Dicen que el cariño trasmitido por las mascotas pueden darnos una idea de cómo es realmente el humano que las adoptó, y el recibimiento que 'Tony' nos da al pasar a la terraza nos adelanta ya la buena energía que Alejandro Scissors transmite a quien se sienta a conversar con él.

Han pasado casi siete años desde que este bogotano llegó a Lima como parte de una ruta como mochilero. Su siguiente destino era Sao Paulo, pero el talento de sus manos y su creatividad hizo que un amigo y cliente le propusiera embarcarse en un proyecto juntos. Alejandro había descubierto ya hace unos años que la peluquería, el maquillaje y el estilismo en general era lo que realmente le apasionaba, y el hecho de que por primera vez sea un hombre el que le propusiera abrir un salón propio lo entusiasmó de tal manera que decidió quedarse.

Y es que se trataba en cierta forma de coronar un sueño, luego de estudiar ingeniería de sistemas, lenguas modernas, y finalmente para técnico de sonido; caminos que le interesaban pero que no le llenaban tanto como lo que hace hoy. Fue precisamente en esta época de búsqueda vocacional cuando halló la respuesta en una decisión cotidiana de su entonces pareja.

"Mi novia en ese tiempo había ido a una peluquería diferente y la habían peinado de otra manera a la que estaba acostumbrada. Me llamó la atención, la vi distinta, renovada y me dije 'qué loco ver que eso puede generar otro punto de vista, un cambio de actitud en una persona'".

Pero en una sociedad como la colombiana -tan parecida a la peruana y al resto de países de la región-, el prejuicio y estereotipos respecto a los hombres que se dedican al mundo del estilismo podría haber supuesto un freno para que Alejandro iniciará un camino que no estaba dispuesto a desaprovechar. Sin embargo, fue precisamente su familia la piedra angular que no le permitió retroceder.

"Mi papá nunca me miró mal. Yo desde pequeño hacía cosas con mi mamá, a veces le pintaba el pelo, la ayudaba y eso creó un vínculo muy especial con ella. Por eso a la hora que vi esta opción no sentí ninguna barrera que de forma subconsciente me bloqueara. De ahí viene la sociedad, pero si tú te sientes bien con tu familia y su amor te respalda, la sociedad ya pasa a un segundo plano y tiene que acostumbrarse a lo que tú quieres hacer". 

Alejandro lleva 5 años junto a dos socios al frente de Loft concept salon en barranco (foto nicole hurtado para lamula.pe)

Cuando su padre se dio cuenta que hablaba muy en serio (su duda natural partía del hecho de haber visto a su hijo andar por tres carreras distintas), decidió ayudarlo a estudiar en un instituto de peluquería. Pero Alejandro no dejó la universidad y aprovechó su estancia en ambos centros educativos. "Le cortaba el pelo a mis compañeros en el baño de la universidad. Me ganaba una cervezas  y ellos tenían un nuevo corte. Todos ganábamos", cuenta entre nostálgico y divertido.

Como en toda profesión el empezar de cero no conoce de estereotipos. Y fue aprendiendo más de este mundo en los salones de unos amigos, donde llegaba antes que el resto para limpiar los baños, barrer y dejar todo en orden antes de que llegaran los clientes y empezara a tener su primer contacto asistiendo a los profesionales lavando cabezas. Según sus propias palabras "el primer paso elemental si quieres dedicarte a esto".

Hoy el éxito le sonríe a kilómetros de distancia de donde inició esta aventura, junto a los dos socios con los que está al frente de Loft Concept Salón en Barranco, un lugar donde se respira la buena vibra de Alejandro y del resto de sus colaboradores desde la puerta.

"Todo ha sido positivo, todas las personas que me rodean en este momento las he conocido por el mundo de la peluquería. Clientes, compañeros, mis socios fueron clientes míos, mi novia fue cliente mía, mis amigos también. Esta profesión me lo ha dado todo. El punto clave es querer mucho al cliente, valorarlo, saber que lo importante es que salga contento. Y como es algo positivo creo que todo en la vida se devuelve. Me cambió la vida. Es un trabajo que me ha hecho feliz y más libre".

Pero Alejandro sabe que el camino en este tipo de carreras puede estar marcado por el rechazo o la construcción de estereotipos que van desde el cuestionamiento a la valía profesional hasta asuntos tan absurdos como la relación con la orientación sexual de quienes la ejercen. Algo que ha ido cambiando con los años pero que necesita subir aún algunos peldaños para terminar de cambiar ese 'chip'.

"Falta romper este estereotipo, esta barrera que se ha pasado en el tema del diseño de modas, la alta costura, maquillaje, estilismo. Un hombre si se lo propone, al igual que una mujer, puede volverse un profesional. Lo que falta es tener mayor seguridad de lo que somos y no tener miedo a lo que los demás vayan a ver. Sentir la seguridad para disfrutar de lo que haces, porque disfrutarlo es lo más importante" 

Una seguridad que piensa transmitir a su pequeño Luciano de 1 año y 8 meses fruto de su relación con una peruana que le ha dado el mismo apoyo que sus padres cuando dio los primeros pasos en esta carrera. Y a quién conquistó, que duda cabe, a través del cabello.

