor de los sismos, confirmó la muerte de su padre, cuyo aporte al país en la prevención de desastres fue invalorable.

Y lo fue hasta el final. Su último libro, 'Gestión del riesgo de desastres en el siglo XXI, protegiendo y viviendo en armonía con la naturaleza', es una publicación de más de 500 páginas que resume el trabajo de su vida profesional, y lo hace con un lenguaje sencillo para que lo entiendan todos, no solo los ingenieros o geólogos.

Como profesor emérito de la UNI, donde además se formó, fue asesor de más de 200 tesis, entre ellas la del actual presidente de la República, Martín Vizcarra, quien consideró que el ultimo libro de don Julio "permitirá fortalecer las capacidades de la población, evitando pérdidas humanas y materiales". De hecho, nunca perdió las ganas de educar a la población, sobre todo con miras al bicentenario del país.

Por ello, Kuroiwa es casi una institución en el país. En vida, recibido incontables premios y reconocimientos durante sus 60 años de carrera profesional, uno de los últimos fue el premio internacional Hamaguchi Goryo, en Japón, y se convirtió en el primer latinoamericano en recibir este importante galardón, por su contribución a la protección de ciudades costeras contra los tsunamis.  

Don Julio tenía una máxima que la esgrimía cada vez que alguien le pedía un consejo ante un sismo: tener un plan y mantener la calma. 

"Uno entra en pánico porque no sabe qué hacer. Si hay un plan, hay un doble efecto: salvo la vida y no entro en pánico. Mi recomendación sería hacer una rutina, durante dos o tres semanas, para que todos sepan qué es lo que deben hacer y cómo actuar dependiendo del lugar donde se encuentren".

En su último libro, Kuroiwa busca entrenar a la población para que responda con prontitud y conocimientos ante un sismo, un terremoto, una inundación y otros desastres. En suma, divulgador científico nato.