Demócrata, orador, político y escritor, Alan García Pérez (1949-2019) gobernó dos veces el destino del país; el promedio de inflación de su primer gobierno fue de 2,496.5% y el del segundo, 3.7%. 

Pensaba en la Historia. Lo dijo en una entrevista con RPP un día antes de acabar con su vida: “Yo creo tener un pequeño sitio en la Historia del Perú”.

Su profesor, Jesús Rico Pacheco, quien le enseñó en las aulas de la gran Unidad José María Eguren, de Barranco, recordaba a Alan García Pérez (AGP) como el alumno “más combativo”; también lograba los primeros lugares en los juegos florales en competencias a nivel de Lima. AGP fue el mejor alumno de su promoción y en 1973 se graduó de abogado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. También estudió Letras en la PUCP. Luego viajó a París y Madrid para sus estudios de posgrado, logrando su doctorado en Ciencias Políticas.

Francois Bourricaud, profesor de la universidad la Sorbona, y su asesor de tesis entre 1973 y 1977, lo definió como “un político de gran talento, pragmático y realista (…) Es todo lo contrario de un doctrinario o de un ideólogo que no ve las cosas a través de las ideologías y los estereotipos”.

Y una vieja “carta astral”, publicada por la prensa limeña en 1985, decía que era un Géminis que tenía “variedad de intereses, rápido, desenvuelto, capaz de improvisaciones fulgurantes y conspiraciones palaciegas de efectos oportunos, y una gran capacidad para conciliar intereses contrapuestos por medio de una hábil y envolvente diplomacia”.

Según el perfil psicológico que elaboró en 2006 la Embajada de Estados Unidos en Lima –revelados en los Wikileaks el año 2010–, AGP era un “maestro que vive y respira política”. “García tiene un ego colosal que le puede cegar ante los méritos o las buenas ideas y alternativas que vengan de otro que no sea él (…) El ego de García es su talón de Aquiles”, escribió el entonces embajador norteamericano J. Curtis Struble.

Historia familiar

1949 fue uno de los peores en la historia del partido aprista. Víctor Raúl Haya de la Torre, junto con otros dirigentes, sufrió persecución política. En ese contexto, el 23 de mayo, nació Alan Gabriel Ludwig García Pérez.

De adolescente, el muchacho de 1.93 metros ya se perfilaba como líder. Venía de un hogar aprista y católico. Su padre fue contador público y dirigente aprista. Sufrió el destierro, vivió años en la clandestinidad (AGP recién lo conocería a los 5 años) y sufrió cárcel en la isla penal del Frontón. En medio de la represión odriista, su madre, Nytha Pérez, también dirigente aprista, formó a sus hijos en el amor a la Patria. A los 17 años, García ya era parte de la Federación Aprista Juvenil.

Con Víctor Raúl

AGP creció como académico y político con la bendición de Haya de la Torre. Al líder histórico del aprismo lo conoció en 1962, en un campamento juvenil.

Sería el autor de El anti-imperialismo y el Apra quien promovería el viaje de AGP para que estudie los cursos de doctorado en Madrid y París. (Investigaciones periodísticas recientes descubrieron que el expresidente no llegó a obtener el título de doctor).

En 1978, Haya lo invitaría a retornar al país y postular en la lista del partido a la Asamblea Constituyente. AGP sería elegido entre los representantes más jóvenes.

Se desempeñaría como secretario de VRHT, presidente de la Constituyente, lo que, sumado a la vehemencia de sus intervenciones, serviría para que el país empiece a hablar del joven tribuno. De ahí, su crecimiento en la política nacional sería meteórico.

A los 21 días de firmarse la Constitución de 1979, falleció Haya de la Torre. Se dice que el deceso del patriarca fue un golpe durísimo para García, quien lo veía como un padre. Tanto fue el dolor, que tuvo que pasar por un tratamiento psicológico y psiquiátrico para recuperarse.

Por esos meses había un clima tenso al interior del partido de la avenida Alfonso Ugarte, con facciones de Armando Villanueva, por un lado, y de Andrés Townsend, por el otro.

“Creo que nos corresponde, sin Haya de la Torre como autoridad paternal, aprender a coexistir, a convivir y aceptar discrepancias y tendencias como propias de la vida diaria dentro de los marcos de nuestra concepción de izquierda”, respondió AGP en 1981 al periodista Pedro Hernández.

