Escribe: Zivana Sablich


Hace 70 años, el 10 de diciembre de 1948, la tercera Asamblea General de las Naciones Unidas, adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos. La misma reconoce la libertad, la igualdad, y los derechos de todos los seres humanos, independiente de su raza, religión, género, idioma o creencias. 

Si bien este día es una oportunidad para reconocer el duro pasaje hacia la dignidad humana, al igual que un momento para honrar a las víctimas y las personas sobrevivientes de graves violaciones de derechos humanos y quienes acompañan sus luchas, es a la vez una oportunidad para entender lo mucho que aún falta por erradicar la desigualdad, la discriminación y la violencia.

Los peruanos, por ejemplo, no somos ajenos a este arduo camino. En las últimas décadas, nuestra historia fue marcada por graves violaciones a los derechos humanos. Tan solo en los últimos 12 meses el Perú fue testigo y a la vez protagonista de importantes avances y retrocesos en la materia. El 2018 comenzó en la Corte Interamericana de los Derechos Humanos con la audiencia de cumplimiento de sentencia por los casos de Barrios Altos y La Cantuta. La misma ocurrió luego de que se le concediera un indulto al exmandatario peruano Alberto Fujimori.

Esto impulsó a las y los familiares de sus víctimas a denunciar el beneficio como contrario a la sentencia dictaminada en ambos casos por el Tribunal Interamericano. Así, meses después, la decisión de esta audiencia de cumplimiento fue determinante para que una corte peruana anulara el indulto, ordenando que Fujimori regresara a prisión para seguir cumpliendo su condena de 25 años por cargos de corrupción y crímenes de lesa humanidad durante su régimen. Si bien se han dado otros debates, la decisión se ha mantenido firme.

Asimismo, este año se han tratado casos emblemáticos como el de Mamérita Mestanza, que representa la situación de miles de mujeres campesinas de comunidades pobres quechuahablantes, que fueron víctimas de las políticas públicas de esterilización forzada durante los años de 1996 y 2000. Este pasado 13 de noviembre se formalizó la denuncia ante el Poder Judicial peruano en contra de Fujimori y tres de sus exministros por graves violaciones de derechos humanos.

De forma recurrente, el Sistema Interamericano de los Derechos Humanos ha jugado un papel fundamental en impulsar estos casos y garantizar el goce de los derechos humanos en el Perú. Estas victorias han sido atribuidas en gran parte a la presión internacional ejercida por la Corte y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la sociedad civil. En ese sentido, es fundamental en este día, saludar y reconocer el papel que estos mecanismos regionales e internacionales juegan en la lucha contra la impunidad frente a las desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y tortura. Por otra parte, encaminándonos hacia adelante, es importante desarrollar una agenda propositiva con estos espacios, que promueva la protección de los derechos sociales, económicos y culturales; la comunidad LGBTQ, derechos indígenas, derechos laborales y derechos de las mujeres.

Como una persona que recién inicia su trayectoria en derechos humanos, quisiera compartir mis aspiraciones para un futuro más justo. En lo que avanzamos hacia este horizonte, anhelamos construir puentes y no murallas para garantizar la dignidad humana y el respeto a los derechos humanos. Los últimos 70 años han demostrado que vivir en un mundo con libertad e igualdad no debería ser una utopía, sino una meta realizable por la que debemos seguir trabajando colectivamente y en nuestra cotidianeidad. En este día internacional de derechos humanos es responsabilidad de cada una de nosotras y nosotros preguntarnos cómo desde nuestras plataformas podemos continuar siendo mejores defensoras y defensores de los derechos humanos.


* Asistente administrativa del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional  (Cejil) 


Ilustración: Carleton University