"Al día siguiente de haber dado a luz, entró la doctora en la habitación y me vio cepillándole el pelo en el baño. Se sorprendió y nos dijo 'ojalá mi esposo hiciera lo mismo'".

tiene una novia peruana con quien hace un año y ocho meses tuvo al pequeño luciano, a quien busca transmitir el amor y la seguridad en lo que le apasione. "Yo no entiendo la felicidad sin hacer lo que te gusta". (foto nicole hurtado para lamula.pe)



Hace 14 años, Diego Swayne empezaba a conocer el mundo del clown siendo absorbido por la transparencia y honestidad que este arte encierra. El permanecer en contacto con personas de todas las edades (se formó en la reconocida Bola Roja que cerró sus puertas en 2016 con varias promociones a cuestas), lo llevó a interesarse más allá de lo lúdico para terminar estudiando trabajo social.

tras su experiencia como clown y actor, diego swayne decidió formarse en trabajo social (Foto vivi olguín)

Las actividades que hacía con una nariz roja en el rostro fue inclinándose poco a poco hacia el público de los más pequeños, algo que incluso le sorprendió a sí mismo al verse enseñándoles pacientemente a hacer manualidades y habilidades artísticas. "En un conciertito que hice en un nido me llamaron para enseñar porque vieron que podía conectar con facilidad con los chicos. Con miedo y vértigo, pero a la vez con emoción, acepté". 

Sin embargo, Diego fue descubriendo un mundo hermoso que suponía una sacada de vuelta al prejuicio existente frente a los hombres que se dedican a la enseñanza de niños en edad temprana.

"Siempre la educación infantil ha estado relacionada a las mujeres porque se cree que es solo cuidar a los niños y niñas. Entiendo que antiguamente se creía que el hombre, macho alfa y proveedor de todas las necesidades materiales de una casa, era el que salía a trabajar y las mujeres se quedaban a cuidar de los hijos. Esto llevó a pensar que solo las mujeres podían encargarse de los más pequeños, que la paciencia y el amor sólo es entregado por las mamás y las tías, y que los hombres solo llegan para ser atendidos y preguntar si sus hijos están bien o no. Es un pensamiento antiguo que por mucho tiempo nadie quería cuestionar ni repensar. Los hombres podemos entregar amor, paciencia y atención, esto es lo principal para enseñar".  

su dedicación y responsabilidad hizo que los mismos padres que cuestionaron en un principio su labor como profesor en un nido, solicitaran que continuara al cuidado de sus hijos.


Los cuestionamientos por parte de los padres no demorarían en llegar, pero la seguridad y paciencia de Diego frente a su trabajo le hizo no agachar la cabeza y permitir a quienes podían criticarlo iniciar su propio proceso de deconstrucción.

"Sobre todo al principio del año cuestionaban si yo llevaría a sus hijas o hijos al baño o les ayudaría a cambiarse, pero la contra pregunta siempre fue: ¿tú, papá, llevas a tu hija al baño o la ayudas a cambiarse? La mirada inmediata de los papás era con vergüenza de cuestionar, porque entendían que si ellos podían, ¿por qué yo no? Al final del año ellos mismos solicitaron que por favor yo vuelva a ser el profesor de sus hijas". 


Pero las ventajas y enriquecimiento, reconoce, han sido para él al aprender también de los más pequeños.

"He aprendido a disfrutar de lo inesperado, de soltar y fluir, de confiar en los niños y las niñas. De considerarles personas pequeñas inteligentes, capaces de tener la paz mundial con un abrazo después de la bomba nuclear. Y probablemente muchas cosas más que aún no me doy cuenta. Creo que las personas que estuvieron cerca de este proceso aprendieron que los hombres no somos malos, que también podemos entregar amor y paciencia y que podemos cuidar la integridad de los más chicos". 

Diego tiene claro que solo el repensar las construcciones sociales respecto a qué profesiones "son para hombres o mujeres" nos permitirá dejar los estreotipos de género a un lado y darnos cuenta que todos y todas estamos capacitados para desarrollarnos en la profesión que elijamos. 

"Creo que lo más importante es cuestionarse todo, lo que decimos, lo que pensamos, lo que vemos, lo que nos dicen, lo que parece ser y lo que acostumbramos".


¿Cuánto nos falta como sociedad para entender que el concepto de 'masculinidad' que durante años se ha sostenido en el imaginario colectivo no está escrito sobre piedra? Porque efectivamente la construcción de masculinidades tóxicas ha derivado en ese machismo del que lamentablemente muchas mujeres son víctimas y al que se enfrentan valientemente día a día. Pero corresponde a los varones también hacerse cargo y repensar esa 'masculinidad' que también le ha hecho daño a varias de sus generaciones.

Y esta gente valiente dispuesta a hablar de las nuevas masculinidades y ejercerlas desde algo tan importante como sus profesiones, son quienes nos ayudan a abrir ese camino en el que nos debemos permitir todo, menos retroceder.

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Foto de portada: Nicole Hurtado para LaMula.pe



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