A la cabeza del Estado

Entre 1980 y 1985, AGP postuló para diputado por Lima. Y a los 35 años, AGP se convertiría en la persona más joven en ganar las elecciones presidenciales en la historia del Perú (el gobernante más joven fue Felipe Santiago Salaverry, jefe supremo de la República a los 29 años).

“Ni con Washington ni con Moscú”, afirmó García en Colombia, meses antes de asumir su mandato en 1985, según el archivo histórico del diario El Peruano. En esa gira internacional como ganador de las elecciones, dijo algo que luego sería uno de los ejes de su mal manejo económico y que aislaría al Perú del mundo financiero global: “Para el Perú es imposible pagar la deuda externa”.

El discurso agresivo, antiimperialista y radical de AGP calzó con el sentimiento que se vivía desde el gobierno militar y estaba en la juventud de aquella época. Sumado a su buena oratoria, AGP acostumbró al Perú a los famosos “balconazos”, haciendo uso del poder persuasivo que tenía para con las masas. Fueron esos los motivos más resaltantes por los que, a setiembre de 1985, García gozaba de 96% de aprobación, algo surrealista en toda América Latina y destacado por sus más fervientes admiradores.

Pero el fuego que despedía su vitalidad se fue apagando con la realidad: la burbuja económica estalló en la cara de todos los peruanos, con una inflación que llegó hasta la estratosférica cifra de 2,496.5% de promedio de los cinco años (1985-1990). A la par, las actividades subversivas de los grupos terroristas MRTA y Sendero Luminoso sembraban el país de muerte y destrucción. Los apagones, debido al estallido de torres de alta tensión, eran un asunto cotidiano. Los peruanos recuerdan las colas para obtener los alimentos básicos (como la mal recordada leche Enci y el “pan popular”) y las continuas marchas y huelgas de los sindicatos de trabajadores estatales. Todo ello, hizo que la popularidad de AGP se desplomara hasta llegar a un minúsculo 8%, en 1989.  

Pero no solo se recuerda el primer gobierno de García por los malos manejos sociales y económicos. Serias denuncias de corrupción y crímenes de lesa humanidad se añadían también a la lista de “perlas” del gobierno aprista. (Pedro Cateriano investigó en el libro El caso García el supuesto enriquecimiento ilícito del primer gobierno aprista). El grupo paramilitar Rodrigo Franco, que asesinó extrajudicialmente a sospechosos de terrorismo, o las matanzas del Frontón y Cayara, forman parte de esta lista de crueldades. Lo mismo que las compras sobrevaloradas de los Mirages o las millonarias transacciones por la existencia del no menos recordado dólar MUC.

Retorno al poder

Al finalizar su gobierno, y luego de asilarse en Colombia, García se refugió en París hasta el 2001, año en el que la Corte Suprema de Justicia archivó las denuncias en su contra. Ya con el pasaporte listo para ser utilizado como cualquier persona en libertad, regresa al Perú para participar, sorpresivamente, en las elecciones presidenciales. Si bien pocos le daban chances para llegar de nuevo al sillón presidencial, lo cierto es que perdió por poco contra el economista Alejandro Toledo. Después de una ardua pugna con Ollanta Humala en segunda vuelta, en el año 2006, AGP volvió al sillón de Pizarro. 

Si bien hay muchos elementos que criticar al segundo gobierno, también es verdad que no  cometió los errores económicos de su primer mandato: las reservas internacionales llegaron a un récord histórico, los tratados internacionales de libre comercio con Estados Unidos y Tailandia, y un promedio anual de 3.7% de inflación entre el 2006 y 2011, son los puntos más fuertes de un gobierno con tintes liberales.

Obras de ese quinquenio fueron la conclusión de la Línea 1 del Tren de Lima (que había dejado en armazón en su primer gobierno), el Gran Teatro Nacional y el Instituto de Salud del Niño de San Borja –que no entregó terminados durante su gestión–; y la renovación del Estadio Nacional de Lima.

García Pérez es el político que más pasiones ha desatado en el Perú desde los años ochenta. Su nombre estuvo relacionado con investigaciones por corrupción. ¿En qué lugar lo pondrá la historia?  


(Andina)