El arresto este jueves en Canadá de Meng Wanzhou, vicepresidenta y heredera de la multinacional de tecnología china Huawei, reavivo las tensiones en las difíciles relaciones entre Estados Unidos y Pekín, que acaban de sellar una tregua en su guerra comercial

Washington acusa a la compañía de no respetar la sanciones contra Irán, mientras Pekín exige la liberación de la ejecutiva, en medio de un contexto complicado, en el parecer estar de detrás el verdadero terreno en el que se desarrolla la disputa entre las dos superpotencias: el control del desarrollo tecnológico global.

El caso de la directora financiera de la marca china de tecnología Huawei e hija del fundador de la imperio tecnológico —acusada por EEUU de violar presuntamente las sanciones sobre Teherán—, amenaza la tregua comercial entre Washington y Pekín, que ha tratado de separar ambos asuntos.

El Gobierno chino pidió su liberación, mientras que Estados Unidos solicitó que sea extraditada, aunque el caso se  mantiene bajo secreto por orden judicial.  Según el diario canadiense The Globe and Mail, Huawei pudo enviar productos elaborados en suelo estadounidense a Irán, rompiendo con ello las normas del embargo contra Teherán.  

En abril pasado, The Wall Street Journal había informado de que el Departamento de Justicia norteamericano había abierto una investigación sobre este asunto. El consejero de Seguridad Nacional de EEUU, John Bolton, declaró que él sabía que la Meng iba a ser detenida, pero dijo que desconocía si el presidente Donald Trump también estaba al tanto.

La detención se produjo el mismo día en que Trump y el presidente chino, Xi Jinping, cenaban en Buenos Aires en el marco de la Cumbre del G20 y acordaban una tregua comercial hasta el próximo 1 de marzo

Crece el recelo con Huawei

En medio de esta tensión, varios gobiernos, encabezados por EEUU, expresaron su preocupación por la información privada que podría obtener Pekín a través de los productos y equipos fabricados por Huawei, lo que pondría en peligro la seguridad nacional en sus respectivos países. 

De hecho, el propio Trump prohibió que ningún integrante de su Gobierno tuviera un dispositivo telefónico de marca china, medida que frenó el desarrollo de Huawei en EEUU. Pese a ello, logró desbancar a Apple como segundo fabricante mundial de teléfonos inteligentes, por detrás de Samsung.

Pero el veto a la compañía tecnológica china se extiende en el mundo. Esta misma semana Australia y, un poco antes, Nueva Zelanda bloquearon el uso de equipos fabricados por Huawei, en concreto, de la red móvil 5G, en el que la empresa china lidera el desarrollo tecnológico mundial. Estos países temen que el régimen chino utilice a sus empresas en labores de ciberespionaje, tanto a nivel industrial como estatal. 

Así, Japón y Corea del Sur ahora también analizan las operaciones de Huawei en sus países, tras la detención de Meng Wanzhou. De hecho, Tokio decidió excluir tanto a esta empresa como a la también china ZTE de las licitaciones públicas debido a las supuestas brechas de seguridad, según revelaron medios locales. El Gobierno de Canberra también vetó a ZTE.